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Los investigadores Antonio González, Ángela Ávila (de pie) y Beatriz Garay. Cebas
El mito de la dieta mediterránea, a prueba

El mito de la dieta mediterránea, a prueba

Científicos del Cebas-CSIC estudian algunos alimentos típicos de estas tierras en el laboratorio para comprobar sus propiedades contra enfermedades como el alzhéimer y el párkinson, en un proyecto financiado por el Gobierno regional a través de la Fundación Séneca

Sábado, 30 de noviembre 2024, 07:48

La dieta mediterránea es un seguro de salud. Y ésta es un afirmación tan manida que induce a sospechas, como aquella de que un vaso de vino o de cerveza al día es bueno para el organismo, y que ya está bastante superada por la evidencia científica. Para desterrar dudas el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC) dedica una de sus investigaciones a esclarecer cómo actúan elementos presentes en la alimentación de este rincón del mundo frente a enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson.

El objetivo, más concreto, es conocer el efecto de los polifenoles, como se conoce a los componentes de los productos mediterráneos en los que se centra el trabajo. Se trata, según precisa un poco más el doctor Antonio González Sarrías, «de evaluar si los metabolitos que alcanzan el torrente sanguíneo (metabolitos circulantes) son los responsables de los efectos neuroprotectores» atribuidos a esta dieta.

Para ello, el equipo que lidera González Sarrías centra la investigación «en modelos celulares y animales usando aproximaciones realistas y fisiológicas». El proyecto, prevé, «supondrá un impacto muy relevante», tanto en la potente industria agroalimentaria de la Región de Murcia como para el consumidor. En este caso «fomentando hábitos alimentarios saludables frente al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas».

Las claves

  • La tradición. La afirmación de que los alimentos de nuestra geografía son bálsamos para el cuerpo es una sentencia muy extendida.

  • Los protagonistas. Granadas, limones, naranjas, uvas tintas y olivos pasan por el laboratorio para estudiar cómo inciden ante ciertas enfermedades.

  • La ciencia. Los investigadores comprueban los efectos reales de todos esos alimentos empleando un modelo animal, entre otros procesos.

El primer paso de la iniciativa, que arrancó a principios del año pasado y concluirá a finales del que viene, consiste en identificar cuáles de esos metabolitos pueden alcanzar el tejido cerebral, al atravesar la llamada «barrera hematoencefálica», tras el consumo de «estos alimentos humanos» que conforman la afamada dieta mediterránea. Los encargados de mostrar esos efectos son animales, empleados como modelos, alimentados con un extracto rico en polifenoles de alimentos tradicionales de la zona: granadas, limones, naranjas, uvas tintas y olivos. Los científicos implicados también utilizan «un modelo in vitro de células endoteliales microsvasculares de cerebro humano», lo que resulta difícil de entender para un lego, pero que básicamente se emplea para validar la capacidad de atravesar la citada hematoencefálica, de modo que los elementos sometidos al microscopio puedan acceder al tejido cerebral y beneficiarlo.

Tejido cerebral

Posteriormente, continúa el científico titular del Cebas-CSIC, «se evaluará la posible acción neuroprotectora de los metabolitos que alcancen el tejido cerebral, así como sus mecanismos de acción, utilizando diferentes modelos celulares representativos de procesos neurodegenerativos». Y. finalmente, «una mezcla representativa de los metabolitos circulantes será evaluada tras la administración directa en un modelo animal de neuroinflamación para identificar el posible efecto protector sobre marcadores de neuroinflamación y el deterioro de la locomoción».

En definitiva, lo que el equipo dirigido por el doctor González va a demostrar científicamente son los efectos reales de todos esos alimentos de tan buena fama.

Alegoría del alzhéimer. Elena Martini

En los últimos años, numerosos programas, financiados por instituciones tanto nacionales como internacionales, están considerando la dieta como «una de las piedras angulares en relación con la prevención de las enfermedades neurodegenerativas». Sin embargo, lamenta el especialista, «son pocos los grupos de investigación que abordan iniciativas concretas de investigación entre alimentación y enfermedades neurodegenerativas dentro de un contexto fisiológico».

Sí existen algunos estudios recientes que han identificado que algunos metabolitos fenólicos pueden alcanzar el tejido cerebral, admite el experto, pero «la mayoría de los análisis en modelos animales no confirman si atraviesan la barrera hematoencefálica, o bien se detectan tras la administración directa de metabolitos que dudosamente alcanzan el tejido cerebral (aproximación farmacológica), alejados del contexto de alimentación y salud». Para hacerlo, explica, es necesario abordar aproximaciones de causa-efecto (a día de hoy casi inexistentes) «que demuestren de manera inequívoca el efecto beneficioso de estos metabolitos circulantes frente a enfermedades neurodegenerativas atribuidos al consumo de los polifenoles».

Acción neuroprotectora

De momento, en el proyecto que les lleva entre manos ya han finalizado el estudio de «farmacocinética distribución en cerebro en el modelo animal tras el consumo de la mezcla mediterránea» citada. El resultado es la detección de 44 metabolitos derivados en plasma, de los que 24 alcanzan el cerebro, a partir de 17 compuestos fenólicos diferentes identificados. Algunos de ellos, como los derivados de alimentos como la granada, son capaces de ejercer «una acción neuroprotectora frente a inflamación en tejido cerebral que se relaciona con la enfermedad de parkinson y o alzheimer», han podido observar.

Ahora, los investigadores están trabajando en otros metabolitos derivados de cítricos, uva y olivo para evaluar si efectivamente ejercen un efecto neuroprotector frente a procesos neurodegenerativos, «antes de validar estos metabolitos en un modelo animal de enfermedad neurodegenerativa». Despacito y buena letra para llegar a conclusiones firmes y demostrables. No hay otra manera. Así que no haga caso a las sentencias de su cuñado, sino a las conclusiones de la ciencia, y alégrese de que se invierta en ella para dar una respuesta fundamentada a los efectos reales de la dieta mediterránea, como hace la Fundación Séneca (dependiente de la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor) al financiar este proyecto.

20 años estudiando bondades hortofrutícolas

«El laboratorio de Alimentación y Salud del Cebas-CSIC, liderado por el profesor Juan Carlos Espín, lleva los últimos veinte años centrado en el objetivo principal de «responder a la cuestión de si los compuestos fenólicos o polifenoles, presentes en alimentos de origen vegetal, son los responsables de que una dieta rica en frutas y verduras se haya correlacionado durante décadas con una menor incidencia de enfermedades crónicas como cardiovasculares o cáncer». El científico titular de este centro de referencia de la investigación nacional en la Región de Murcia Antonio González abunda en que, desde hace años, «el consumo de polifenoles de la dieta presentes en alimentos vegetales se ha relacionado con la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson». Se trata de un fenómeno «tradicionalmente asociado a su actividad antioxidante y o anti-inflamatoria». Sin embargo, advierte, la evidencia aún no es concluyente. Sus efectos directos sobre las células neuronales son discutibles, «ya que mayoritariamente son poco biodisponibles y no llegan al cerebro en el mismo estado en el cual están presentes en los alimentos». De ahí que estos científicos iniciasen hace unos años una nueva línea de investigación centrada en la prevención de las enfermedades neurodegenerativas mediante la dieta, a través de un estudio multidisciplinar que incluye, entre otros componentes, modelos animales, celulares, biología molecular y técnicas analíticas. En este trabajo, además de los investigadores del Laboratorio de Alimentación y Salud del Cebas-CSIC, también cuenta con la colaboración de la líder del grupo de Nutrición Molecular y Salud de la Universidad NOVA de Lisboa, la doctora Claudia Nunes, y el apoyo de la compañía Laboratorios Admira, de Murcia, «que ha mostrado interés en nuestra propuesta y ha suministrado los extractos ricos en polifenoles». Además, desde fechas más recientes, el proyecto cuenta igualmente con el apoyo de la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo (Ailimpo), con sede también en Murcia, «para incrementar nuestras investigaciones y así avanzar en el conocimiento de la relación 'alimentación-salud' frente a enfermedades neurodegenerativas».

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