Vladimir Vertlib (Leningrado, actual San Petersburgo, 1966). impedimenta
Ababol | El libro de la semana

Vladimir Vertlib ahonda en la herida del siglo XX

'La particular memoria de Rosa Masur'. Estamos a finales de los años noventa. Alemania ha culminado con éxito su unificación y recibe a miles de inmigrantes que buscan una vida mejor. Personajes desubicados que no han terminado de digerir la caída de la U.R.S.S. y sus consecuencias

Sábado, 21 de enero 2023, 08:38

El siglo XX tiene voz de mujer. Se llamó Rosa Masur y resistió a las encrucijadas de la historia. Sobrevivió al hambre, a la barbarie ... de las bombas, a las violaciones sistemáticas, a las fronteras líquidas de un mapa de arena. Rosa Masur es al mismo tiempo perseverancia y dignidad. Una huella que rescatar de entre tantas pisadas, ejércitos y charlatanes que, haciendo de políticos, llevaron a Europa a la peor de sus condenas. Dijo Octavio Paz que el siglo XX fue la centuria de las utopías convertidas en campos de concentración. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se empezó a escribir mientras a Kolimá llegaban miles de futuros cadáveres y Auschwitz acababa de cerrar sus hornos. ¿Cómo encontrar un discurso capaz reflejar de lo que fue capaz el ser humano en el siglo de la libertad?

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Vladimir Vertlib ha dado respuesta al enigma que golpea los libros de historia. El resultado es La particular memoria de Rosa Masur, una novela colosal que está llamada a convertirse en un libro de referencia, en un retrato fidedigno de lo que es vivir con miedo, atravesado por una dictadura, el estalinismo, que aspiraba a controlar todas las fases de una vida, los sentimientos de una vida privada, que utilizaba el miedo como arma más efectiva para reducir a los ciudadanos en escoria. Impedimenta ha publicado por primera vez a Vertlib, un autor interesado en aquellas historias de inmigración forzosa, en vidas que se ven abocadas a abandonar sus hogares huyendo de la guerra, siempre en un continente, Europa, que ve pasar la historia por la puerta de atrás y nunca termina de cerrar las heridas de los conflictos bélicos.

'La particular memoria de Rosa Masur', de Vladimir Vertlib

  • Género: Novela

  • Editorial: Impedimenta

  • 440 páginas 23,95 €

La Europa de hoy, las Europas de ayer

El relato de Vladimir Vertlib resulta paradigmático, pero lo novedoso reside en su estilo de escritura. El libro se estructura a través de los recuerdos de Rosa Masur, una anciana de 92 años que por circunstancias inesperadas ha debido dejar San Petersburgo y trasladarse a un pequeño pueblo de Alemania. Estamos a finales de los años noventa. El país ha culminado con éxito su unificación y recibe a miles de inmigrantes que buscan una vida mejor. Es el caso de Rosa Masur y su estirpe, personajes desubicados que no han terminado de digerir la caída de la U.R.S.S. y sus consecuencias económicas. Son desarraigados, homo sovietucus (como diría Alexévich) cuyo castillo de arena se ha desmoronado tras setenta años de dictadura. Ahora salen al mundo y descubren todo lo que se había extendido la mentira. De entre todos los personajes, solo Rosa Masur logra prever el impacto de la decepción y encara sus días con un arma prodigiosa: el recuerdo de una vida.

'La particular memoria de Rosa Masur' trasciende la mera historia, a pesar de depender de ella. Se inicia en Vichy, un pueblo de Bielorrusia durante la época zarista. La familia de Rosa Masur es originaria de esa zona de desgarro que se llevó la peor parte de todas las guerras: el este, entre las actuales fronteras de Polonia y Ucrania, muy cerca de Galizia. Además, provienen de una familia judía. Asume el lector que todos los acontecimientos que han conformado el siglo XX caerán siempre por el lado de la derrota y el exterminio. Rosa Masur sufre los continuos pogromos zaristas, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique, la guerra civil rusa, la Segunda Guerra Mundial y el estalinismo. Y es a través de su testimonio sereno por el que conocemos la intrahistoria, los pequeños detalles que remueven los mapas hasta cambiarlos, con un estilo que recuerda a Israel Y. Singer y su obra De un mundo que ya no está. Como a Singer, el de Rosa Masur también desapareció.

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Su testimonio va más allá de lo documental. Es un pensamiento desnudo, un continuo fluido de representación psicológica, de sentimientos desbordantes, de muertos que hablan para dotar al discurso de vida. Cuando Rosa Masur aparece la historia calla, porque habla una mujer dotada de coraje y experiencia. Y lo hace desde la supervivencia, al borde de una muerte plácida, rodeada de fantasmas, de nombres que pesan pero que hace décadas que se marcharon. Una mujer que advierte al mundo que para que naciera la Europa de hoy muchas Europas antes tuvieron que sufrir.

Solo Rosa Masur logra prever el impacto de la decepción y encara sus días con un arma prodigiosa: el recuerdo de una vida

Leningrado: el asedio de una ciudad fantasma

La novela mantiene un tono intenso durante todas las páginas que la componen, pero es tal vez en la parte dedicada al asedio de Leningrado cuando el relato se convierte en conmovedor. El escenario es una ciudad vacía, llena de cadáveres congelados en la calle. El frío marca los menos cuarenta grados y hace tiempo que las ratas desaparecieron. Leningrado se muere de hambre. A unos kilómetros, en el extrarradio, los alemanes llevan dos años asediando la ciudad, bombardeando día y noche unos edificios maltrechos y unos cuerpos de aspecto catatónico. Los hombres sueñan con morir y así descansar.

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No hay heroicidad en las páginas de Leningrado, sino una persecución constante contra la ignominia. Rosa Masur debe salvar la vida de su familia, cargar con la responsabilidad de cada falta de pan, del agua envenenada y de las mantas que ya no son suficientes para cubrir el cuerpo de sus hijos. No suena la Sinfonía no7 de Shostakóvich porque Vladimir Vertlib pone el foco en la cotidianidad de una sola mujer en el mundo. El resto es decorado. Lo demás es supervivencia y dolor callado.

Y cuando se levanta el asedio y la guerra pasa a un recuerdo marchito, la historia cumple su amenaza de empecinarse. Son los capítulos dedicados al estalinismo, no bajo una perspectiva analítica, sino a través de pequeñas experiencias que van minando el ánimo de los personajes, que van llenando el cementerio de represaliados. Se produce un ejercicio mental interesante y que representa también una de las claves del libro. Rosa Masur fue siempre una comunista convencida, lectora empedernida de Marx y sufridora en los peores momentos. Sus manos ayudaron a levantar el coloso de la Unión Soviética, pero tampoco logra zafarse de las garras de Stalin y su estado de terror transparente, donde las paredes oyen y la sangre está infectada por el delito. El de ella reside en su apellido. Una judía que nunca quiso serlo.

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El discurso oficial es desmontado de una forma magistral por Vladimir Vertlib, con la creación de Rosa Masur, que, real o inventada, llega al lector con una fuerza imposible de olvidar. Solamente queda desear que Impedimenta continue traduciendo y publicando obras de este autor que lleva el estigma de la errancia en su vida. Y la escritura no puede desprenderse de esos pasos.'

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