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La Región cuenta con cultivos que van desde el nivel del mar, como estos en al costa, hasta cotas que superan los 1.000 metros. pablo Sánchez / AGM
Se acabó la cosecha de temporada

Se acabó la cosecha de temporada

El cambio climático y la investigación en nuevas semillas ya permiten a los agricultores producir las mismas especies todo el año en suelo murciano

GINÉS S. FORTE

Martes, 26 de marzo 2019, 02:04

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Ya nadie busca lechuga de temporada. Los lineales del supermercado ofrecen ahora durante todo el año las variedades de esta y de otras verduras, e incluso de muchas frutas. Las empresas agrarias emprendieron hace tiempo el reto de encontrar nuevas técnicas de conservación y tierras óptimas en otras latitudes, con frecuencia en otros países, para tratar de servir al cada vez más voraz mercado todos los productos durante todas las estaciones. El giro más reciente en esta carrera por acabar con la estacionalidad hortofrutícola es conseguir el género sin salir de la Región. La geografía murciana ofrece en un radio de menos de cien kilómetros terrenos y climas adecuados para cultivar todo el año. Las alteraciones que ya se dejan sentir por el cambio climático y la investigación en nuevas variedades están impulsando desde hace unos años este fenómeno.

«El consumo de frutas y hortalizas es cada vez menos estacional», sentencia el productor Juan Marín. «La gente quiere comerlas todo el año» -añade- y ahora somos capaces de mover su producción de sitio para satisfacer esa demanda».

En los últimos tres o cuatro años lo vengo notando más», confirma el ingeniero agrónomo Fernando Serna, director de una intermediaria de compraventa de fincas, Inacex, que se dedica también a montar instalaciones agrarias. «Muchas empresas de Murcia compran o arrendan ahora terrenos en zonas más altas, como Jumilla y Yecla, y también limítrofes, como Villena y Caudete», para trasladar sus cosechas a zonas más suaves en las épocas de más calor.

Juan García, de Agrasa: «Ya tenemos casi una variedad propia para cada finca y semana de producción»

Lucía Bello, directora de Ventas Nacional y Marketing de G's, una de las mayores productoras hortícolas de Europa, confirma que su empresa lleva ya varios ejercicios produciendo en Jumilla, por ejemplo, las lechugas que antes generaba en regiones más alejadas. La ventaja de cultivar sin salir de la región de Murcia, o al menos sin alejarse mucho más allá de áreas limítrofes de Albacete, Alicante, Almería y Granada, es que siempre se está cerca de la base logística de la empresa, generalmente ubicada en zonas con mayor peso hortofrutícola, como el Campo de Cartagena, apunta Serna. El ingeniero agrónomo considera como factor clave de esta tendencia, impulsada por la demanda europea de producto todo el año, «el cambio climático, que ha hecho que los inviernos sean más suaves». Serna explica que ahora, con tres o cuatro grados centígrados de variación media respecto a lo que había hasta hace una década, ya es posible completar ciclos cortos de cultivo de lechuga, de unos 30 días, en campos habitualmente fríos como los de Yecla. «El problema es el agua», por lo que de momento esos ciclos se están concentrando en épocas en las que no hay más alternativas en la Región, porque en las zonas habituales de cultivo hace demasiado calor.

Muchas empresas trasladan ahora sus cultivos a Yecla y Jumilla para producir en los meses de calor

«El cambio climático influye mucho», coincide Juan Marín, responsable de la exportadora Campo de Lorca. «Las temperaturas se están relajando, y las del sur se están moviendo hacia el norte», explica este profesional que desde hace más de ocho años preside la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia (Proexport). «Ahora se cultiva donde hace quince años no se hacía», en referencia a zonas más septentrionales, tanto de la Región como en áreas limítrofes, Hellín y Tobarra, entre otras. Son terrenos donde el escaso uso histórico del agua en sus cultivos tradicionales ha mantenido una reserva que es la que también está permitiendo la llegada de los nuevos regadíos, reconoce el productor.

Lo más determinante es la existencia de «distintos microclimas que tenemos en la Región de Murcia», y que dependen principalmente de la altura a la que se sitúan los cultivos, que van del nivel del mar, en la costa, a los más de 1.000 metros, en zonas de Caravaca. Gracias a ellos «vamos moviendo nuestros cultivos, sobre todo hortícolas», para lograr una oferta continua que fideliza a los clientes. Hace más de 30 años la compañía aguileña Pascual Hermanos ya empezó a cultivar en diferentes altitudes para lograr producir todo el año, relata Juan García, coautor del monográfico de casi 800 páginas que Cajamar editó en 2017 sobre 'Cultivos hortícolas al aire libre'.

Junto a la reciente irrupción de las anomalías que se atribuyen al cambio climático, el fenómeno también se ha visto favorecido en los últimos años por la mejora varietal, con la que se ha incrementado la calidad y la resistencia a plagas y enfermedades, por ejemplo. En la época de Pascual Hermanos, recuerda García, «eran cuatro variedades, ahora tenemos casi una variedad propia para cada finca y semana de producción». La mejora genética, que hace unas décadas llegó de Estados Unidos y Holanda, se desarrolla ahora directamente en Murcia, donde están implantados 14 de los 34 centros de investigación de mejora de especies hortícolas que hay en España. A partir de los cálculos de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), se estima que la iniciativa privada invierte cada año en esta comunidad autónoma 25 millones en investigar nuevas semillas hortícolas adaptadas a los distintos microclimas de la Región, entre otras mejoras.

El precio de la tierra también ha favorecido la irrupción de nuevos cultivos en las zonas altas de la Región, añade Serna. Una hectárea de regadío en el Altiplano llega a rondar los 15.000 euros, diez veces menos que en el Campo de Cartagena. El director de Inacex destaca en este punto la ventaja logística de contar con terreno disponible en áreas con distintas condiciones climáticas a poco más de 100 kilómetros de distancia. Yecla, por ejemplo, «es una zona que está muy cerquita, sobre todo desde que han abierto la autovía A-33». Este factor permite a las grandes empresas mantener sus centros logísticos en el Campo de Cartagena, por ejemplo, desde donde cada día trasladan sin mayor dificultad el material e incluso los trabajadores a las distintas zonas de cultivos, que van rotando para cubrir la producción de todo el año. Las empresas de trabajo temporal, que son las que en gran medida surten de mano de obra a estas explotaciones muy fluctuantes en demanda de empleo, tienen también de este modo más fácil cubrir sus encargos con unos mismas personas a las que, por añadidura, resulta más sencillo procurar una ocupación todo el año.

Todo lo anterior compone un nuevo cuadro itinerante especialmente evidente en el sector de las hortalizas, pero también presente en los frutales. David Ruiz, científico titular del grupo de mejora genética de frutales del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), confirma la actual combinación de producciones desde zonas que van del Campo de Cartagena a áreas más altas, como Hellín y la pedanía caravaqueña de Barranda, a más de 800 metros de altura, «para cubrir más calendario». No es algo nuevo, aclara, pero «se ha notado un salto cualitativo sobre todo en la última década». Hasta hace quince años todo se basaba en las variedades tradicionales, limitadas a cada zona y cada época del año. «Ahora ha habido una evolución tremenda» encaminada a favorecer «una mayor exigencia del mercado por extender el calendario al máximo», gracias a una «renovación de variedades» que Ruiz califica de «total».

Mercado, clima, ciencia e ingenio llevan camino de acabar definitivamente con la producción y el consumo de frutas y verduras de temporada. La única limitación que puede alterar esta evolución parece, de nuevo, la del agua disponible para atender la nueva demanda.

Una altura por estación

Juan García, uno de los autores de 'Cultivos hortícolas al aire libre' en el Levante, detalla el mapa de alturas, cultivos y temporadas de la Región de Murcia. En las zonas costeras, como Águilas, Mazarrón y alrededor del Mar Menor (Los Belones, Los Nietos y San Javier, entre otras), que componen la denominada zona cálida de producción, se cultivan hortalizas de hojas, como lechugas, entre otras, desde parte de diciembre y hasta febrero. A algo más de altura, entre 200 y 300 metros, en áreas como las de Alhama, Totana y el Campo de Cartagena, se producen hortalizas de hoja y otros cultivos como el brócoli, la coliflor y la alcachofa, en momentos distintos que incluyen desde noviembre y diciembre hasta marzo, abril e incluso parte de mayo. Más arriba, en zonas como las de Jumilla y Calasparra, situadas entre los 500 y los 800 metros, se cosecha en octubre y parte de noviembre y, ya en primavera, en mayo y parte de junio. En junio, julio, agosto, septiembre y parte de octubre se traslada la producción a zonas como las de Yecla, que se encuentran cerca de los 800 metros y Caravaca, en terrenos incluso a más de 1.000. «Todo lo que es hortaliza al aire libre la movemos por toda la Región», resume García, que también es director de producción de la firma guileña Agrasa.

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