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El catedrático de la UMU José Carrión.
«Los primeros organismos fotosintéticos no fueron plantas, sino bacterias»

«Los primeros organismos fotosintéticos no fueron plantas, sino bacterias»

Pensar en una planta y evocar mentalmente algo verde e inmóvil puede no resultar del todo extraño, pero las plantas son mucho más. Dice el Catedrático de Evolución Vegetal de la Universidad de Murcia (UMU) José Carrión que «son organismos fotosintéticos capaces de captar energía luminosa para transformarla en energía química y que poco más necesitan para vivir». Señala que «los primeros organismos fotosintéticos probablemente están en la tierra desde hace casi 4.000 millones de años y los primeros fósiles que hay en el planeta pertenecen a organismos unicelulares muy pequeños, no plantas pero sí de bacterias fotosintéticas».

M. J. MORENO

Viernes, 17 de junio 2016, 08:14

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José Carrión Catedrático de Evolución Vegetal de la Universidad de Murcia

Pensar en una planta y evocar mentalmente algo verde e inmóvil puede no resultar del todo extraño, pero las plantas son mucho más. Dice el Catedrático de Evolución Vegetal de la Universidad de Murcia (UMU) José Carrión que «son organismos fotosintéticos capaces de captar energía luminosa para transformarla en energía química y que poco más necesitan para vivir».

Señala que «los primeros organismos fotosintéticos probablemente están en la tierra desde hace casi 4.000 millones de años y los primeros fósiles que hay en el planeta pertenecen a organismos unicelulares muy pequeños, no plantas pero sí de bacterias fotosintéticas».

La vida fotosintética comienza en el agua sin ninguna duda y hace uno 400 millones de años, aproximadamente, las plantas conquistan el aire, momento para lo que desarrollaron un material conocido como cutícula y que hace las veces de impermeable para evitar la desecación, pero que a su vez impide el intercambio de gases, lo que dio lugar al siguiente paso evolutivo: la aparición de los estomas.

A partir de ahí y con la llegada del periodo Devónico, se produce una explosión evolutiva en las plantas durante la que aparecen las hojas en una gran diversidad de formas, los sistemas de ramificación complejos y la semilla.

Según Carrión, «después, durante el Carbonífero, aparecen los primeros árboles y los primeros bosques. Solo la flor retrasa su aparición hasta hace 140 millones de años (Cretácico Inferior) aunque llega dando lugar a las plantas (angiospermas) que posteriormente tendrán mayor éxito evolutivo, ya que aunque las flores carecen de mayores ventajas adaptativas, sí que permiten un desarrollo más rápido de las semillas, lo que ante una catástrofe como la caída de un meteorito es un ventaja, ya que les permite recuperarse velozmente».

Así pues, «el gran invento de las angiospermas es la aparición de una fecundación muy rápida y de la rápida formación de una semilla, a través de un proceso de alteración evolutiva del desarrollo embrionario que se conoce como progénesis y que lleva a pasar de un individuo con un desarrollo sexual tardío a otro en el que la maduración sexual se produce mucho más rápido», va detallando Carrión.

En definitiva, un proceso de aceleración del desarrollo embrionario como consecuencia simple de una mutación en un gen regulador y surge un organismo competitivamente muy superior desde el punto de vista ecológico, capaz de reemplazar de su nicho ecológico a una gimnosperma. No en vano, en palabras del Catedrático de la UMU, «los lugares donde mejor crecen las plantas en la actualidad son sitios como las zonas tropicales, con mucha luz y mucha agua y donde predominan las angiospermas».

Grandes supervivientes

A pesar de que, comparadas con los animales, las plantas pueden parecer frágiles, Carrión indica que «éstas nunca se han extinguido en masa y poseen características biológicas, evolutivas y reproductoras que las hacen únicas. Por ejemplo, son mucho más austeras que los animales, se desarrollan con CO2, agua, aire y algunas sustancias que se encuentran en el suelo, resisten la disrupción físico-química mucho mejor, cualquier alteración del sustrato, fuego, un terremoto y, además, merece la pena destacar que ningún animal tiene algo parecido a una semilla. Las semillas son capaces de aguantar durante centurias en un banco de semillas bajo el suelo y germinar en una lluvia 200 años después, una característica conocida como la dormición de las semillas, que les permite aguantar casi indefinidamente».

También desde el punto de vista reproductor son muy particulares y es que las plantas tienen menos filtros que los animales para evitar la autofecundación y la endogamia. Vale pensar que entre especies de mamíferos de distinta raza apenas se pueden conseguir especies híbridas, pero en plantas hay muchos casos en los que eso es posible, incluso perteneciendo a géneros diferentes, pueden cruzarse y generar especies nuevas, y el individuo que surge podría ser viable, llegar a su edad reproductora y reproducirse con las poblaciones parentales y producir una nueva estirpe. Según José Carrión, «es así como han aparecido muchas especies vegetales y de ahí que la biotecnología vegetal tenga tantísimo futuro, porque las plantas son muy manipulables genéticamente, muy 'evolucionables'».

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