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IÑAKI EZKERRA
Lunes, 12 de diciembre 2016, 22:17
Con ocho años de perspectiva -los que ya tiene cumplidos la crisis económica- puede decirse que la novela española ha sabido dar un digno testimonio de ese triste fenómeno con una docena de obras de referencia. Entre ellas hay dos que lo han hecho con un ácido humor negro: 'Hombres desnudos', con la que Alicia Giménez Bartlett ganó el Planeta el pasado año y que tenía como protagonista a un profesor de Literatura que, tras perder su empleo en un colegio de monjas, acababa trabajando de 'stripper', y 'Cuando Lázaro anduvo', inolvidable novela publicada en 2012 en la que Fernando Royuela contaba el delirante milagro en el que se veía metido un modesto empleado de banca tras ser puesto de patitas en la calle. 'La gran ola', novela con la que acaba de obtener el premio Tusquets, Daniel Ruiz García, merece entrar, sin duda, en la lista de obras de referencia en la narrativa de la crisis y se enmarca, además, en esa galería de la negrura jocosa que ha tenido en España un peculiar arraigo desde el Barroco. La incertidumbre económica de nuestro presente era un terreno abonado para añadir una calamidad más al tétrico panorama de las penurias e inseguridades laborales que nos asolan: el 'coaching'. 'La gran ola' es una lograda sátira de esa disciplina proveniente del mundo deportivo, de la subcultura de la superación personal y de los manuales de autoayuda; de ese anglicismo que hoy define una serie de métodos con los que la 'víctima' es 'entrenada' para alcanzar, en un casi infinito número de campos (el de la seducción amorosa, el de las relaciones públicas, el de la felicidad privada, el del rendimiento laboral, la producción, las ventas...), unas metas concretas que pueden sintetizarse con esa palabra mágica que es ya un fetiche en las sociedades occidentales: el éxito.
Quien encarna en la novela de Daniel Ruiz García la figura del motivador profesional, del 'coach', es un tal Lorenzo Estabile, un sujeto contratado por la empresa de detergentes Monsalves no ya solo para hacerla más competitiva sino para conseguir que sus empleados se entreguen a ella en cuerpo y alma. Estabile es el gran hallazgo de la novela, un charlatán que tiene publicado un libro repleto de faltas sintácticas en el que explica su 'filosofía', sus mantras referentes al espíritu emprendedor, al afán innovador, a la capacidad de liderazgo, al trabajo en equipo, a la necesidad y a la obligación de escapar de las que él llama 'zonas de confort' y 'personas tóxicas'; a una colección de tópicos con los que logrará sumir a un grupo de asalariados en una infernal dinámica que sacará lo peor de ellos y que mostrará la peor cara del capitalismo. Estabile es cualquier cosa menos la representación de la 'estabilidad' propia y ajena. Es un auténtico acosador psicológico que se sirve de una retórica groseramente penetrante para intimidar a Julián Márquez, el director comercial que ve peligrar su situación en la empresa por una caída en los resultados de su gestión, con frases como las siguientes: «No veo positividad en ti, Márquez. ¿Estás bien?» (...) «Tus números. ¿Son una jaula para ti? ¿Vas a salir de esa jaula? ¿Cómo piensas salir de la jaula?»
Daniel Ruiz García domina bien los diálogos. Los intercala con una eficacia punzante en un discurso de tercera persona que de vez en cuando abandona el pretérito para agilizar la acción en presente. Deja que esa acción narrativa se tense como una cuerda de cuyos extremos tiran esos dos personajes soportando el principal peso de la narración en la que Márquez cumple una función de polo opuesto al de Estabile. Márquez está sometido a las presiones empresariales y a las familiares. La preocupación que experimenta por Rubén, su hijo problemático, le ha enseñado la compasión, lo ha humanizado, pero el estrés que sufre por su puesto laboral y por la coacción del 'coaching' lo envilecen y le llevan a buscar un chivo expiatorio en Novoa, un comercial al que no solo despide sino al que priva de la posibilidad de prosperar en otra empresa.
Y en esos dos personajes, entre esos dos polos, hay una galería de seres con unas vidas miserables y unos perfiles disfuncionales: el trepa Peláez; el superviviente Ribera; la implacable directora de marketing Marta Pineda, que vive pendiente de sus terapias y sus 'chakras'; su ayudante a la que llaman La Monja, una mosquita muerta dispuesta a hacer todo el daño que puede desde su modesta posición subalterna; el director comercial de la competencia, Mario Cañamero, que le moja la oreja a Márquez con los buenos coches que le pone su empresa... Con esos mimbres humanos, Daniel Ruiz García nos ofrece una novela desquiciadamente hilarante y desgraciadamente realista.
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