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Miguel Hernández (1910-1942), poeta y dramaturgo nacido en Orihuela y leído en todo el mundo.

Miguel Hernández y el dolor de los enamorados

La editorial Adeshoras publica 'Compañera de nuestros días', una selección de poemas y prosa con presencia de la mujer

Sábado, 27 de mayo 2023, 08:47

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La editorial Adeshoras, comandada por Susana Noeda, ha puesto en circulación estos días la antología de poemas y prosa con presencia de mujer 'Compañera de nuestros días', una selección del escritor José Luis Esparcia, con un prólogo de la profesora y escritora Fanny Rubio. Cuenta Esparcia en el volumen que en la construcción de referencias y mensajes y la elección de fuentes en la obra del malogrado escritor oriolano, muerto de tuberculosis en la cárcel de Alicante en 1942 [no había cumplido los 31 años], encontramos paralelismos ya sea escriendo prosa o poesía: «La dedicación inicial a los cuadros costumbristas, saltará a la necesidad expresiva en el campo de batalla, donde vuelve a emerger la figura matera como pilar reforzador de sus razonamientos solidarios y alusiones femeninas». Y lo apoya en esta cita, «una de las más clarificadoras»:

«Tengo muchos motivos -escribe Miguel Hernández- para pegar martillazos contra los culpables de la tristeza de las campesinas de España: mi madre ha sido, es, una de las víctimas del régimen esclavizador de la criatura femenina. Enferma, agotada, empequeñecidaa por los grandes trabajos, las grandes privaciones y las injusticias grandes, ella me hace exigir y procurar con todas mis fuerzas una justicia, una alegría, una nueva vida para la mujer».

Según Esparcia, el «siempre concienciado» Miguel Hernández demuestra un compromiso «con el papel que jugaba la mujer de su tiempo y, sobre todo, con el que debía jugar como ejemplo también de la evolución del pensamiento del propio poeta». En un principio, dice el colector de la antología, con un posicionamiento suave, si bien «apunta a una explosión futura de su madurez intelectual repecto a la mujer y su papel social».

En 'Compañera de nuestros días' están reunidos poemas en los que Hernández se inspira en la mujer «como símbolo y como ser igualitariamente decisivo en el ideal de convivencia», anota Esparcia, y lo hace «de un modo nítido y frecuente, especialmente en el periodo de lucha social y en el periodo bélico». No podemos hablar de que el autor de 'Perito en lunas' y 'Las nanas de la cebolla' fuera un activista. Compendiando, en la Segunda República empiezan a concretarse, cita el antólogo, algunos logros del feminismo como el sufragio para la mujer, adelantos en la escolarización femenina y después la promulgación de la ley del aborto, así como la igualdad constitucional en el acceso a empleos y cargos públicos, sin despreciar los avances en derechos laborales. Pero hace constar Esparcia que Miguel Hernández «sí era aquel humanista que consideró a la mujer, en toda su actividad, símbolo indiscutible en cualquiera de las facetas originales, así como las voluntaria y responsablemente asumidas».

En su tierra natal. Fotografía del archivo del poeta Miguel Hernández en su pueblo, Orihuela, con esparteñas. FMH
Imagen - En su tierra natal. Fotografía del archivo del poeta Miguel Hernández en su pueblo, Orihuela, con esparteñas.

Todo ello lleva a concluir, afirma Esparcia, «que, en una época determinada, época de maduración, la mujer es estandarte principal, no solo del despertar de su sensualidad juvenil, o también de su sentimiento madurado de la imprescindible y felizmente inspiradora etapa de enamoramiento en abstracto, y, llegado el momento, amor concretado en su musa al fin elegida, sino que será estandarte de los valores humanos que el poeta preconiza en términos de convivencia entre iguales en un marco de ideal humanista».

Encontramos en este volumen, por ejemplo, algunos de sus 'Poemas de adolescencia' (1923-1932), con «grado sumo de sensiblidad poética», entre ellos el que será el sino de su vida, la tragedia, atrincherada en el seno de su familia, en 'Hermanita muerta' [recuerda Esparcia que después de Miguel nacen cuatro hermanas, de las que tres morirán a edad muy temprana (Concepción, Josefina y Montserrate)], y de 'Perito en lunas', su primer poemario, publicado en Murcia en 1933, en Colección Sudeste, por los murcianos Raimundo de los Reyes y José Ballester, periodistas de LA VERDAD. Es el caso del poema 'Gitanas': «¡Lunas! Como gobiernas, como bronces, / siempre en mudanza, siempre dando vueltas. / Caundo me voy a la vereda, entonces / las veo desfilar, libres, esbeltas. / Domesticando van mimbres, con ronces, / mas con las bridas de los ojos sueltas, / estas lunas que esgrimen, siempre a oscuras, / las armas blancas de las dentaduras».

El escritor José Luis Esparcia señala que el «siempre concienciado» poeta demuestra un compromiso «con el papel que jugaba la mujer de su tiempo y, sobre todo, con el que debía jugar» como ejemplo de evolución de su pensamiento

Otros textos desde 'El silbo vulnerado' a 'Viento del pueblo' manifiestan su cambio de aires. Ya no es solo el muchacho que pastorea por la serranía de Orihuela. Desde Madrid, Hernández escribe a Juan Guerrero Ruiz en julio de 1935 que ya no tiene nada que ver «con la política católica y dañina de 'Cruz y Raya', ni mucho menos con la exacerbada y triste revista de nuestro amigo Sijé». Incluso le resultan «extraños» poemas publicados en la revista 'El Gallo Crisis' y escritos «hace seis o siete meses». «Me dedico -le dice al abogado murciano, pilar del Suplemento Literario de LA VERDAD en los años 20- única y exclusivamente a la canción y a la vida de tierra y sangre adentro: estaba mintiendo a mi voz y a mi naturaleza terrena hasta más no poder, estaba traicionándome y suicidándome tristemente». En 'El rayo que no cesa' (1934-1935), escribe Miguel Hernández: «Silencio de metal triste y sonoro / espadas congregando con amores / en el final de huesos destructores / de la región volcánica del toro. / Una humedad de femenino oro / que olió puso en su sangre resplandores, / y refugió un bramido entre las flores / como un huracanado y basto lloro. / De amores y cálidas cornadas cubriendo están los trebolares tiernos / con el do lor de mil enamorados. / Bajo su piel, las furias refugiadas / son el nacimiento de sus cuernos / pensamientos de muerte edificados».

En ese periodo, según Esparcia, «lo femenino es esencialmente la amada y la amante, la fuente poética de sus sentimientos amorosos». Y no solo, incide, es Josefina Manresa su gran inspiración amorosa. «No deja de ser una situación propia de un joven que está todavía absorto por el mundo exterior a su nido oriolano, que está en proceso de descubrimiento constante en los planos vital e intelectual, y esto implica también un conocimiento de la estética y la moral femenina desde enfoques diversos a la tradición rural de la que venía». Ese ardor encuentra otras destinatarias (María Cegarra, Carmen Pastrana o Maruja Mallo, sin pasar del platonismo a veces), aunque reconducirá su relación con Josefina empezado el fatídico 1936.

  • Título «Compañera de nuestros días»

  • Autor Miguel Hernández. Textos escogidos con presencia de mujer de toda su poética y prosa por José Luis Esparcia.

  • Prólogo Fanny Rubio.

  • Edición Editorial Adeshoras, 2023

«Volverás a parirme»

Del periodo de guerra, desde 'Viento del pueblo' a los primeros poemas del 'Cancionero y romacero de ausencias' y su detención, José Luis Esparcia destaca en este libro textos que representan «un ejemplar cuadro patriótico que simboliza la vibración filial frente al sufrimiento de la madre, de la mujer que da su carne y su alma que se le desprendió en esperanza de fértil vida con el hijo». El ejemplo es el poema 'Madre España': «Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella / volverás a parirme con más fuerza que antes. / Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando: / ¡madre!». En '19 de diciembre de 1937' escribe: «Nunca tan parecida tu frente al primer cielo. / Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora. / Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo / te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora».

La mujer no deja de ser, compendia Esparcia, es este volumen amplísimo en referencias y en todo momento palpitante en el corazón los lectores, «su balanza positiva», repara Esparcia, cuando Hernández dice a su madre: «Las cárceles y las mujeres se han hecho para los hombres».

Fanny Rubio, en su presentación, 'Miguel Hernández: mujeres corales', dice que las amadas del poeta «tienen el ingrediente de la ausencia, de una potencia inusitada». Destaca la energía interna de estos textos simbólicos, y las alusiones al toro, «espejo de orgullo, de pasión y de destino trágico que anticipan la desventura y los poemas estremecedores como 'Canción del esposo soldado'.

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Miguel Hernández y el dolor de los enamorados