Todo el devenir de Occidente
'El italiano', un nuevo relato del escritor y académico de la Lengua cartagenero Arturo Pérez-Reverte, con el Mediterráneo al fondo
FRANCISCO J. HERNÁNDEZ RUIZ
Lunes, 24 de enero 2022, 21:35
Arturo Pérez-Reverte ha publicado recientemente su novela 'El italiano. Una historia de amor, mar y guerra' (2021). La historia se ambienta en los años ... 1942 y 1943, entre Algeciras y Gibraltar, durante la II Guerra Mundial, en los días en que buzos de combate italianos hundían o dañaban diferentes barcos de las Fuerzas Aliadas atracados o fondeados próximos a los respectivos puertos de una u otra ciudad. En ese marco se nos cuentan las peripecias de Elena Arbués, una joven y viuda librera, que una noche, paseando por la playa, encontrará inconsciente a uno de esos buzos, Teseo Lombardo.
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Así, sin que ninguno de los dos lo sepa en ese momento, iniciarán una feliz historia de amor en la que ella bien podría haber dicho aquella frase de Ingrid Bergman en 'Casablanca': «El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos»; sin embargo, a diferencia de ésta y cual imagen invertida en un espejo, su papel será mucho más participativo, involucrándose en ayudar a los italianos y sufriendo las consecuencias.
El propio autor ha dicho que pretendía hacer, mediante la novela, un canto al Mediterráneo, un homenaje a la patria mediterránea, lo que me recuerda aquello que decía el filósofo Gaston Bachelard sobre que establecemos relaciones ficcionales, imaginarias, con el espacio que nos circunda; de la misma manera que el escritor romántico Gustavo Adolfo Bécquer creía poder adivinar en el polvo de las calles de Toledo los restos últimos de siglos de profunda y densa historia, así nuestro autor aprecia en las olas del Mediterráneo todo un legado de la cultura clásica y de las civilizaciones que han nacido y perecido bordeando sus costas; culturas que forjaron las raíces del presente.
Ruina
El mar Mediterráneo constituye, desde esa perspectiva, una ruina en sí misma de todo aquello, entendida tal como lo hacía otro personaje revertiano, Olvido Ferrara, en 'El pintor de batallas' (2006), es decir, como vestigio (que no escombro) al que el arte aún puede hacer hablar reconstruyendo su antigua imagen.
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Ese legado, como el reflejo de la luz sobre las olas, se dispersa, dentro de la novela, en diferentes concreciones; la principal es la protagonista, Elena, que con su vasto bagaje de lecturas clásicas sabe reconocer a un héroe también clásico, fiel a sí mismo, en Teseo (con todas las reminiscencias de su nombre), del cual se dice que ha sido esculpido por los siglos de dicho legado como si fuera una de esas estatuas que cobran vida en las leyendas becquerianas.
Pero dicha herencia tiene otro polo que contextualiza toda la historia: la guerra y su vorágine que se fundamenta en la violencia connatural al ser humano (según el propio autor), de manera que se convierte en medida para nuestra moral según nos entreguemos a ella o nos resistamos; esto se advierte en el personaje de Harry Campello, capaz de ordenar torturas pese al ámbito civilizado en que se mueve.
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Resulta curioso que el mar sirva, muy apropiadamente, de límite difuso entre civilización, en la superficie, y las acciones de guerra llevadas a cabo por los 'maiale' bajo el agua.
En conciencia de todo lo anterior, la historia de amor de los protagonistas, pese a ser uno de los motores de la acción, no es la clave del relato, ya que desde el principio sabemos su final, sino el tiempo, todo el devenir mismo de Occidente; por eso, quien lea la novela, en cierta forma, está leyendo también parte de su propia historia.
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