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El lado más salvaje de la vida

PATRICIO PEÑALVER

Lunes, 17 de diciembre 2018, 22:29

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En este conjunto temático de relatos nos encontramos con una literatura sin recovecos y sin ningún ápice de artificio, tan real y tan rocosa como cuando la vida es dura hasta doler, con un estilo telegráfico y potente que te interpela y no te deja indiferente. Cuando Mohamed Chukri se adentra por el zoco de Tánger o camina por los arrabales y calles de Ifrán o Rabat y traspasa sus puertas, nos sumerge en un mar de sensaciones vívidas; cuando nos relata las vicisitudes de los niños abandonados de la calle, no necesita echar mano de la ficción, ya que él mismo fue uno de esos niños abandonados que aprendió a leer a los veinte años.

Chukri, con un estilo cervantino a favor de los desdichados, nos muestra una galería de personajes rotos, abocados al abismo, que palpitan y no dejan de tener sueños, que también se regocijan con los infortunios de sus almas gemelas, mientras deambulan y nos enseñan la ciudad, por esas angostas calles, que van al otro lado, al lado más salvaje de la vida.

En 'La Jaima', una segunda recopilación de quince cuentos que se publicaron en 1985, se puede ver la evolución del escritor después de otras obras como 'El loco de las rosas' o 'El pan a secas'. Sin embargo, en esta edición se añaden ciertas novedades: por un lado, su traductora, Rajae Boumediane el Metri, ha utilizado como base la versión árabe de 2003, que Mohamed Chukri dejó revisada antes de fallecer en ese mismo año, y, asimismo, se añade un nuevo relato: 'En el tren'. El escritor marroquí prosigue y vuelve a la carga, con una nueva vuelta de tuerca, a los temas que verdaderamente le importan, como el escritor comprometido socialmente que fue, con esas tramas incómodas que no dejan de ser tabúes en ese entorno, que no son otras que: los malos tratos, la prostitución, el alcoholismo o los niños de la noche.

Mohamed Chukri dijo: «Yo tengo dos memorias: la memoria de un analfabeto y la memoria de uno que aprendió a los veinte años».

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