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Mucho más que resiliencia

Mucho más que resiliencia

Una mujer incapaz de rendirse, aferrada a una sonrisa

ANTONIO PARRA SANZ

Lunes, 26 de octubre 2020, 21:31

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Hace ya mucho tiempo que Rosa Montero se convirtió en una autora experta en desentrañar la naturaleza humana de sus personajes, y esto, que quizá pueda parecer un tópico literario, no resulta nada sencillo, porque hay que tener una sensibilidad especial para que esas criaturas propias no se desmoronen a la vuelta de una página o un capítulo traicionero. Evidentemente, para alcanzar esa capacidad hay que haber leído mucho y haber vivido mucho, dos virtudes que nadie le puede negar a la autora madrileña.

En esta ocasión nos encontramos a Pablo, un hombre maduro que un buen día se baja de un tren, deja plantados a los asistentes de una importante reunión y se instala en un pequeño piso de un pueblo aún más pequeño, perdido en el corazón cordobés. Con una frialdad pasmosa, la autora nos hace acompañar a este hombre, utilizando un presente muy dinámico durante toda la novela, engolosinándonos con una serie de secretos que parece ocultar y que motivarán tal vez su retiro. Esa curiosidad, estimulada página tras página, se vuelve el mejor motor narrativo, y será condimentada con dos personajes que poco a poco se irán acercando a Pablo, derribando sus barreras, Raluca y Felipe.

Una mujer incapaz de rendirse, aferrada a una sonrisa y a una esperanza eterna, que hace de la resiliencia un modo de vida, y un anciano de vuelta de casi todo, enfermo y solo, pero que también se aferra a la vida con uñas y dientes. Ese trío le basta a Rosa Montero para desnudar esa naturaleza humana antes mencionada, y con ellos vamos comprobando que la vida no es fácil, que hay golpes, muchas veces propinados por los demás, pero también que como humanos atesoramos la energía suficiente como para agarrarnos al bien en cualquiera de sus formas, aunque venga de la mano de un pequeño puesto de trabajo en el supermercado de un pueblo olvidado del mundo.

Poco a poco los secretos de Pablo se irán desvelando, y el nuevo camino que ha de recorrer se abrirá ante él, dejándole en la disyuntiva de dar un nuevo paso o mantener el refugio que ha encontrado, valorando hasta qué punto puede ser vital la compañía de esos seres especiales a los que ni él ni cualquier autor que se precie debería dejar de lado. La guinda de las novelas de Rosa Montero radica en que siempre terminan por arrancarnos una sonrisa.

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