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Eduardo Encabo, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia.
La lectura ya no es cosa solo de libros
DÍA DEL LIBRO

La lectura ya no es cosa solo de libros

«No se lee menos, sino que se hace de manera diferente», asegura el profesor de la UMU Eduardo Encabo. Los avances tecnológicos han traído nuevos formatos narrativos que incluyen textos con los que se interactúa, según los expertos

MARÍA JOSÉ MORENO

Lunes, 24 de abril 2017, 21:54

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Desde 1995, la celebración del Día Internacional del Libro (23 de abril) es una iniciativa promovida por la Organización de Naciones Unidas con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. Resulta llamativo que en aquel entonces, hace ya más de veinte años, se considerase tan necesario ese impulso, dado que la gran revolución en torno al sector se está produciendo en el siglo XXI.

Si bien la llegada de la televisión pudo suponer una merma en torno a las horas dedicadas a sentarse frente a un libro, la realidad social y educativa actual poco se parece a la de la década de los 90. No solo han aparecido nuevas fuentes de información, sino gran cantidad de medios tecnológicos y otras formas de entretenimiento que invitan a la distracción. Incluso el texto está sufriendo grandes transformaciones, sobre todo en el medio por el que se transmite. Este hecho afecta sobremanera a la lectura, ya que la sociedad se enfrenta a nuevos formatos narrativos que suponen grandes desafíos para el acceso al conocimiento. Precisamente, el último informe de la 'Lectura en España', publicado por la Federación de Gremios de Editores, apunta a que «internet ha transformado los modelos de negocio y de gestión para muchas empresas. Editar un libro o generar un contenido es cada vez más factible para cualquier persona gracias a la tecnología y a la posibilidad de subcontratar cualquier servicio o proceso industrial y comercial».

Esta situación ha llevado a un importante crecimiento de la autoedición y a la fragmentación y diversificación de la oferta entre una multitud de agentes editores. Asimismo, los nuevos modelos también están obligando a la adaptación de las librerías, unos establecimientos de la cadena del libro que han sufrido de manera importante durante la crisis.

Destaca de ese informe que se rompe con la creencia predominante de que la gente cada vez lee menos: «Los datos que se han ido recabando indican, de un modo pertinaz, todo lo contrario. En los últimos 15 años se registra un incremento de 11,2 puntos en la proporción de lectores frecuentes».

Eduardo Encabo Fernández, profesor titular en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Facultad de Educación perteneciente a la Universidad de Murcia, cree que «definitivamente no es que se lea menos, simplemente se lee de manera diferente».

Los avances tecnológicos han llevado a que aparezcan nuevos formatos narrativos como, por ejemplo, ciberseries, microrelatos o cortometrajes en red, por mencionar algunos. En general, relacionados con el cine, los videojuegos, los canales de internet o incluso con la música, han potenciado su presencia social y han incrementado su complejidad en lo que concierne a contenidos, convirtiéndose en potentes industrias que se vinculan al día a día de las personas

«La visión romántica e idealista de la lectura parece no tener cabida en estas décadas de siglo que vivimos. La interpretación del acto lector como algo placentero que conlleva un aprendizaje y que evoca al ser humano contemplando un ejemplar físico de un libro rodeado de paz e inmerso en un proceso de erudición, no parece el referente a tener en cuenta cuando se trata de observar qué entendemos por lectura», señala Encabo.

Todos esos formatos albergan multitud de textos que contienen distinta información. El usuario o persona lectora se relaciona constantemente con ellos, por lo que quienes investigan sobre este asunto se preguntan si realmente se está realizando un acto de lectura en esa interacción o si, por el contrario, esas situaciones no se pueden considerar lectura.

Según Encabo, «las posturas más tradicionales defenderán que al no haber un texto físico, diseñado o redactado al efecto, no se pueden considerar esos actos puntuales de interacción con medios, principalmente audiovisuales, como una acción lectora. Distinto es si se atiende a las características de la lectura que tienen que ver con la estimulación del pensamiento, con la activación de ideas y con la identificación de un texto; independientemente del formato en el que se presente».

Por otro lado, el profesor de la UMU señala que «es muy común encontrar contenidos producidos en diferentes formatos, por ejemplo, videojuegos basados en libros o incluso al revés, libros surgidos a raíz de un contenido digital. Esto lleva a que, en numerosas ocasiones, los usuarios de unos lleguen a los otros e incluso que consuman los dos. Esta situación lleva a pensar que pueda ser algo enriquecedor».

Al mismo tiempo, menciona los contenidos transmedia: un tipo de relato donde la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación y en el cual una parte de los consumidores asume un rol activo en ese proceso de expansión. Un ejemplo de ello es el caso de 'Mad Men', una serie dramática de televisión situada en 1960 pero lanzada en 2007 para la que la productora también utilizó medios como blogs y cuentas de Twitter para continuar la ficción fuera de la pantalla.

«En casos como ese, los interesados van saltando de un medio a otro, para enriquecer su conocimiento. Tan pronto pueden visionar un capítulo de la serie como acceder a las redes sociales o comprar un libro para seguir ampliando sus conocimientos sobre el fenómeno», en palabras de Encabo.

Y una vez más, entre los eruditos surge la duda: ¿sigue siendo lectura todo lo que ocurre fuera de las páginas de un libro? En este momento son muchos los que trabajan para aclarar la relación entre la competencia digital y los nuevos formatos narrativos. Y hay quienes apuestan por que pueden tener una vinculación, no estando ninguna de las dos al margen de la promoción de la lectura.

Quienes están a favor se decantan por que estos formatos, ya tengan que ver con el cine, las series de televisión o los videojuegos, van a permitir que el residente o nativo digital halle recursos para desarrollar su lectura crítica sin perjuicio de sentirse bien o mal por utilizar un medio que no es el libro físico.

Sería preciso que se tomara conciencia acerca de que lo importante es el texto y el contenido que este conlleva y no tanto la forma en la que se ofrezca. Con ello, no se estaría denostando la forma en la que se presenta el contenido, sino que se trataría de incidir en la pluralidad textual y en las nuevas opciones que se le ofrecen al 'lector' en el siglo XXI.

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