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M. J. MORENO
Lunes, 18 de junio 2018, 18:34
El grupo de investigación I+D Economía, Políticas Públicas y Salud de la Universidad Politécnica de Cartagena, se dedica al estudio del impacto de las políticas públicas en el comportamiento de los individuos. Una de las líneas de trabajo que sus investigadores han desarrollado en los últimos años es la del análisis del consumo de tabaco, desde los factores que explican su prevalencia hasta su impacto en el sistema sanitario. Entre sus últimas publicaciones se encuentran propuestas para la reducción del tabaquismo y evaluaciones de los efectos de las leyes antitabaco puestas en marcha en los últimos años en la Unión Europea. Angél López Nicolás, catedrático de Economía Aplicada, explica algunas de ellas.
-¿Cómo afecta a la salud pública el consumo de tabaco?
-El consumo de tabaco es una de las mayores amenazas para la salud de la población. Se sabe que causa un gran número de enfermedades, entre las que destacan por su gravedad los cánceres de aparato respiratorio, las enfermedades cardiovasculares, el ictus y la enfermedad pulmonar obstructiva. Con una prevalencia superior al 25% en España, causa en torno a las 55.000 muertes prematuras cada año.
-Muchos fumadores se sienten atacados por la legislación y creen que existe cierta ojeriza, ¿a qué se debe que se tomen tantas medidas en contra del consumo de cigarrillos?
-No creo que se trate de una percepción mayoritaria. De hecho, hay encuestas donde se refleja que un porcentaje notable de fumadores están de acuerdo con que se pongan en marcha políticas de prevención y control del tabaquismo. El sentimiento de persecución ha sido en ocasiones alentado por los intereses de la industria tabaquera mediante mensajes que presentan las medidas de salud pública como atentados contra la libertad individual. Pero en la actualidad existe un consenso mayoritario, reflejado en la postura de gobiernos nacionales, Unión Europea y organismos internacionales como la OMS, en el sentido de que hay que proteger a la población de los estragos que genera el consumo de tabaco, y que para ello se deben emplear impuestos altos y leyes de espacios sin humo, entre otras medidas.
-¿Incrementar el precio del tabaco realmente lleva a que se consuma menos?
-La evidencia científica muestra que la medida más efectiva para reducir el consumo de tabaco es una fiscalidad adecuadamente diseñada. Recalco lo de 'adecuadamente diseñada' porque en ocasiones el aumento de los impuestos de los cigarrillos no ha sido todo lo efectivo que se esperaba a causa de que otras labores del tabaco, principalmente la picadura de liar, se han mantenido a precios bajos y la demanda de tabaco se ha desplazado a este tipo de productos. Por ello la fiscalidad se debe aplicar buscando elevar el precio de todos los productos derivados del tabaco de manera homogénea.
-La prohibición de fumar en espacios públicos ha sido una de las medidas más criticadas, ¿está demostrada su efectividad?
-La historia de las leyes de espacios sin humo en España ofrece lecciones interesantes para los países que en la actualidad se plantean medidas similares. En 2005 se aprobó una ley parcial que prohibía fumar en espacios de trabajo, pero para el caso de los locales de la hostelería se permitió que los responsables decidieran si se permitía fumar, en cuyo caso los de más de 100 m2 tenían que establecer una separación entre zonas. El resultado fue que tanto en los locales grandes como en la inmensa mayoría de locales pequeños se siguió fumando.
Cuando las autoridades sanitarias percibieron el fracaso de esta ley y promovieron que las restricciones se aplicasen sin excepciones, la industria tabaquera intentó evitarlo. No en vano el modelo de aplicación voluntaria de la prohibición de fumar en bares, restaurantes y discotecas garantizaba que las ventas de tabaco se mantuvieran, por lo que la industria llegó a defender el modelo español de 2005 como un ejemplo de buenas prácticas, y se opuso a su modificación argumentando que los efectos sobre la facturación en la hostelería serían desastrosos. Afortunadamente una nueva ley se aprobó en 2010 y desde enero de 2011 no se puede fumar en los locales de ocio y restauración. El tiempo transcurrido ha permitido evaluar los efectos de esta nueva regulación sobre la actividad del sector, sin que se haya encontrado hasta la fecha evidencia de perjuicio económico. Al contrario, la nueva situación es reconocida mayoritariamente como una mejora, y la evidencia científica muestra que ha tenido efectos positivos sobre la incidencia de afecciones cardiovasculares. La moraleja es que las normativas de espacios sin humos no deben contener excepciones para los locales de hostelería.
-¿Y el efecto en los bares y restaurantes es tan negativo como algunos vaticinaban?
-Para el caso español hay al menos tres estudios científicos que muestran que la ley de 2010 no ha tenido tales efectos. Hay que tener en cuenta que durante ese periodo nos encontrábamos en lo más álgido de la crisis económica, con importantes descensos en el gasto de los hogares. En dichos estudios se encuentra que, una vez que se descuenta la tendencia general de declive económico, el cambio legislativo en sí no afectó al gasto en hostelería.
-¿Quiénes son los más beneficiados de la puesta en marcha de leyes antitabaco?
-En primer lugar, todos los que gracias a dichas leyes no han comenzado a fumar. En segundo, todos los que por ellas dejan de fumar. En tercero, los que se ven expuestos a menos humo ambiental. Y, por último, las familias y amigos de todos los anteriores que evitan caer enfermos.
-Por otro lado, ¿qué ocurre con otros productos de tabaco fuera de las cajetillas habituales?
-Aparte de los cigarrillos, los productos derivados del tabaco más importantes son la picadura para liar, los puros y los puritos. En España y en otros países de la UE se ha aplicado una fiscalidad que ha hecho que las tres últimas variedades se hayan abaratado en relación a los cigarrillos, por lo que en los últimos años su peso relativo en las ventas ha aumentado. Los economistas de la salud hemos recomendado que se aplique una fiscalidad que no genere ese tipo de incentivos.
-Desde el punto de vista de su especialidad, ¿qué otras medidas resultan exitosas?
-La prohibición de la publicidad del tabaco y del patrocinio de eventos culturales y deportivos por parte de las marcas de tabaco, las campañas de educación en colegios e institutos y las intervenciones para ayudar a dejar a fumar desde los servicios sanitarios de atención primaria.
-En uno de sus trabajos analizaron el Valor Estadístico de la Vida (VEV) en la población de fumadores españoles
-El VEV es un concepto utilizado en Economía para cuantificar monetariamente los beneficios de políticas que evitan muertes, como por ejemplo las inversiones en seguridad vial, los programas de cribado de cáncer en poblaciones de riesgo y los propios programas de prevención del tabaquismo. Se basa en la idea de que los individuos están dispuestos a pagar por evitar el riesgo, y que dicha disponibilidad se puede inferir a partir de datos de transacciones en el mercado de accesorios de seguridad o a partir de las primas salariales por peligrosidad en el puesto de trabajo.
Algunos economistas han defendido que los fumadores consumen tabaco porque para ellos el valor de evitar el riesgo de perder la vida debido a una enfermedad es menor que para los no fumadores. En nuestro trabajo intentamos contrastar dicha hipótesis con datos españoles y encontramos precisamente lo contrario, ya que los VEV que estimamos son ligeramente mayores para los fumadores.
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