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Cuando un error hace justicia

La columna de la Academia ·

ÁNGEL PÉREZ RUZAFA. ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS

Lunes, 16 de abril 2018, 22:56

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Que los errores pueden acarrear beneficios es una realidad y forma parte de la esencia de la evolución biológica darwiniana. Los errores en los procesos genéticos pueden traer consigo nuevas capacidades que suponen ventajas adaptativas que impulsan la evolución y la especiación. En cuestiones sociales o de reconocimiento de méritos es raro que esto suceda. Sin embargo, en la Universidad de Murcia, un error inesperado, al margen de que debe subsanarse, ha supuesto el reconocimiento de una persona olvidada que sin embargo tiene méritos propios para ser mantenida en la memoria de los murcianos. Se trata del Padre Andreu. No hace mucho, se hizo un homenaje, que siempre se quedará corto por lo que representó para la Universidad de Murcia, al rector Lostau. Como parte del mismo se colocó un busto en el campus de la Merced y el molde original en el de Espinardo, en la Facultad de Biología. Pero cualquiera que lo observe siente que la imagen representada no se corresponde con la de Lostau. La razón es que no es él. Por una equivocación en la transmisión de la información, al escultor encargado del proyecto le llegó en realidad una fotografía del Padre Andreu. Aquí el error.

Pero el Padre Andreu no es un personaje que se haya colado de soslayo en la historia de la ciencia murciana. Por el contrario, fue uno de los más insignes entomólogos españoles de principios del siglo XX, catedrático de Historia Natural en el instituto Saavedra Fajardo y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia, 'fichado' por el propio Lostau tras conocerlo en persona y su trabajo. Ahí radica el acto de justicia.

Como se recoge en una breve biografía incluida por López Azorín en su Murcia y sus científicos en la Real Sociedad Española de Historia Natural, y en el saber enciclopédico de Manuel Ramón García-Garre, actual conservador del Museo Lostau de la Universidad de Murcia, Andreu, nacido en Orihuela en 1881, reunió una colección de más de 23.000 ejemplares de insectos, descubriendo numerosas especies nuevas para la ciencia de neurópteros, cicindélinos, himenópteros y dípteros por lo que muchas de ellas llevan su apellido latinizado andreui. Fue el descubridor incluso de un género nuevo de neurópteros de la familia Nemopteridae que por ello lleva el nombre Josandreva. Sus monografías y catálogos de dípteros o de odonatos fueron obras de referencia durante la primera mitad del siglo XX. Tuvo la perspicacia de reconocer el papel beneficioso que algunas especies, como Wesmaelius navasi (Andreu, 1911) descubierta y descrita por él mismo, podían tener en la agricultura al ejercer control sobre las plagas. La importancia de su labor entomológica le llevó a ser, desde 1908, miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural y estar entre los fundadores de la Sociedad Entomológica de España.

Debemos reponer el busto del rector Lostau como merece, pero también debemos sentirnos orgullosos de tener al Padre Andreu como símbolo y ejemplo en la facultad de Biología.

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