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Ani Galván (Murcia, 1992). Martínez Bueso
El libro de la semana de Ababol

No daré mi palabra de honor

'Educación de una cortesana'. La autora murciana Ani Galván compone un extenso poema que parte de la presuposición de que la mujer se hace y se forma en la vivencia del mundo, al aprehender de la experiencia femenina ajena ficticia, histórica o real para incorporarla en sus decisiones y su linaje

Anabel Úbeda

Sábado, 23 de septiembre 2023, 07:27

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No hay un manual correcto de conducta para las mujeres porque como citan en la reciente película de 'Barbie' (2023) todos los consejos, sugerencias o normas que nos imponen acaban resultándonos contradictorias. La incorrección, la contestación y el cuestionamiento son los pilares básicos en los que se asienta 'Educación de una cortesana' (Premio Carmen Conde de Poesía 2022, Torremozas) de la poeta Ani Galván (Murcia, 1992), un conjunto lírico que explora la versatilidad de lo femenino y los límites de la sociedad para reconocerse y situarse en el mundo. Este viaje por el autoconocimiento femenino se divide en dos secciones 'Educación física' y 'Educación sentimental' en las que juega con la idea de los manuales medievales y áureos destinados a la educación de los príncipes u hombres de la Corte que llegaban a los puestos de poder. Esos que durante siglos han estado vedados para nosotras y que ya recibieron contestación, desde los diarios y las epístolas, por parte de pioneras como Santa Teresa de Jesús o Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre otras.

La autora juega con la dicotomía semántica del sustantivo 'cortesana' que, siguiendo a la Real Academia Española, señala a la mujer que 'ejercer el oficio de la prostitución de manera distinguida' o que 'pertenece a la Corte', una segunda acepción que resalta más los modos y costumbres propios de las clases altas. Con esta contradicción resalta la doble moral que se aplica habitualmente a la hora de medir nuestros comportamientos, aptitudes o decisiones, transitadas siempre por el marco de los cánones de belleza y los estereotipos de cada momento histórico.

La primera sección 'educación física' abre con una cita de Ada Salas que nos sitúa directamente en el aprendizaje más temprano y duro: el del cuerpo. El cuerpo se convierte en algo más que un continente, el cuerpo tiene memoria, nos recuerda el dolor y las sensaciones que vamos madurando con los años. El yo-lírico inicia su andadura en los primeros pasos con «una infancia en el gineceo», creando una suerte de personaje de ficción que vive entre las cortesanas y las nodrizas, recordando los papeles históricos de las mujeres que sostuvieron la sociedad: «gineceos condenados / a la ficción de las fábulas / en ellos y no en las ágoras / estuvo siempre la Historia».

Continúa hacia la adolescencia en «una palabra polisémica» refiriéndose al concepto de 'mujer', recogiendo consejos, advertencias que sabiamente desobedeció al nacer de tópicos sociales, en esa madurez que va adquiriendo comprende en «una lección de plástica» que: «para que nada duela / algo en ti debe / contenerse». Silenciar el dolor, el grito, el miedo, el deseo es una lengua que se aprende como en una «práctica de idiomas» su siguiente poema, porque la palabra conlleva un juicio ajeno, es ironizar el clásico dicho «la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo», pero con una sentencia más clara: «desear / fue aprender / a estar callada / en el prescindir de la palabra / empecé a ser libre».

La didáctica temprana trae consigo el reflejo de la evolución de nuestra belleza en un espejo, «un complot estival» que va sucediéndose mientras rompen las primeras experiencias amorosas en un diario ficticio que cita: «en estos ocultos / esponsales enmudece el mundo». El amor va apareciendo y desapareciendo, a la madre, al hombre, a una misma, entre referencias a las arquitecturas de las civilizaciones u otras más pop como Gal Gadot, para llevarnos a un poema como «dice Susan Sontag que el uso de la cámara implica una agresión» que nos recuerda a la venta de nuestra intimidad a través de una pantalla, a la necesidad de mostrar una parte de nuestra vida.

Un camino que prosigue en poemas hondos y nos lleva a la 'educación sentimental', el cual se abre con una cita de Roland Barthes dirigida a todo aquel que ama porque cuestiona, porque al conocer al otro, se conoce a sí mismo. Empieza en «edades» un recorrido de la infancia a la vejez («todo albor/ se repliega al paso de los lustros»), del paso inexorable del tiempo y la llegada de la enfermedad, en un barroquismo absoluto que trata de dar un espacio seguro al otro: «te amaré incluso / cuando tus piernas pierdan su fuelle». El amor como motivo principal de este conjunto es la aceptación incesante de la adversidad, de que existe siempre un final: «enciende con mi fe esta llama / y ofrécela a los muertos que esperan».

Amante, lugar y forma

Esta lección contiene subconjunto como una conversación con «un amante que no comprende lo que digo» compuesta de diversos poemas de carácter fragmentario en los que asistimos al encuentro, entre dos amantes, hechos a imagen y semejanza: «conocerte fue nombrar / y cederte un lugar / que tenía tu forma». Más adelante, sigue internándose en la intimidad del abrazo que nos encadena al otro y que un día puede convertirse en desencadenante de nuestro dolor cuando viene a la memoria: «Si me desprecio / no es por necesitar/ tu vuelta».

También se asoma a las historias de amor de otros que sirven como un canal para el aprendizaje de la lengua del amor: «la caricia, el agua del Jehlum / que todo que todo lo sana con su roce». El sujeto lírico, poema a poema, evoluciona en sus perspectivas, se perfila como un ser especular capaz de contar y cantar el sentimiento («mi amor es argento vivo»), de entregarse, comprender e incluso imaginar el primer encuentro bíblico para darnos la visión de una mujer forjándose desde una mismidad que ve en su pasado los signos ciertos de un futuro cruzado por el infinito aprendizaje que trae consigo el amor, una mujer que es un «ángel marcado con cicatrices no siempre suaves / con el andar errático del destierro que ha acogido a quienes no temen / las fronteras llameantes del jardín».

'Educación de una cortesana' de Ani Galván es un extenso poema que parte de la presuposición de que la mujer se hace y se forma en la vivencia del mundo, al aprehender de la experiencia femenina ajena ficticia, histórica o real para incorporarla en sus decisiones y su linaje.

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