El corazón tras la placa
'La llama de Focea'. Dos historias con el nexo común catalán. Por un lado, la hija de uno de los principales investigados por el Procés aparece asesinada cuando hacía el Camino de Santiago, y, por otro, recorreremos las calles de Barcelona de 1992, con un joven Bevilacqua destinado allí para evitar acciones terroristas de Terra Lliure a las puertas de las Olimpiadas
CLAUDIO CERDÁN
Sábado, 22 de octubre 2022
Recuerdo hablar hace ya varios años con Lorenzo Silva, durante las jornadas de un festival de novela negra en las que estábamos invitados, sobre la ... presencia rusa en el Procés de Cataluña. En algún momento saltó la noticia de que habían detenido a varios ciudadanos rusos, presumiblemente espías, por colaborar con los movimientos independentistas. Luego nunca más se supo. Puede que Lorenzo ya estuviera pensando entonces la trama de 'La llama de Focea' (Destino, 2022), porque en su novela sale todo eso y más, mucho más.
Hablar de Lorenzo Silva es hacerlo sobre uno de los grandes escritores de nuestro país. Su prestigio y calidad están fuera de toda duda y cada uno de sus libros es una pequeña joya a reivindicar. Su saga más famosa es la de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, de la que nos llega su duodécima entrega. En esta ocasión la trama se divide en dos historias con el nexo común catalán. Por un lado, la hija de uno de los principales investigados por el Procés aparece asesinada cuando hacía el Camino de Santiago, y por otro recorreremos las calles de Barcelona de 1992, con un joven Bevilacqua destinado allí para evitar acciones terroristas de Terra Lliure a las puertas de las olimpiadas. Pasado y presente se irán hilando en una novela reflexiva que trata de explicar qué sucede en Cataluña desde una mirada serena y lúcida.
Pasado y presente se irán hilando en una novela reflexiva que trata de explicar qué sucede en Cataluña desde una mirada serena y lúcida
El espejo de la edad
Ambas tramas tienen de protagonista a Bevilacqua, uno joven y con mucho por aprender, y otro, el actual, con muchos años de servicio a sus espaldas. Y será el veterano quien, con la mentalidad tranquila que da el paso de los años, nos descubra uno de los pasajes más importantes de su vida y cómo lo marcó para ser el agente que es hoy. El tiempo pasa para todos y ninguno somos el que fuimos. Echar la mirada atrás es un ejercicio saludable si se encuentra el ángulo adecuado, echar cemento a los errores y no al miedo para reencontrarse con ese viejo desconocido que fuimos. La nostalgia, tan de moda con las series actuales, tiene un peso importante en esta novela.
El viaje del protagonista vendrá marcado por su vida profesional, su llegada a Barcelona y el choque cultural con una comunidad hasta el momento desconocida para él, pero será en las vivencias personales donde Silva ponga toda la carne en el asador. Lo hará desde dos ángulos. Primero, con el desmorone de su matrimonio con el divorcio a las puertas, lo cual supone un seísmo para el protagonista. Y después, siguiendo las pautas que establece la vida, el encuentro con un amor puro y sano, de los que marcan, de esos que se dicen imposibles. Los sentimientos de los que habla en estos pasajes son tan universales y están cargados de una poesía tal que es muy fácil empatizar con ellos. Las decisiones se muestran como inevitables, tanto las buenas como las malas, y la verdad brota de cada párrafo. Bevilacqua es un personaje de ficción, pero se siente tan humano que asusta.
El independentismo catalán
Lorenzo Silva no tiene miedo a entrar de lleno en el Procés. Lo hace desde una posición objetiva, la del visitante externo que observa algo que no entiende e intenta no juzgarlo, pero tratando de dar sentido a cómo se ha llegado hasta ahí. Para ello explora en diferentes libros y autores y traza una perspectiva histórica basada en determinados sucesos reales donde demuestra que ni unos fueron tan malos ni los otros tan buenos. La alegoría a Focea, de la que hace mención el título, le sirve para trazar un arco de similitudes con la actualidad en una reflexión que dará que hablar. Eso no le impide hablar sin tapujos del Tsunami Democrátic, de las urnas en la calle o del «a por ellos, oé» que cantaron los refuerzos que fueron a Cataluña. Para hacer una tortilla hay que romper varios huevos.
La doble trama temporal sirve al autor para señalar el camino que llevó a los líderes a la cárcel y a buena parte del pueblo catalán a manifestarse. En el 1992 que nos retrata ya hay conatos de incendios, pero también otra forma de actuar ante ellos. Ahí surge el personaje de Robles, un carismático sargento que tomará a Bevilacqua bajo su paraguas, pero que traspasa demasiadas líneas rojas y coquetea con el lado oscuro más de la cuenta. El protagonista jugará con fuego y se asomará al abismo más de lo aconsejable en un momento en el que su vida se tambalea.
La conexión rusa
La actualidad también tiene presencia con el asesinato de una joven en el Camino de Santiago. Un suceso real muy similar ocurrió hará varios años y las concordancias son palpables. También llama la atención la ya nombrada trama rusa en el independentismo, de la que Silva da un buen repaso. Aquí entran las facilidades que se dieron para conseguir la nacionalidad española instantánea a aquellos que invirtieran un millón de euros en nuestro país sin preguntar demasiado de dónde procedía el dinero, la burbuja inmobiliaria, los testaferros y el blanqueo de capitales. Tendrán que leerse la novela para saber más, pero les adelanto que es tan fascinante como aterrador.
Como se ve, se trata de una obra de género policiaco, con asesinos, víctimas, prostitutas, agentes corruptos, clanes criminales y la ya citada mafia rusa. La investigación se ramificará y las pistas y testigos irán apareciendo con cuentagotas en un suspense que no dejará de crecer hasta el inesperado giro final. Pero es en las relaciones personales donde la novela destaca con voz propia. Lorenzo Silva crea una novela reflexiva, atemperada, que deslumbra con personajes vívidos, diálogos realistas y una trama actual. Sin duda, uno de los grandes lanzamientos de este otoño.
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