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La mar de Reverte

MARCO SUCCIO

Lunes, 31 de octubre 2016, 22:50

Arturo Pérez-Reverte es hombre de mar adentro. Y a partir de cierto momento también lo ha sido su obra. Nacido en el seno de una familia de marinos y crecido en la costa mediterránea, ilusionado por las muchas aventuras leídas en los libros de Melville y Conrad, curiosamente el mar no aparece en sus primeras y exitosas novelas. 'El húsar', 'El maestro de esgrima', 'La tabla de Flandes', 'El club Dumas', 'La sombra del águila', 'Territorio comanche' y 'La piel del tambor' están ambientadas en lugares y épocas más o menos remotas, pero sin contar nunca con la presencia, ni siquiera disimulada, del mar.

La novela que significó un cambio de rumbo, 'La carta esférica', se publicó en el año 2000 y sigue siendo la más paradigmática de la relación que Pérez-Reverte tiene con el medio marino. La narración y la aventura le dejan aquí el protagonismo al Mediterráneo, que más que un lugar de aventuras o un camino para recorrer, en la novela es el destino final. No hay batallas que ganar, tierras lejanas para alcanzar o ballenas para cazar, solo importa apagar el motor a unas cuantas millas de la costa y desde allí observar el mundo, cambiar de perspectiva, porque como dice el mismo Coy, el protagonista de la novela, «la tierra firme pudre a los seres humanos». Pero, según Reverte, el mar también es capaz de plasmar al hombre y manipular sus comportamientos, es el dueño del destino de quien a él se entrega, como «un viejo canalla, peligroso y taimado, cuya aparente camaradería solo acechaba el momento de asestar un zarpazo al menor descuido».

Después de la publicación de 'La carta esférica', el mar, siempre muy presente en las novelas revertianas, se ha convertido en escenario o simple observador, como en la batalla entre la flota inglesa y la armada franco-española de 1805 en Cabo Trafalgar, la bahía gaditana en 'El asedio' y el estrecho de Gibraltar en 'La Reina del Sur'. Sin olvidar las donjuanescas aventuras de Max Costa en 'El tango de la guardia vieja' o el Faulques de 'El pintor de batallas', cuyas reflexiones pictóricas tienen como escenario una antigua torre en la costa del Mediterráneo. Ese mar que es la mar de Reverte.

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