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La investigadora de la Universidad de Murcia Josefa Velasco. alfonso durán / agm
¿Y si los ríos se hicieran salados?

¿Y si los ríos se hicieran salados?

Un grupo de la Universidad de Murcia investiga las consecuencias de que, cada vez más, las sales alcancen aguas dulces

MARÍA JOSÉ MORENO

Lunes, 27 de mayo 2019, 22:39

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Ciertas actividades humanas (principalmente la minería, agricultura, urbanización, deforestación) conllevan un transporte de sales a los ríos, lagos y humedales que producen cambios en la salinidad de las aguas y en su composición de iones. Este proceso se ha denominado salinización secundaria, y se ha convertido en un problema ambiental muy importante a escala global. Sin embargo, este problema se agudiza en las regiones de clima mediterráneo, donde la agricultura es más intensiva y ocupa mayor superficie, aumentando la cantidad de sales que alcanzan las aguas dulces.

Así, en España, más del 25% de todos los ríos están salinizados, especialmente en las regiones más áridas (centro y sur) y también los principales cursos de los ríos Ebro, Duero y Tajo debido al aporte de aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas. En la cuenca del río Segura, los tramos medios y bajos del río Segura, el río Guadalentín y la rambla del Albujón son algunos ejemplos de los más afectados.

Ríos y ramblas

En España el 25% de todos los ríos están salinizados, especialmente en las regiones más áridas

Por otra parte, muchos de los ríos y ramblas de regiones semiáridas como el sureste ibérico presentan de forma natural aguas con alta salinidad debido a la presencia de minerales y rocas muy solubles. Curiosamente, estos ríos están sufriendo el proceso contrario, es decir la 'dulcificación' de sus aguas debido fundamentalmente a los aportes de agua dulce del drenaje de tierras agrícolas de regadío que diluyen el carácter marcadamente salino de estos ambientes. Un caso especialmente evidente es el de la Rambla Salada de Fortuna que, pese a ser un espacio protegido, se encuentra expuesta a procesos de disminución de su salinidad natural.

Los ríos son ecosistemas claves para el matenimiento de la vida en la Tierra

Cuenca Mediterránea

El grupo de Investigación 'Ecología Acuática', que dirige Josefa Velasco en la Universidad de Murcia, lleva más de diez años estudiando los ecosistemas salinos de interior (ríos y humedales) bajo diferentes proyectos de investigación, cada uno con objetivos específicos, como el efecto de la dulcificación en el funcionamiento de Rambla Salada, las comunidades de macroinvertebrados acuáticos de los ríos salinos de la cuenca Mediterránea (España, Marruecos, Sicilia), origen y evolución de los organismos a los medios salinos y su tolerancia a la salinidad y su combinación con otros factores de estrés. Todo este conocimiento obtenido sobre medios naturales salinos sirve de base para predecir las respuestas de los ecosistemas y organismos de agua dulce a procesos de salinización secundaria.

Las sales afectan negativamente a especies en todos los niveles tróficos, de microorganismos a algas y peces

Precisamente, una de las principales líneas de investigación del grupo se centra en el estudio de las respuestas fisiológicas de los organismos, especialmente invertebrados, a factores de estrés ambiental como la salinidad y aumento de temperatura, como consecuencia del cambio global.

Recientemente el grupo ha publicado un artículo científico en la prestigiosa revista 'Philosophical Transactions of the Royal Society B' (Biological Sciences) donde además de los resultados obtenidos por ellos sobre las comunidades de organismos que viven en medios salinos, así como de sus respuestas a diferentes condiciones de estrés en el laboratorio, se ha recopilado toda la información disponible sobre el tema y se ha analizado globalmente.

Claves para la vida

Los ríos son ecosistemas claves para el mantenimiento de la vida en la Tierra. Por ejemplo, los ecosistemas de agua dulce son esenciales para la sociedad humana por proporcionar numerosos servicios como agua para beber y riego, alimento, regulación del clima, culturales y recreativos, etc. Dichos servicios dependen en gran medida de la calidad de sus aguas y de las comunidades de organismos que viven en ellos. Aunque los organismos necesitan sales para sus funciones vitales, un aumento o disminución excesiva de la salinidad puede causar graves daños, ya que muchos de estos servicios se pierden».

Explica Velasco que «las sales afectan negativamente a las especies en todos los niveles tróficos, desde los microorganismos y las algas hasta peces. Los impactos a nivel de especie pueden ser letales, o conllevar a reducciones en el crecimiento y la reproducción, que se pueden magnificar con otros factores de estrés, como el aumento de temperatura o pesticidas».

«Los impactos a nivel de la comunidad, son fundamentalmente la reducción de la biodiversidad, y la sustitución de las especies más especialistas de agua dulce por otras más tolerantes y generalistas. A nivel del ecosistema, las sales alteran el flujo de nutrientes y energía, exportando más nitrógeno y carbono, menor concentración de oxígeno del agua, lo que produce una mayor liberación de fósforo de los sedimentos», añade.

Este, además, es un problema que ocurre a escala global. Según la investigadora de la Universidad de Murcia, «principalmente se han estudiado los efectos del aporte de residuos de las minas de potasa en ríos, así como los efectos de la aplicación de sales en las carreteras para evitar el hielo. Por ejemplo, esta última actividad es la principal responsable del aumento de la concentración de sales del lago Constanza, la segunda reserva de agua dulce más grande de Europa».

Prevención

En cuanto a posibles prevenciones que puedan evitar este problema, Josefa Velasco apunta a «medidas que reduzcan o controlen los aportes de sales o contaminantes provenientes de las actividades humanas. Por ejemplo, mediante la conservación y/o restauración de la vegetación de ribera para que actúe como filtro, la adecuación de los sistemas de drenaje de carreteras y zonas urbanas, para que las aguas de escorrentía no lleguen directamente a los ríos, acondicionamiento e impermeabilización de depósitos de estériles de la minería, buenas prácticas agrícolas y ganaderas, etc.».

Además, asegura que es posible revertir los efectos de la salinización de un río, «siempre que cesen o se reduzcan los aportes de sales. El flujo de agua que caracteriza a los ríos actúa diluyendo y transportando las sales, por lo que se recuperaría pronto su concentración natural».

Llama la atención que en España no exista una legislación dedicada a este tipo de asuntos. Algo que, según Josefa Velasco, se debe a que «hasta hace relativamente poco tiempo no se ha tenido conciencia del problema y de las graves consecuencias que conlleva, por lo que no hay una legislación específica para regular dicho proceso». Sin embargo -apunta-, «los programas de seguimiento de la calidad físico-química de las aguas de ríos y humedales que realizan las Confederaciones Hidrográficas, miden la conductividad como un indicador de su concentración de sales, por lo que disponen de datos de los medios que se han ido salinizando y que deberían ser prioritarios para poner en marcha medidas de mitigación».

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