Bevilacqua y Chamorro.12
La pareja de guardias se desplaza a Ibiza y al País Vasco en la nueva novela de Lorenzo Silva
No me cabe la menor duda de que 'El mal de Corcira' es, por ahora, la mejor novela de la serie dedicada a este par ... de picoletos, Bevilacqua y Chamorro, que iniciaron su andadura en 1998, con un total de doce entregas y las que aún quedan por venir. Es cierto que el subteniente Vila y su eterna pareja –por el momento, aún no sentimental, pero todo se andará porque el autor sigue ofreciéndonos pistas que ilusionan–, la brigada Chamorro, una mujer inteligente, sagaz y muy escrupulosa en su trabajo, al margen, claro, de su innegable atractivo físico, han ido evolucionando, ganando en años y en experiencia, pero aún no parecen cansarse de su duro y delicado oficio, aunque, de vez en cuando, asomen ciertos golpes de desesperanza, de desilusión, de pensamiento existencial, porque, en el fondo, también son humanos. Demasiado humanos.
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¿Por qué se podría asegurar que 'El mal de Corcira' es la mejor de todas las entregas? Son muchas las razones que lo explicarían. En primer lugar, porque Lorenzo Silvia, el maestro ejecutor del milagro, hace tiempo que dejó de conformarse con escribir una novela policiaca sin más, al estilo clásico, con una única trama, reducida a los puros huesos, y le ha dado por elaborar relatos complejos en donde se entrecruzan varias acciones, sin descuidar la psicología de sus personajes, que terminan pareciéndonos como de nuestra propia familia. Conocidos de toda la vida.
Nada nuevo bajo el sol, con los consabidos guiños del autor hacia la literatura, hacia la música –en esta ocasión, la música de fondo corre a cargo de los Pet Shop Boys y, también, de su añorado Leonard Cohen, al que parece rendirle un homenaje–, con sus obsesiones y preocupaciones de siempre, con un hijo que, ingresado en el cuerpo, crece por momentos y parece habérsele ido de las manos, con sus viejos recuerdos de antaño que hacen que Bevilacqua, de vez en cuando, parezca entrar en una especie de estado cataléptico. Y, sin embargo, como en la mejor literatura, todo nos parece nuevo, como recién estrenado. Una aventura en la que el lector, con su imaginación, está dispuesto a participar, a elaborar sus propias hipótesis, a intervenir en un juego misterioso que le convierte en cómplice, en hermano de leche.
Si en otras ocasiones Silva nos ha llevado de la mano a escenarios lejanos, como sucedió con su entrega de 2016, 'Donde los escorpiones', con las fuerzas españolas destinadas a Afganistán como telón de fondo, esta vez le es suficiente con tomar un ferry para llegar a las islas Baleares. En Ibiza le espera el misterioso caso del asesinato de un ex militante de ETA que, ya maduro, decide soltarse el pelo, salir del armario y, armándose de valor, ponerse el mundo por montera y exhibirse en público con muchachos a los que dobla la edad. Y ahí está, precisamente, el toque: que, por medio, está el País Vasco y, lo que es aún más emocionante, cierta información de la ya extinguida organización terrorista ETA que a nuestro guardia civil le trae amargos recuerdos de sus años jóvenes, cuando era feliz e indocumentado.
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Lorenzo Silva, con una destreza admirable, propia de un autor ya maduro que conoce el oficio, elabora artesanalmente un relato en donde se combinan el presente y el pasado sin que dé la sensación de discontinuidad, de ruptura entre ambos tiempos, con una habilidad propia de los buenos montadores de películas. Más de medio millar de páginas, con un amplio surtido de registros lingüísticos, escritas primorosamente, que se leen con pasión, con los consabidos razonamientos del autor que le dan más empaque y músculo a la obra.
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