Borrar
Juan Marsé: instrucciones de uso

Juan Marsé: instrucciones de uso

El escritor barcelonés teje y desteje su visión de la España triste

ANTONIO ORTEGA

Martes, 5 de julio 2016, 01:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Esta última obra de Juan Marsé (Barcelona, 1933) es a un mismo tiempo un manual de instrucciones sobre cómo hacer una novela, una nueva radiografía de la sociedad barcelonesa de los años cuarenta con el franquismo incrustado en cada esquina, desde 'Últimas tardes con Teresa' (1966) a 'Canciones de amor en Lolita's Club' (2005), una dura revisión de la pobreza moral y artística de aquellos que se adueñaron del cine español de la época, productores, directores, guionistas... y un retrato doloroso de cómo la gente humilde de los barrios de la gran ciudad luchó por la supervivencia y por algunos momentos de felicidad.

Una noche de invierno de 1949 la prostituta Carolina Bouil aparece asesinada en la cabina de proyección del cine Delicias de Barcelona. Lleva anudada al cuello un trozo de cinta que había cortado Fermín Sicart de la película 'Gilda', que acababa de proyectar. En junio de 1982 un famoso productor de cine le pide a Juan Marsé, nuestro narrador, que escriba el guion para una película sobre aquel horrible crimen de 1949.

Entre estas dos fechas Juan Marsé teje y desteje la trama y sus incertidumbres. Los documentos presentados en el juicio que llevaría a la cárcel a Fermín Sicart contrastan con las sucesivas entrevistas que treinta años después nuestro guionista realiza al asesino, de mala memoria y oculto pasado, y con las continuas interrupciones de la criada Felisa, insólita experta en cine. La política cinematográfica española de los 80 deambula entre los intentos de revisión de los males franquistas y la irresistible propensión al despelote cañí, por ejemplo en la obsesión por hacer protagonista a la prostituta ciega; una pésima estampa frente a la grandiosidad de 'Gilda', como exponente de la maestría del cine americano de los 50, que los cineastas españoles no supieron o no pudieron imitar.

Y deja espacio Juan Marsé para dar rienda suelta a los sentimientos de la gente corriente, cuando se adentra en la vida privada de Carolina, la pobre chica de barrio que quiere dar de comer a su hijo entre chulos del Movimiento y secretos inconfesables que trata de curar en las barras etílicas de cualquier prostíbulo.

En la vida, como en la novela, la verdad no siempre es lo más importante. Hay muchas pequeñas cosas implicadas en cada acción, en cada momento y en cada lugar. Buena novela, bien escrita, llena de literatura y con todos los registros de Juan Marsé. Aunque la película acabará convirtiéndose en una comedia erótica, el crimen quedará sin móvil para siempre y Juan Marsé seguirá tejiendo y destejiendo su peculiar visión de aquella «España triste, remendada y presumidita de la posguerra». No va más.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios