Borrar
José Manuel García Carrasco, catedrático de la Universidad de Murcia.
José Manuel García Carrasco, catedrático de la Universidad de Murcia.

Criptomonedas, el pago basado en las matemáticas

La aparición de dinero virtual parece estar revolucionando los mercados y el modo en que se hacen negocios, pero todavía son muy pocos los que conocen sus entresijos

MARÍA JOSÉ MORENO

Lunes, 26 de febrero 2018, 22:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El dinero, tal y como lo conocemos en la actualidad, en forma de monedas que pasan de unas manos a otras a cambio de bienes o servicios, surgió en la segunda mitad del siglo VII a.C. Pero lo cierto es que no se trata más que de un activo aceptado como método de pago, es decir, todo aquello que dos personas o entidades acepten a cambio de algo que ellos pueden ofrecer es dinero.

Entendido así, si bien las divisas utilizadas habitualmente están respaldadas por los bancos centrales (en el caso del euro es el Banco Central Europeo), siempre que exista un confianza por parte de quienes llevan a cabo la transacción, cualquier otro elemento podría ser aceptable.

Precisamente en la confianza está basada una de las formas de pago más controvertidas de los últimos tiempos: la criptomoneda.

La primera transacción con una de estas monedas digitales tuvo lugar en 2010

Se obtienen como recompensa a la resolución de un problema matemático en el que cada 10 minutos compiten miles de nodos

La primera transacción llevada a cabo con una de estas monedas digitales tuvo lugar en internet en mayo de 2010. Alguien ofreció a través de un foro pagar 10.000 bitcoins a quien estuviera dispuesto a aceptarlas a cambio de dos pizzas. Pedía que fuesen de tamaño familiar, pero le daba igual si las compraban en una cadena o si las cocinaban para él. Su único objetivo era ser el primero en usar bitcoins como forma de pago y lo consiguió. Solo un par de días después la transacción se llevó a cabo. Lo que no se imaginaba el comprador en aquel momento es que, a fecha de hoy, 8 años después, esas 10.000 monedas estarían valoradas en más de 113 millones de dólares.

Algo que, según el catedrático del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores de la de la Universidad de Murcia, José Manuel García Carrasco, ocurre porque «el precio de un bitcoin lo determina todo aquel que quiera participar en su proceso de compra venta, en esencia sus usuarios». Esto, que podría ocurrir en la calle, en el caso de las criptomonedas se da en plataformas 'online' especializadas y optimizadas para ello, denominadas 'plataformas de comercio ('trading') Bitcoin'.

García Carrasco invita a imaginar los típicos tratos entre dos personas, una propone un precio y si la otra, entre regateos, está dispuesto a aceptarlo, se hace la transacción. Entonces, como explica, «en una plataforma de 'trading' cualquiera puede publicar una propuesta de compra al precio deseado y cuando otra oferta de venta coincida con la tuya, automáticamente se hace la transacción. Esta operación de compra venta hace, solo en esa plataforma, que el precio del bitcoin se fije al precio del intercambio realizado. Es el mismo proceso en el que se comercian todas las materias que existen». En definitiva, el valor del dinero virtual ha ido cambiando a lo largo del tiempo y se basa, a groso modo, en la confianza de sus usuarios, en su utilidad y su popularidad. Además, como cualquier otra divisa, fluctúa continuamente.

Mineros

En cuanto al modo de crear moneda, en cualquier sistema monetario tradicional los gobiernos imprimen más dinero cuando lo necesitan; las criptomonedas no se crean, sino que se descubren y quienes lo consiguen se conocen como 'mineros'. Como afirma José Manuel García, «se denominan 'mineros' a los ordenadores que se encargan de descubrir las monedas digitales. Los 'mineros' obtienen las criptomonedas como recompensa a la resolución de un problema matemático en el que cada 10 minutos compiten miles de nodos. Al proceso de resolución de dicho problema se le denomina prueba de trabajo ('proof of work'), en el sentido de que los mineros tienen que realizar un trabajo computacionalmente costoso para resolver dicho problema».

Asegura también que «el reto matemático siempre es igual en su proceso, pero las variables son diferentes y solo se puede hallar la solución probando números al azar sin parar hasta dar con el resultado que se busca en ese momento. El primero que lo consiga se lleva la recompensa en bitcoins, es decir, recibe las claves que le permiten desencriptar o validar la monedas que en ese momento le corresponden y que no son siempre las mismas, porque la cifra se va dividiendo a la mitad cada 4 años aproximadamente, es decir, durante los primeros 4 años de Bitcoin la recompensa por cada ejercicio resuelto era de 50 bitcoins, y entonces cambió a 25. Desde julio de 2016 la recompensa se encuentra en 12,5 bitcoins, y así seguirá ocurriendo hasta 2040, fecha aproximada del fin de la aparición de nuevos bitcoins, porque se sabe que habrá un número limitado de 21 millones». En definitiva, «se trata de un proceso que genera una gran competencia y lleva a que miles de ordenadores en todo el mundo estén 'minando' monedas, compitiendo entre sí», añade.

Total transparencia

Pensando en toda la interacción que se lleva a cabo a través de internet hoy en día y las dificultades que existen a la hora de preservar la seguridad en la misma, resulta complicado confiar en este medio como lugar en el que gestionar un patrimonio sin que haya nadie detrás del mismo, haciéndose responsable de posibles problemas.

También pensaron en ello quienes crearon el dinero digital, y resolvieron este asunto con el denominado 'Blockchain' o 'cadena de bloques'. Dice el catedrático de la UMU que «se trata nada más que de un libro contable, pero con algunas particularidades, ya que es el primer libro escrito de forma colaborativa entre miles de participantes».

En resumen, la cadena de bloques es un registro de todas las transacciones que tienen lugar 'empaquetadas' en bloques (un conjunto de transacciones confirmadas e información adicional que se ha incluido en la cadena de bloques) que los mineros se encargan de verificar. Posteriormente serán incluidas en la cadena una vez validadas y distribuidas a todos los nodos que forman la red.

Así que, básicamente, una cadena de bloques es un registro compartido entre muchas partes diferentes, el cual solamente se puede actualizar por consenso de la mayoría de los participantes del sistema y cuya información nunca puede ser borrada. La dificultad de falsificar este entramado radica, precisamente, en el hecho de que para conseguirlo deberían ponerse de acuerdo miles de personas que no se conocen entre sí y que están separadas geográficamente.

Cadena de bloques

Adicionalmente, y debido al valor de lo que está en juego, a cada uno de los mineros que participan en ese consenso se le exige que resuelva la 'prueba de trabajo'. Dicha prueba de trabajo supone para cada ordenador/chip (minero) un elevado coste computacional (y por tanto económico) y evita que pudiera haber un consenso fraudulento. De ese modo, la cadena de bloques de las criptomonedas contiene un registro certero y verificable de todas las transacciones que se han hecho en su historia.

En definitiva, el éxito de este sistema financiero se basa en la criptografía (del griego 'escritura oculta') asimétrica, una técnica para escribir mensajes basados en una clave pública y otra privada, y que garantiza que todos pueden comprobar la veracidad de una transacción electrónica firmada, aunque no sepan a quién corresponde dicha firma. La criptografía asimétrica está ganando una nueva dimensión con la aparición de la informática y los supercomputadores.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios