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Detalle de la cantaora Antonia Contreras, durante su actuación en la programación del Cante de las Minas 2017. Jose María Rodríguez / AGM
Hasta el último ¡ay!

Hasta el último ¡ay!

La pacense Esther Merino Pilo, el granadino Alfredo Tejada y la sevillana Anabel de Vico disputaron una final muy reñida

PATRICIO PEÑALVER

Jueves, 17 de agosto 2017, 18:24

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Amanece que no es poco después de la última semifinal del pasado viernes. Ahí quedan diez noches de intensas jornadas flamencas. Y a esta hora de la mañana de hoy, domingo, ya se conocerán los nombres de los ganadores de la gran final, que terminaba la pasada madrugada.

Para los 33 participantes que comenzaron el pasado miércoles las semifinales, también cada hora habrá sido un suplicio hasta la mañana de ayer, en la que los doce concursantes conocían la lista definitiva de los que pasaban a la gran final de anoche. Los participantes de la tercera y última semifinal del viernes en la modalidad de instrumentistas fueron Andrés Izurieta, de Argentina, que interpretó tarantas y bulerías, y el pianista Pablo Suárez, de Barcelona, que tocó una 'suite flamenca' en la que incluyó granaína, taranta y tanguillos. Le siguieron el cantaor sevillano Evaristo Cuevas Rodríguez, acompañado a la guitarra por Juan Manuel Cadenas 'El Chino', que hizo la minera, cartagenera, taranta, malagueña, soleá y alegría; y la cantaora onubense Rocío Belén Cuesta, acompañada por Francis Gómez Cuadrado, con malagueñas, siguiriyas y caracoles. Y le llegó el turno al baile y, en esta ocasión, desde Sevilla, Fernando Jiménez Torres bailó por taranto y alegrías. Prosiguió el guitarrista Israel Cerreduela, que vino desde Madrid y tocó por tarantas y bulerías. De nuevo le llegó el turno al cante y en esta ocasión el granadino Alfredo Tejada Zurita, con la guitarra de Chaparro de Málaga, hizo mineras, cartageneras, siguiriyas, soleá y farruca, para llegar al segundo concursante de guitarra, Luis Medina Blanco, de Córdoba, que tocó por tarantas y fandangos.

Otra vez en la modalidad de cante, Kiko Peña hacía la malagueña, tientos y seguiriya, y Antonio José Nieto, de Córdoba, cantaba por mineras, taranta, fandangos de Lucena y soleá, hasta llegar a la última participante, Vanesa Coloma Suárez, de Madrid, que bailó taranto y soleá. Ahí quedan registradas esas actuaciones en esta página de periódico, como un documento, para la historia del festival. Y ahí quedará para siempre el recuerdo de los participantes de su paso por La Unión.

Esther Merino Pino, Melón de Oro 2017, tenía la oportunidad de hacer doblete con la Lámpara

Desde esas pruebas de sonido previas, hasta la emoción del encuentro con el público. Hay que valorar también la tarea de los técnicos de sonido, que en las pruebas tienen que memorizar los registros de los participantes y después mover muchos elementos en el escenario para sonorizar los cambios del baile a los instrumentistas. Aquí los participantes no piden como piden los artistas en las galas. A muchos artistas les gusta pedir un poco más de rebel. En una ocasión, el gran cantaor Rancapino padre, a un técnico le pedía más y más rebel; como ya estaba mosqueado el técnico, le dijo: '¿Pero si ya tienes el rebel al máximo?'. '¿Y yo qué sé lo que es el rebel?', le respondió el cantaor, '¡como 'tó' el mundo lo pide!'.

No es nada fácil llegar, desde esas pruebas selectivas que se hacen en junio y julio, hasta la gran final, y menos llevarse la codiciada Lámpara Minera, que siempre supondrá un antes y un después en la vida artística. Por poner un ejemplo, por las galas de este año han pasado tres artistas a los que le cambió su vida: Mayte Martín, Rocío Márquez y Juan Pinilla.

Matices

El pasado año, el festival hizo una excepción y, al margen de los concursos, le rindió un merecidísimo homenaje a Alfonso Paredes 'Niño Alfonso', uno de los cantaores, de profesión minero, que más conoce los cantes de la tierra y que debió de ganar el máximo galardón en su día. Con este gran reconocimiento se le entregó la Lámpara Minera Honorífica. Y Alfonso Paredes, muy buena gente, dijo: «No quería morirme. Esto es lo más grande que me ha pasado en la vida».

A uno de los tres cantaores que aspiraban, en la pasada madrugada a la Lámpara Minera, a buen seguro que le cambiará su vida artística. Los tres participantes llegaban a la final en igualdad de condiciones, tanto que iba a contar hasta el último ¡ay! En la final, en los matices a la hora de interpretar la minera, en la manera de colocar la voz y rematar, así como en los medios tonos, iba a estar el quid de la cuestión, que sumaría con el otro cante minero que tenían que cantar. Entre dos voces femeninas se encontraba el granadino Alfredo Tejada. La de la sevillana Anabel de Vico y la de la pacense Esther Merino Pino, reciente Melón de Oro del Festival de Lo Ferro, que tenía la oportunidad histórica de hacer doblete de premios en el mismo año. A esta hora ya sabremos si la Lámpara Minera se fue para Extremadura o para Andalucía.

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