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Javier Gilabert y Francisco López en el Mar Menor, con la Isla Perdiguera al fondo. LV
Sigue la búsqueda de soluciones en el Mar Menor

Sigue la búsqueda de soluciones en el Mar Menor

Un proyecto de la UPCT, financiado por la Comunidad Autónoma, persigue conocer con detalle cómo se produce el intercambio de agua entre la laguna y el Mediterráneo

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Lunes, 6 de julio 2020, 22:30

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El Mar Menor es objeto de interés para la ciencia desde hace más de 30 años pero se ha visto magnificado en los últimos años como consecuencia de la situación a la que se ha visto abocado y que lleva a tratar de encontrar explicaciones y poner remedio a marchas forzadas. En el año 2011 el grupo de 'Ecosistemas' que dirige Javier Gilabert en la Universidad Politécnica de Cartagena ya realizó un primer acercamiento al estudio del intercambio de aguas entre la laguna salada y el Mediterráneo mediante un proyecto denominado 'Monitorización costera del Mar Menor' que permitió el fondeo de una amplia batería de instrumentos oceanográficos dentro de la laguna y en los canales de comunicación con el Mediterráneo. Se pudo determinar entonces el sistema de corrientes interno del Mar Menor y la evolución del intercambio en los tres canales simultáneamente a lo largo de un año. Sin embargo, desde entonces no se volvió a abordar con profundidad este estudio quedando, según el investigador, «demasiadas cuestiones pendientes» a las que ahora van encontrando respuestas.

En este momento están trabajando en un proyecto financiado por el Gobierno regional cuyo objetivo es conocer con detalle cómo se produce el intercambio de agua entre la laguna y el Mar Mediterráneo y las variables que lo regulan. En palabras de Gilabert, «esto es fundamental para conocer otros muchos procesos ecológicos y la propia esencia del Mar Menor: qué le hacía único. Las variaciones de la salinidad, la concentración de nitratos en el agua o la entrada de nuevas especies, por citar solo algunos ejemplos, son procesos dependientes en gran medida de este intercambio. La Biología se sustenta sobre la Física y la Química, y uno de los procesos físicos más importantes aquí es éste».

La comparación de los datos de los años 2011 y 2019 ha permitido corroborar lo apuntado en el trabajo de 2011: que el intercambio «efectivo» –la renovación del agua del Mar Menor– se produce fundamentalmente durante los meses de otoño e invierno. Es cuando se producen periodos de entrada y salida de agua mantenida durante varios días.

En 2011 el grupo ya realizó un primer acercamiento mediante un programa que permitió el fondeo de una amplia batería de instrumentos oceanográficos

Es decir, la alternancia de borrascas –varios días de mal tiempo generalmente con fuertes vientos– y anticiclones –varios días de buen tiempo– hacen que el agua entre y salga, forzándose así la renovación.

Por el contrario, en primavera y verano, con condiciones climáticas más estables, el intercambio, producido básicamente por las mareas, es mucho menor: varias horas entrando agua y, esa misma agua saliendo a las horas siguientes, a veces sin haber abandonado la zona más cercana al canal. No se produce intercambio efectivo. No es casualidad que cuando se han dado inviernos anómalos, como el de 2016 o 2019, el Mar Menor haya sufrido sus peores momentos.

El gran aporte de agua dulce, proveniente del campo de Cartagena, tanto superficial como subterránea, está transformando completamente la estructura y el funcionamiento del Mar Menor

También se ha establecido la relación entre el desnivel de los dos mares y el caudal del canal en el Estacio a partir de sensores de elevación del nivel del mar instalados tanto dentro como fuera. «Ahora conocemos la cantidad de agua que entra o sale a tiempo real, sin necesidad de utilizar otros equipos de medida más complejos, caros y difíciles de mantener», explica el profesor de la Politécnica de Cartagena.

Otro resultado relevante, entre los muchos obtenidos, ha sido determinar la importancia de Las Encañizadas regulando el intercambio, a pesar de estar prácticamente colmatadas. Asegura que «han jugado –y lo siguen haciendo– un papel crucial durante los episodios de DANA. La de septiembre pasado elevó el nivel del Mar Menor unos 60 cm, y la mayor parte de esta agua salió por las encañizadas. Aceleran la salida del agua proveniente de las ramblas disminuyendo el tiempo de residencia de los nitratos que arrastran y entran a la laguna. Sin ella, el episodio de mortandad de peces debido a la anoxia –que ya fue de por sí grave– podría haber sido peor».

La realidad de los nitratos, inciden, hay que atajarla «con la máxima celeridad»

El grupo de la UPCT ha determinado que la alta salinidad del Mar Menor, uno de los factores que lo hacían único, se debe a la alta evaporación, fundamentalmente en verano, cuando menos intercambio con el Mediterráneo hay. El agua que había entrado se evaporaba y quedaba un agua muy salina que no terminaba de renovarse completamente y por eso mantenía su salinidad mayor a la del Mediterráneo. Ahora esto no es así, según Javier Gilabert, «al menos desde la DANA de septiembre. En cualquier caso, se asumía que la evaporación era homogénea en toda su superficie, pero ahora sabemos que hay zonas con mayor evaporación que otras, y esto también está regulado por los canales de comunicación, fundamentalmente el del Estacio».

En esta nueva fase de su investigación, el grupo de la Universidad Politécnica de Cartagena quiere introducir en el modelo los aportes de agua dulce para ver su comportamiento en su paso por la albufera. «Solo con las aproximaciones que hemos hecho ya podemos reproducir muchos de los fenómenos asociados. Actualmente se están registrando valores de salinidad inferiores a los del Mediterráneo por la cantidad de agua dulce que entra. La respuesta que tendrá el Mar Menor ante cualquier alteración, sea natural o artificial, será muy diferente a las que hemos conocido hasta ahora».

Indica que su intención es «entender con detalle cómo funciona para poder anticiparnos a las consecuencias. Hemos ajustado infinitud de aspectos y algoritmos en el modelo y queremos comprobarlos todos antes de pasar a hacerlo operacional, es decir, que pueda mostrar a tiempo real los cambios en la hidrodinámica y que pueda adelantarse a algunos fenómenos prediciendo las respuestas. Esto ya lo hicimos en el episodio de anoxia en el pasado octubre donde pudimos ver la dimensión de la capa de agua sin oxígeno, cómo se movió por el viento y afloró después en Villananitos, desapareciendo después de dejar el episodio dantesco. Entonces no pudimos anticiparnos, pero pudimos entender lo que estaba pasando y porqué».

En relación al flujo de intercambio de agua en la laguna, los investigadores han encontrado que el mayor flujo se produce por El Estacio. Al ser el de mayor profundidad siempre entra o sale agua por él. Las Encañizadas y Marchamalo, mucho más someros, no siempre son tan funcionales, solo cuando hay niveles de agua muy altos.

«Cada canal presenta un flujo diferente, pero son interdependientes. Las Encañizadas están muy reguladas por el nivel del mar Mediterráneo. Durante la bajamar prácticamente no pasa agua. Al subir el nivel del mar se inundan y entra o sale mucha agua al ser muy anchas. Son como una especie de válvula, que regula rápidamente la cantidad de agua en el interior. El canal de Marchamalo, a pesar de su pequeño tamaño, tiene mucha influencia sobre la renovación del agua en la parte sur», apunta Gilabert.

Se ha podido observar que durante los periodos en que el canal estuvo dragado el intercambio por este canal estaba muy marcado por los cambios de nivel del mar en el Mediterráneo, mientras que al colmatarse, o dejarlo en la situación actual al interrumpir el dragado que se estaba realizando en 2017, es el Mar Menor el que lo regula.

Y en cuanto a cómo creen que han influido los últimos episodios de lluvias torrenciales, el investigador lo tiene claro: «El factor que está cambiando radicalmente al Mar Menor, mucho más de lo que lo cambió la apertura del Estacio en su momento, son las lluvias de los últimos diez meses y la consecuente elevación del nivel freático».

El gran aporte de agua dulce, proveniente del campo de Cartagena, tanto superficial como subterránea, está transformando completamente la estructura y el funcionamiento del Mar Menor. Está haciendo que ahora mismo el Mar Menor sea más parecido a un estuario que a una laguna hipersalina.

«Esto no tiene precedentes», dice. En la actualidad se forman dos capas de agua, una menos salada –y por tanto menos densa–, por encima de los 4,5 metros de profundidad aproximadamente, y otra más salada –y por tanto más densa–, a partir de esa profundidad que queda estancada. «Ya se quedó una vez sin oxígeno y probablemente no sea la última. Ahora conocemos con más detalle esta situación y la hemos reproducido en los ordenadores. La estratificación de la masa de agua es una amenaza constante. Con muchísimos menos nitratos se puede producir la anoxia. La capacidad de amortiguación de los nitratos que tenía el Mar Menor ha cambiado radicalmente debido a la estratificación. Está por ver si la evaporación de este verano situará los niveles de salinidad en los de otros años o si, por el contrario, acentuará el problema de la estratificación. Estamos trabajando en ello».

¿Se recuperará el Mar Menor?

En palabras del experto, «ahora mismo la regeneración depende más del agua dulce que de la del Mediterráneo. Antes se trataba de mantener la alta salinidad como identidad del Mar Menor. Ahora es la misma que la del Mediterráneo. Es difícil ser optimista si no se incluyen estos parámetros en las ecuaciones para regenerar el Mar Menor».

Apunta a que, simplificando mucho lo que está ocurriendo, se podría decir que los nitratos entran con el agua desde tierra, bien por la superficie o subterráneamente, y quedan retenidos en el Mar Menor causando la eutrofización porque el intercambio es insuficiente para su regeneración. Aparte del exceso de nutrientes y la renovación limitada para mantener un buen estado ecológico de las aguas, el principal problema está en la estratificación.

«La realidad de los nitratos es la que es, no se niega y hay que atajarla con máxima celeridad. Pero simplificar demasiado sin tener datos, como con frecuencia se hace, no solo no aporta al diagnóstico, sino que impide poner las soluciones efectivas».

Unanimidad

Por el momento, su ilusión y la de su equipo es que los resultados que obtengan de sus trabajos les sirvan para poder proponer medidas de cuidado del Mar Menor y evitar que siga empeorando la situación. Aunque, a día de hoy, en su opinión, hay una medida clara en la que todo el mundo está de acuerdo: «Evitar la entrada de agua desde tierra al Mar Menor, no es solo por su concentración de nutrientes, sino también para evitar la entrada de agua dulce que multiplica por mucho el efecto de los nutrientes», incide Gilabert desde la Politécnica de Cartagena.

Al parecer, aunque hubiera pocos nutrientes, con las cantidades de agua menos salada actuales, la recuperación será mucho más difícil, prácticamente inviable, entre otras causas porque con la estratificación el efecto de los fangos del fondo, funcionando como un almacén de nutrientes, comenzará a tener una relevancia que hasta ahora no tenía.

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