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Sin miedo al qué dirán

Un excelente relato de un escritor que apuesta decididamente por la calidad literaria

JOSÉ BELMONTE

Viernes, 28 de diciembre 2018, 21:41

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En cierta ocasión, durante un curso de verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, pregunté a uno de mis profesores, el poeta Jaime Gil de Biedma, a qué escritor de entre los de la Generación del 27 prefería. Su respuesta fue inmediata: a Jorge Guillén, sin ningún género de dudas. Y alegó sus razones. «Me gusta desentrañar por mí mismo el significado profundo del poema y no que me lo den todo hecho. En el fondo, ¿sabe usted?, resulta algo divertido y es un buen ejercicio para activar la inteligencia». Desde entonces, leo con más detenimiento a Guillén y pongo muchos peros a algunos de sus contemporáneos, como Alberti, Cernuda y el mismísimo García Lorca.

La narrativa de Ginés Sánchez (Murcia, 1967) va por esos derroteros. Su literatura no es para el lector una bicoca, una perita en dulce, un modo sencillo de evadirse de la realidad a través de las palabras. Muy al contrario, en todas sus novelas, sin excepción, desde 'Los gatos pardos' hasta su inquietante 'Dos mil noventa y seis', que me pareció una de las mejores obras publicadas en España en el último decenio, Ginés Sánchez pone a prueba a quienes nos acercamos a sus páginas con cierta ingenuidad, con el ánimo de pasar la tarde sin pagar peaje alguno, por toda la cara. Requiere, por lo tanto, de ese lector cómplice que enunció en su día Umberto Eco. De un lector avispado y atento, capaz de seguir sus pasos, de saber desentrañar las trampas de un camino largo y pedregoso, pero también repleto de tesoros que están por desentrañar. El resultado final siempre es positivo. Entre el debe y el haber se termina ganando. Porque, en realidad, después de más de medio millar de páginas, como es el caso que nos ocupa, uno tiene la sensación de haber conseguido algo que se nos figuraba al principio inalcanzable. Esa es la base y la esencia de la buena literatura. Y ahí está el verdadero escritor, el genuino, el auténtico, el que no quiere doblegarse, ni con una daga en la garganta, a las modas ni a los cantos de sirena de lectores y editores, que siempre demandan un relato en donde brille lo argumental, y un lenguaje a prueba de alumnos con asignaturas pendientes.

'Mujeres en la oscuridad' tampoco es -todo hay que decirlo-, para aviso de navegantes, un relato críptico, de lectura insalvable, en la línea del 'Ulises' joyciano o 'Bajo el volcán' de Lowry. Pero algo tiene de esa herencia, un leve perfume que nos transporta a los más grandes narradores europeos que revolucionaron la literatura. 'Mujeres en la oscuridad' es, además, un libro muy arriesgado que solo podía llevarlo a cabo un tipo con agallas. Porque en estos tres personajes femeninos, Julia, Tiff y Miranda, hay tres estilos diferentes, tres discursos, tres maneras de concebir el mundo y de enfrentarse a la vida. Todo un alarde de genialidad por parte de Ginés Sánchez, que no tiene miedo alguno al qué dirán.

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