Villa-Matas, el laberinto de la escritura
'Montevideo'. El barcelonés consigue crear un palimpsesto literario. Sobre una misma escena, acaecida en el cuarto de un hotel de Montevideo, se superponen las historias de Cortázar y Bioy Casares, que por el azar de los tiempos, ambientaron sus relatos en el mismo lugar
Vila-Matas ha vuelto para proponer al lector un laberinto. Entre sus calles y pasadizos late una escritura fresca, original, reflexiva, que deja al descubierto ... los engranajes de la propia creación. 'Montevideo' puede ser catalogada de muchas formas, pero ante todo es una novela sobre el proceso de escritura. Aborda en ella un pensamiento continuo, un listado de recuerdos donde se mezclan las ciudades y las lecturas, tantos caminos como géneros literarios hay. Sus páginas están impregnadas de crítica literaria y de misterio, de ficción y realidad, por eso es tan difícil encontrar un solo género para definirlas. El libro es, simplemente, un Vila-Matas, y el lector ya sabe que debe estar dispuesto a todo cuando aborda su lectura.
Mucho se ha hablado de autoficción tras la publicación de 'Montevideo'. La crítica ha acudido a este término resbaladizo para intentar descifrar la nueva obra editada por Seix Barral, pero la obra sigue la estela de otros libros de Vila-Matas. Me refiero a 'El mal de Montano' (2002) y a 'París no se acaba nunca' (2003), en donde la línea divisoria entre realidad y ficción es tan tenue que son indisociables. Si en el primer título el narrador es un crítico literario obsesionado con su trabajo, en el segundo se rememora el pasado parisino del autor. Lectura y memoria, las dos claves para entender un universo narrativo que nunca deja de alimentarse. El primer capítulo de 'Montevideo', dedicado a París, recuerda las vivencias del escritor, cuando era joven, en la capital francesa. Un personaje obligado a traficar con la literatura y con la droga para sobrevivir en una jungla de libros. Una cuenta pendiente con su juventud que no está exenta de homenaje a una carrera dedicada a las letras. Y de París a otros destinos: Cascais, Montevideo, Bogotá, hacia donde lleve el sentido de la página en blanco.
Misión vital
Vila-Matas ha escrito la negación del escritor. Con un estilo plagado de ironía y de humor, el narrador nos describe su propósito: no escribir nada. Es el folio blanco, pero no como parálisis creativa, sino como misión vital. No estamos ante el típico caso de un escritor falto de historia, carente de inspiración, sino de un creador que ha decidido dejar de serlo. Pasar de ser un escritor de novelas a un no-escritor. Y por el camino, va llenando páginas de tinta. El Vila-Matas de 'Montevideo' se niega a escribir. Justifica su silencio con reflexiones llenas de inteligencia y referencias literarias, pero que a medida que avanza la lectura van conformando una trama brillante y disparatada. La imagen de su propia vida de escritor. La parte de su existencia entrevista por los lectores.
Es un paso más allá en la cuestión de la metaliteratura. Si en 'Niebla' de Unamuno leemos a Augusto Pérez, el protagonista, acudir a Salamanca para rebatir al mismísimo autor los acontecimientos que le suceden, y en las obras de Emmanuel Carrère asistimos a la disección autoimpuesta de una vida ante el espejo, en 'Montevideo' Vila-Matas nos enfrenta con un autor sin obra. Es la metaliteratura llevada a las últimas consecuencias. La unión entre autor, narrador y novela como una farsa reflexiva en la que el lector es partícipe. Un artificio que asemeja al escritor catalán con Pirandello.
Nos enfrenta con un autor sin obra. Es la metaliteratura llevada a las últimas consecuencias
Pero también sirve como análisis de escritura de una obra. En esta metanovela, Vila-Matas toma consciencia del propio proceso creativo. Se sigue la cronología exacta de su composición. En cada capítulo el lector es testigo de cómo se va construyendo la novela, desde los cimientos, las primeras ideas (o no ideas, porque de eso se trata) hasta la conclusión, cuando sin pretenderlo, el libro ya está escrito. El resultado es la ambigüedad, tan pretendida por el autor. Ambigüedad creativa y lectora.
Un homenaje a Cortázar
Aunque Montevideo se inicia con Hemingway, es Julio Cortázar el verdadero protagonista en este trasunto de literaturas vividas. En efecto, el libro puede ser considerado también como un gran homenaje a las obras y autores que más han influido en la carrera literaria de Vila-Matas. Y entre todos ellos, Cortázar sobresale con un papel más que destacado. Sobre todo porque sus cuentos, en especial 'La puerta condenada', actúa como generador de historia. Hasta la capital uruguaya acude el escritor catalán con un pretexto claro: visitar la habitación de hotel en la que se desarrolla un cuento de Cortázar, escrito en los años cincuenta. A partir de ese momento crucial en la novela, al lector ya le cuesta distinguir lo que es ficción y realidad. El relato va saltando por la trama cortazariana y la propia de Vila-Matas, asistiendo a un homenaje en toda regla, pero también a una dulce ambigüedad que sostiene las mejores páginas de 'Montevideo'.
El escritor barcelonés consigue crear un palimpsesto literario. Sobre una misma escena, acaecida en la habitación del hotel de Montevideo, se superponen las historias de Cortázar y Bioy Casares, que por el azar de los tiempos, ambientaron sus relatos en el mismo lugar. También aparecen Borges, Melville y una pléyade de autores que no son casuales. El lector vislumbra en todos esos nombres una colección de sentimientos, una historia que refleja, parafraseando al propio autor, una auténtica «biblioteca portátil». El libro se comporta, en última instancia, una fuente inagotable de lecturas ajenas.
Sobre Julio Cortázar se desliza la mirada del Vila-Matas crítico, acudiendo a sus cuentos como surtidor de creación narrativa, mucho más que a 'Rayuela'. A parte de 'La puerta condenada', también aparecen 'Casa tomada' y sus cronopios, así como extractos de cartas y entrevistas que el genio argentino deslizó a lo largo de su vida. 'Montevideo' propone una arqueología cortazariana, una búsqueda fetichista donde el narrador tiene la obsesión de hacer posibles los escenarios de los cuentos que ha leído. Y ese es un homenaje noble para un escritor que, antes de creador, es un lector empedernido.
Esa es una de las claves de 'Montevideo'. No en balde su estructura viene delimitada por ciudades. París, Cascais, Reikiavik, Montevideo y Bogotá son los capítulos que conforman el libro, pero también lecturas pendientes, carreras literarias por la que perseguir a un autor. Ciudades y libros como forma de estar presente en el mundo. De ahí que Montevideo no sea solamente una ciudad, sino un estado mental. No hay ciudad más literaria en el mundo, según el narrador. Vivir para leer. Escribir para salvarse de la escritura. Y llegar a 'Montevideo'. Ambiguo y genial. Es Vila-Matas.
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