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Retrato del poeta Francisco Sánchez Bautista. enrique martínez bueso
Tomad y bebed

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La Asociación Cultural Poeta Francisco Sánchez Bautista publica la 'Antología del agua'; el autor nacido en Llano de Brujas, la voz de la vida de la huerta, cumplió el pasado martes 94 años

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Lunes, 17 de junio 2019, 22:38

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«Soy Francisco Sánchez Bautista, y nací el día 11 de junio de 1925 por la mañana. Era el día del Corpus Christi. Nací en la casa que teníamos en la huerta, claro...», cuenta el poeta de la pedanía murciana de Llano de Brujas, con el que varias generaciones de lectores llevan gozando de su palabra poética, del ejemplo de su vida sencilla y del cántico a la naturaleza que ha impregnado su existencia. Sánchez Bautista, que el pasado martes cumplió 94 años, sigue manteniendo muy vivos su amor a la naturaleza y su visión de un mundo en el que belleza e injusticia a menudo caminan juntas. El poeta ha recibido un regalo muy especial: la edición, a cargo de la Asociación Cultural Poeta Francisco Sánchez Bautista, de una 'Antología del agua' que recoge los mejores poemas en los que la hizo habitar, bien para celebrar con júbilo su presencia o para lamentar amargamente su ausencia en estas tierras murcianas en las que ha transcurrido toda su vida.

'Antología del agua', cuya edición ha estado al cuidado de Manuel Bravo Martínez, recoge también unas palabras agradecidas que le dedican Isabel Martínez Llorente e Iñaki de Verástegui, ambos profesores en el IES Poeta Francisco Sánchez Bautista. Qué hermosos los recuerdos del poeta que tienen que ver con las imágenes de un tiempo en el que «estaba el agua limpia, había peces, había mariposas, en los bancales aún se sembraba trigo, había muchísimos árboles a las orillas de los cauces, que los llamábamos quijeros; había olmos, álamos, fresnos, y un poco de cañaveral al principio; había parras unidas a los chopos y había muchas cigarras en el verano, y ruiseñores que nos cantaban a la madrugada...; o sea, que era un paraíso».

Sin hacer ruido, sin llamar la atención y por escrito, porque huye del discurso, el mitin, las tertulias públicas, la arenga y el griterío como del cólera, el escorbuto o la hoguera, Sánchez Bautista escribe en su 'Trova elegiaca': «Mi corazón se va / consolidando como / los fósiles. Un día / será monte de todos». El autor de poemarios como 'Elegía del Sureste', que vivió la torpeza de la censura por su duro alegato contra las guerras y las dictaduras, y del jugoso y lúdico 'Libro de las Trovas', tiene claro que «la vanidad no sirve para nada». «El tiempo es más poderoso que cualquier gesto de vanidad, de orgullo. Significan poco», dice el escritor, quien vive, anhelando hoy y siempre la serenidad. Sánchez Bautista -«Mi infancia fue una infancia en pie de guerra. / Guerra y postguerra se llamó mi infancia»-, reconoce que, cuando repasa su trayectoria literaria, lo que de verdad le agrada es que «haya personas que lean mi obra y sientan alguna emoción». El escritor asegura ser «un poeta solitario, que he ido siempre por libre y así continúo. Voy como un pájaro fuera de la bandada».

«He ido siempre por libre y así continúo. Voy como un pájaro fuera de la bandada»

«Los amigos son mucho más importantes que los reconocimientos», asegura este también gran lector que compagina a menudo la lectura de textos sagrados, «donde encuentro muy buena poesía», con textos y biografías de autores como Epicuro, quien «amaba la vida y tenía una gran confianza en la amistad». «Era todo un personaje, y con todo eso que dicen de que era un materialista tremendo no estoy yo muy de acuerdo», añade el autor de 'Alto acompañamiento' (1992), cuya literatura fue elogiada por personalidades como el también murciano Gonzalo Sobejano, prestigioso hispanista, fallecido en Nueva York el pasado abril.

Tiene razón Isabel Martínez Llorente: «Paco es bajito; sin embargo, ¡qué grande se hace en las palabras!, ¡cómo embellece la realidad más cruda!, ¡con cuánta humildad se acerca a los elementos más originarios del ser humano, al agua, al trabajo, al alimento, a la sed... para nombrarlos de una forma nueva, para enseñárnoslos desde ese espacio que el resto, los demás, no alcanzamos».

Al amanecer

Cuenta Iñaki de Verástegui que «cada día, al amanecer, pedaleo en mi bicicleta el trayecto que va desde la ciudad de Murcia hasta la pedanía de Llano de Brujas. Un rincón de la huerta que pervive milagrosamente a pesar de los zarpazos que la acción del hombre ha asestado al paisaje». «Vivo esta destrucción como una desazón honda, inevitable, como un desgarro que añora 'La Arcadia perdida'». añade el profesor. «Sin embargo», precisa, «resulta que desde que conocí la obra de Paco, este mismo paisaje que contemplo a diario se va ensanchando a mis ojos, va cobrando, en cada encuentro, un nuevo sentido. La música del agua, la música de las aves, el milagro de la luz... la música de los árboles...».

Estamos en junio, un mes al que Sánchez Bautista le ha dedicado algunos de sus mejores versos: «Lento y cálido junio, / a la luz infinita de tus días / el mundo maduraba. / Y yo, niño crédulo y rural, iba / bajo la fina lluvia / buscando entre los árboles / los mágicos cimientos / en donde se apoyaba el arco iris». Estamos en junio, sí, y este nuevo libro es el mejor modo, amistoso y cargado de sabiduría de vida, de recibir el verano.

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