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Deportistas veraniegos

En verano, el Correcaminus Playeris saca del fondo del armario sus Paredes de 1998, dispuesto a correr por los caminos del Mar Menor

Rosa Palo

Lunes, 14 de agosto 2017, 08:59

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Perteneciente al género Indolentis Sedentarius, el verano es la mejor estación para observar al Correcaminus Playeris en todo su esplendor, ya que durante la época estival es fácil verlo desplegando su trote cochinero por la orilla de la playa o por los caminos de tierra que comunican las costas del Mar Menor, donde son fácilmente superados en su carrera por paseadores de perros, abuelos infartados y grupos de señoras con visera.

M. Saura

Descripción

La hibernación, o capacidad para permanecer semidormido durante la época del año en la que el clima es desfavorable, es una de las características del Correcaminus Playeris, puesto que pasa el invierno sentado en el sofá, del que solo se levanta para echar viajes al frigorífico. Pero cuando abandona su hábitat natural y se traslada al apartamento de la playa, siente la llamada del verano y rescata del fondo del armario una gorra de la Caja Rural de Almería que le regalaron cuando metió 35.000 pesetas a plazo fijo, la camiseta de Toldos Manolo que se pone para repintar la habitación de los críos, un pantalón corto que conoció tiempos mejores y unas Paredes usadas por última vez en 1998 en un partido de solteros contra casados, que me están todavía bien, Mari, que yo no me compro unos tenis de esos que valen trescientos euros, que eso son mariconás pa los tontos del pijo, ¿o es que no has visto tú a los negros esos que corren descalzos y luego lo ganan tó, Mari?, pues por algo será.

Marcha y desplazamiento

El Correcaminus, motivado y lleno de energía, se levanta temprano, se llena los pulmones con el aire fresco de la mañana y se dispone a correr. Tan dotado para la carrera como Belén Esteban para andar con tacones, el Correcaminus es fácilmente reconocible por su grácil trote cochinero, ya que corre a menor velocidad de la que alcanzaría si fuera andando. El Correcaminus comienza su carrera a un ritmo relativamente fuerte, pero a los cinco minutos sufre los primeros síntomas de un proceso de descomposición física: suda, hiperventila, se congestiona y resopla. Es entonces cuando el Correcaminus despliega toda su majestad, intentando, entre jadeos y secreciones varias, buscar en su móvil la banda sonora de 'Rocky' para motivarse y poder volver a casa. Desfondado, utiliza sus últimas fuerzas para llegar hasta el puesto de churros del paseo marítimo y comprar docena y media de porras con las que reponer la pérdida de carbohidratos, calorías y sales minerales experimentada tras el ejercicio físico.

Comportamiento

El Correcaminus es una especie anárquica, inconstante y con poca fuerza de voluntad: durante el mes de veraneo saldrá solo a correr cuatro o cinco veces, puesto que todos los días encuentra alguna excusa que le impide salir, que si hoy toca la Orquesta Sensaciones en el Club Náutico, Mari, que a ti te gusta mucho, que si luego hemos quedado con los Plómez, que si mañana tampoco salgo porque viene tu madre con tu hermano y tu cuñada y luego dices que me voy a correr porque no tengo ganas de verles, que es que no hay forma de tenerte contenta, Mari, que vaya veranico me estás dando.

Dieta

Omnívoro radical. Con su pesado cuerpo, sus poderosas mandíbulas y su barriga cervecera, el Correcaminus ha sido educado por la manada para acabarse todo lo que su madre le ponía en el plato sin rechistar, de ahí que su ingesta calórica sea una de las más altas de todo el reino animal. Convencido en su infinita ignorancia de que la media hora de trote cochinero va a compensar el caldero del Miramar, las cuatro cervezas, el plato de bonito con tomate, la fuente de chipirones, la 'comtessa' (más el trozo que le ha sobrado a su hijo pequeño) y el gin-tonic de Larios, que no me des más la tabarra con el colesterol, Mari, que esto lo quemo yo mañana en cuanto salga a correr un rato, el Correcaminus Playeris, además, suele enriquecer su dieta habitual con barritas energéticas y bebidas isotónicas, no sea que le vaya a dar un vahído con tanto ejercicio físico.

Otras variedades no taxonómicas

Son variedades evolucionadas del Correcaminus Playeris que adquieren características físicas propias sin constituir al grupo en una subespecie, como el Correcaminus Maratonianus, capaz de empezar a correr en La Manga y terminar en Platja d'Aro, de donde vuelve hablando catalán. Proselitista del running, se empeña en contarle a todo el mundo cómo el correr le ha cambiado la vida (y sí, es cierto, le ha cambiado a peor, porque ahora casi no puede andar, que tiene tendinitis rotuliana, fascitis plantar y periostitis tibial), y en la primera cita siempre pregunta si eres pronador o supinador. Huye de las grasas como la niña del exorcista de las iglesias, es capaz de calcular con un solo golpe de vista la cantidad de carbohidratos simples y complejos de un plato de paella mixta y está enganchado a los suplementos nutricionales, que toma más pastillas en el desayuno que un grupo de jubilados en el Hogar del Pensionista.

Las redes sociales del Maratonianus están llenas de frases motivacionales y de fotos de sus carreras, donde aparece ataviado con prendas flúor capaces de provocarle un ataque epiléptico al mismísimo Chimo Bayo. Dueño de una voluntad de hierro, el Maratonianus vive al límite, ya que los días de lluvia corre el riesgo de morir electrocutado antes la profusión de GPS, iPod, iPhone, pulsómetros, auriculares, linternas y cámaras con los que se equipa para salir a correr. Convencidos de que el running es el deporte más barato, no les duele gastarse trescientos euros en unas zapatillas deportivas, y conoce mejor las plantas de sus pies que las palmas de sus manos. Pero, sobre todo, el Correcaminus Maratonianus se caracteriza por su superioridad moral y física: situado por encima del Correcaminus Playeris en la cadena trófica, lo desprecia por su escasa capacidad de superación y su nula motivación.

Referencias

El Corto, Marianico. «Running para dummies: los primeros 100 m». (Vigésima cuarta edición).

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