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DANIEL VIDAL
Domingo, 30 de agosto 2015, 12:28
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Dos cervezas frías a tragos largos en una terraza del centro de Valladolid fueron suficientes para desvelar el ardiente significado de las miradas, de las sonrisas. José Juan, 36 años, divorciado, administrador de empresas, deportista y amante de los animales, había contactado con aquella «madurita» gracias a Meetic, una aplicación 'para solteros exigentes' que se había descargado en el móvil hacía meses. No era la primera cita que Meetic le proporcionaba con una mujer. Tampoco iba a ser la última. Aquella, sin embargo, sí fue «una de las más surrealistas». También una de las más «gratificantes». Las cervezas les llevaron al cine. José Juan y su acompañante sacaron dos entradas para ver 'Interstellar', la cinta de ciencia ficción protagonizada por Matthew McConaughey y Anne Hathaway. Pero la película, y no precisamente de ciencia ficción, se la montaron José Juan y su chica de Meetic en las butacas. Una caricia en la oscuridad dio paso a un beso, a dos, a una mano furtiva por debajo de la falda, una cremallera que baja, un botón que salta... «No duramos ni quince minutos en el cine. No podíamos ir a su casa porque estaba su hijo. Tampoco a la mía. Así que nos montamos en mi coche y fuimos a un aparcamiento cercano. Tuvimos sexo durante dos horas. ¡Una maravilla!», define José Juan, que lleva más de cinco años sacando partido a todo tipo de páginas enfocadas a encontrar pareja. Mientras hablamos, suena una alerta en su móvil. Una posible nueva cita. «¡Olé!».
Él, como 39 millones de personas en todo el mundo, también estuvo «trasteando» en Ashley Madison, la web que ha dejado en cueros a miles de infieles (también en España) tras el 'hackeo' de los datos de los usuarios. José Juan, sin embargo, se apuntó cuando ya se había divorciado. Solo buscaba una mujer en busca de una aventura... que nunca llegó: «Aquello me parecía un 'sacaperras'. Pagué 60 euros y después me hacían pagar por todo. Además, los perfiles me parecían falsos». Ahora se ha confirmado que solo el 9% de los usuarios del programa se registraron como mujeres y que en ese 9% también había hombres. «Me di de baja pronto, a pesar de que todavía me siguen llegando correos electrónicos», protesta José Juan. La mala experiencia en Ashley Madison no le impidió seguir navegando por mares cálidos: «He conocido a cientos de mujeres gracias a estas aplicaciones, pero solo he tenido relaciones con unas 30», reconoce.
¿Y ha encontrado el amor?
No. Alguna chica me ha gustado mucho, pero tanto como amor... No. Yo solo buscaba sexo, relaciones esporádicas. Aunque ahora quizá me planteo encontrar algo más serio, más estable.
Para todos los gustos
No tendrá problemas, atendiendo al número de aplicaciones disponibles y, por ende, a las posibles parejas. Hace unos años, Badoo tenía el 'monopolio' en el negocio del ligoteo virtual. Ahora hay tantos programas como tendencias sexuales y momentos vitales. Badoo sigue siendo líder por número de usuarios (más de 200 millones en todo el mundo), pero Tinder no para de crecer como una de las aplicaciones preferidas para encontrar amigos (en un menor porcentaje), pareja... o simplemente un revolcón. El mayor porcentaje de usuarios se concentra entre los 18 y los 35 años (el 84% del total) y alrededor de 5.000 usuarios se descargan la aplicación cada día en nuestro país. Y subiendo. 20 millones de personas 'se gustan' a diario en esta red social y, desde 2012, han salido de Tinder decenas de propuestas matrimoniales, como la de la medallista olímpica norteamericana Amy Williams y su chico. Esta semana pasaron por el altar, 18 meses después de su 'match' (su 'me gusta' mutuo) en Tinder.
«El 'boom' es imparable», ilustra la psicóloga y sexóloga Irene Pérez. En su consulta, muchos de los pacientes que acuden a terapia de pareja se conocieron por este sistema. «Y en mi círculo, una de cada dos personas lo utilizan. Yo tengo novio desde hace mucho tiempo, pero si estuviera soltera, me parecería una herramienta muy útil», reconoce Pérez, de 31 años. Y advierte: «Cuantas más relaciones sexuales tengamos, más riesgo hay de contraer enfermedades de transmisión sexual. Es fundamental una buena educación». La que parece faltar en Estados Unidos, donde las autoridades ya asocian el auge imparable de las aplicaciones para ligar al incremento de enfermedades como la gonorrea (30% más), la sífilis (79%), o el VIH (33%). Solo en los dos últimos años.
Aplicaciones como Edarling y Match se centran en los cincuentones. Grindr, por ejemplo, está enfocado al público gay. Wapa, exclusivamente a las lesbianas. Y '3nder', para buscar tríos. También están Lovoo, Pof, Happn, Flitrie o Groopfy, para conectar grupos. Generalmente, la inscripción en este tipo de páginas es gratuita, aunque luego hay que pagar por determinados servicios. La lista es interminable y algunas de ellas funcionan a un ritmo frenético en el teléfono de José Juan que, como todas las personas que cuentan su experiencia en este reportaje, prefiere reservarse el apellido. «Por lo general, la gente tiene muchos prejuicios. Esto se ve como algo para 'frikis', como una medida desesperada para evitar la soledad... Aunque no tiene nada que ver. Recientemente me acabo de trasladar de ciudad y esto me va a servir para conocer a gente nueva. Además, gracias a este sistema puedes ver a muchas mujeres, y con un perfil similar al tuyo, que en una noche por ahí no te vas a encontrar».
Hombres 'a la cesta'
Una de las aplicaciones que más está triunfando en nuestro país, no obstante, es la aplicación francesa Adopta un tío, donde las que mandan son las mujeres y los hombres, que son tratados como 'productos', aparecen en estanterías virtuales para que las 'clientas' puedan añadirlos a sus cestas.
Es la única aplicación que ha utilizado Alejandra, albaceteña de 30 años. Se la descargó tras salir de una larga relación, y después de varios meses encerrada en casa en los que no había conocido a ningún hombre. «Quería tener sexo y me recomendaron este sistema», admite. Alejandra, que ahora tiene novio, habló con decenas de hombres en solo tres meses a través del chat de la aplicación. «Algunos entraban a lo bestia, sin gracia. Otros eran muy básicos. De ese montón, encontré a varios con los que me reía y al final quedé con cuatro. Solo mantuve relaciones sexuales con dos de ellos. Uno tenía novia», relata. La infidelidad en la red no solo se ciñe a Ashley Madison. Lo confirma José Juan. «Muchas de las mujeres que he conocido están casadas y me reconocen que fuera del matrimonio tienen 'sus cositas'. ¿Remordimientos? En absoluto. Ya son mayores y saben lo que buscan y lo que quieren». Alejandra, que no conoce a nadie entre sus amistades «que no haya utilizado estas aplicaciones», también sabía lo que buscaba: «Alguien divertido, con gustos afines a los míos, sin musculitos y sin morritos. ¡Un machote!», ríe. «Pero tenía claro que no quería nada serio». Ella, además, va al grano: «Mejor en mi casa directamente. Si la cosa no cuaja, ya le diré que se vaya».
¿Y si no se quiere ir?
Jajaja. ¿A mí me va a decir que no se va? ¡Claro que se va! Además, cuando chateas antes de quedar, ya sabes si esa persona es maja, si conectáis... O si es un raro.
La sexóloga Irene Pérez cree que, a la hora de conocer a una persona, valen más «quince minutos cara a cara que quince horas chateando». Paula, de Murcia, novata en estas lides, divorciada y sin hijos, necesitó un poco más de tiempo para «salir escaldada» de su primera cita a través de Meetic, hace solo dos semanas. Se hicieron tilín y quedaron para otro día. «Me llevó a comer a la playa, me montó en un barco... Pero al volver se le cruzó un cable, me dijo que le había decepcionado, paró el coche y me dejó tirada en una gasolinera. Tal cual. Volví a mi casa en un taxi. A los cuatro días me pidió perdón, pero ni le contesté». Paula sigue usando su 'app'. «No tengo tiempo para salir a conocer gente los fines de semana, y la aplicación me parece una buena herramienta, pese a todo». Aunque aclara: «No necesito una pareja. Pero si surge... surge».
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