'Casi Chicago', realismo sucio
Un hombre que busca sobrevivir en medio de una Norteamérica un tanto curiosa, alejada de los cánones del cine, un personaje que va recorriendo su camino dejando que le guíen las circunstancias, el destino o los propios compañeros que encuentra en el viaje, un lenguaje sobrio y directo con el que Pedro Aranda arma una novela caleidoscópica
Antonio Parra Sanz
Sábado, 11 de noviembre 2023, 07:34
Dicen los entendidos que los rasgos del realismo sucio se mueven entre la sobriedad, la precisión y una parquedad extrema en lo referente a la ... descripción, y que además pretenden reducir la narración a sus elementos fundamentales, huyendo de digresiones y distracciones varias. Incluir en esta categoría a la última novela de Pedro Aranda parecería algo injusto por lo encorsetado, pues si bien transcurre en Estados Unidos, cuna del citado estilo narrativo, habría unas cuantas precisiones que hacer en cuanto a esa catalogación.
Quizá, permítaseme el juego, esta obra encajaría más bien en un 'realismo turbio', porque aunque es verdad que hay sobriedad en su narración, en la caracterización de personajes, incluso en los ambientes mostrados, no podríamos hablar de parquedad al transmitir las vivencias de Randy Sullivan, un personaje muy peculiar que nos desafía ya desde las primeras páginas. Y es que su autor nos coloca frente a él sin hacerle concesiones, sin justificar sus actos, practicando una especie de conductismo actualizado, porque ni se le juzga ni hay un omnisciente buceo en su interior, sino que deja que sea el propio Randy quien nos explique sus reacciones.
Aranda intenta reflejar una existencia, peculiar 'ma non troppo', en unos ambientes norteamericanos que son presentados sin alardes a modo de fotografías de una América despojada incluso de glamur
Camino vital
Dicho de otra manera, Pedro Aranda intenta reflejar una existencia, peculiar 'ma non troppo', en unos ambientes norteamericanos que son presentados sin alardes ni estridencias, a modo de fotografías de una América despojada incluso de glamur, ambientes que acogen a unos curiosos personajes que llevan a Randy a vivir unas experiencias dignas de ser narradas.
'Casi Chicago'
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Género Novela
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Editorial Libros Indie
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Páginas 399
Eso tampoco significa, volviendo a la dichosa definición, que en la obra todo se reduzca a los elementos fundamentales, ni mucho menos, lo que percibimos es lo necesario para intentar comprender por dónde transcurre la existencia del protagonista, y hasta dónde llegan sus reacciones, motivadas en muchas ocasiones por un gesto, unas palabras o la fuerza, más o menos sugestiva, de algunos de esos personajes con los que se encuentra.
Randy Sullivan no pretende cambiar el mundo, ni siquiera explicarlo, lo que hace es vivir, dejándose llevar a veces por las circunstancias, lidiando con un carácter que en ocasiones se acerca incluso a lo pusilánime, pero que en otras le convierte en un tipo capaz de manejarse muy bien en situaciones comprometidas. ¿Un ser complejo? Por supuesto, como cualquier personaje redondo que se precie.
A nosotros, los lectores, nos queda por tanto la elección de acompañarle en esos eternos viajes de trabajo que siempre hace por carretera, ya que le asusta volar, mirar por un pequeño agujero sus aventuras amatorias o la relación que mantiene con unos curiosos amigos, e incluso permanecer en silencio mientras vive una liviana vida de pareja con una mujer a la que una madrugada rescató de la muerte.
Criaturas peculiares
Todo ello sin olvidar tampoco un buen puñado de episodios en los que se perciben rasgos de la vida norteamericana, aunque lejos de los modelos tradicionales que el cine ha querido imponernos. Hablamos de situaciones y criaturas que bien podríamos encontrar en cualquier otro lugar, aunque Pedro Aranda las encaja de tal forma que no podemos sino asentir ante un embaucador que ofrece colecciones de discos, sicarios que amenazan con cortar dedos en caso de que no se les pague a sus jefes traficantes, parejas descompensadas y reinas de lo ficticio, médicos con ínfulas de poder, predicadores con intenciones algo turbias, y hasta oficinistas en busca de emociones fuertes en el manido juego del paintball.
Ellos pasan por la vida de Sullivan de manera más o menos tangencial, y del trato o la convivencia con ellos va sacando el protagonista alguna que otra conclusión, a pesar de que el camino del personaje no parezca tener un rumbo marcado y en ocasiones se mueva entre la seguridad de Nueva York y el recuerdo de Los Ángeles, o incluso las ganas de tomar Chicago, para encontrar a esa mujer a la que una vez creyó amar.
Randy Sullivan no pretende cambiar el mundo, ni siquiera explicarlo, lo que hace es vivir, dejándose llevar a veces por las circunstancias, lidiando con un carácter que en ocasiones se acerca incluso a lo pusilánime
Fragmentos vitales
Toda esa experiencia vital, o esos fragmentos vitales, son transmitidos con un lenguaje sobrio, como ya se ha dicho, y evitando juicio de valor alguno. Además, el autor practica una escritura directa, gracias a la primera persona, gracias a la decisión de darle la voz narrativa al propio Randy, para que sea él quien decida qué debe saber el lector y qué debe suponer.
Reza la contraportada que ésta es una novela que duele en cada página. No nos atreveríamos a decir tanto, porque no es sólo dolor lo que percibimos, sino una búsqueda existencial sin grandes alharacas, más bien una supervivencia en función de cómo vengan los acontecimientos y de dónde sople el viento que los haga desarrollarse. Pedro Aranda ha construido una trama caleidoscópica que pone a disposición del lector con la humildad que transmite el adverbio del título. Veremos si Randy logra sus propósitos, si es casi feliz, si se siente casi pleno, si es capaz de asentar su futuro y su corazón en algún lugar tranquilo, o si se empeña únicamente en vivir, porque al final es ese verbo el que sobrevuela todas estas páginas. Sin más, pero tampoco sin nada menos.
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