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La boxeadora profesional Mari Carmen Romero, en el gimnasio. Sonia Lario / AGM
«'A sevillanas no, a kung fu', le dije a mi madre»

«'A sevillanas no, a kung fu', le dije a mi madre»

Mari Carmen Romero, boxeadora

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Sábado, 5 de agosto 2017, 09:44

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Kung fu, kick boxing, muay thai, boxeo... Su currículo es una panoplia de artes marciales y deportes de refriega y contacto. Mari Carmen Romero (31 años, Puerto Lumbreras) lleva en ellos desde los cuatro años. A una edad en que todos sueñan con un héroe de papel y lápiz, su ídolo era Jean-Claude Van Damme. Mari Carmen era un terremoto. Se subía aquí y allá, 'orugueaba' por aquel rincón, hociqueaba en este otro, no podía parar, hasta que un día le dijo a su madre que le apuntara a artes marciales y su madre vio el cielo abierto: al menos estaría entretenida. Por eso la apuntó, sin saber que no era un pasatiempo infantil, sino una vocación para siempre. Hoy Mari Carmen, casada y con dos hijos, acopia dos títulos mundiales en kick boxing, además de varios de Europa y de España, y en boxeo ha sido tres veces campeona de España y ha ganado una plata con la selección por la que le dieron 200 euros. Una birria. Por eso se hizo profesional hace un año. «Esto no está pagado», dice.

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -En la playa.

  • 2 -¿Un concierto inolvidable? -Maná, en Málaga.

  • 3 -Un libro para el verano -No sabría decirlo, no tengo tiempo.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -Vive la vida.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? -Cualquier cóctel que no tenga alcohol.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -Sí.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Hulk.

  • 8 -Un epitafio -Ninguno.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Policía

  • 10 -¿Tiene enemigos? -No.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -El egoísmo.

  • 12 -¿Un baño ideal? -De noche, a la luz de la luna.

-¿Tan poca cosa se gana hoy en día con el boxeo?

-En España no está bien pagado y te ves obligada a trabajar. Yo estoy haciendo de vigilante en Recaudación, en Lorca, porque con lo que te da el boxeo no es suficiente. Te pagan 1.200 euros por un combate de seis asaltos. Eso es muy poco. Fuera del país te pueden dar dos mil o más. Y eso si eres profesional, si no, apenas ganas nada con esto. Por la medalla que gané en Creta con la selección española me dieron 200 euros. Por eso le tuve que decir al seleccionador que me pasaba a profesionales. Tengo dos hijos y muy pocas ayudas.

«A una edad en la que los demás veían dibujos, mi héroe era Van Damme»

-Y aun así es boxeadora.

-Sí, por supuesto. Esto es una vocación, no tiene que ver en absoluto con el dinero.

-¿Qué le da el boxeo?

-Lo llevo en la sangre. El boxeo es mi vida, me he criado y he crecido practicando boxeo y no tengo otra forma de vivir que al lado de este deporte. Ha llegado un punto en que, si no hago todos los días mis cinco horas de entrenamiento, no me siento bien.

-¿Qué le quita?

-Tiempo de estar con mi familia, tiempo para salir de fiesta, muchas cosas que no puedo comer como un simple helado. Tiempo, sobre todo tiempo. Tengo dos hijos de 9 y 4 años, Aarón y Abraham, y no puedo estar con ellos todo lo que quisiera. Esto es muy duro. Subirse al ring no es ninguna broma, si no entrenas y estás bien, mal vas en este deporte.

-¿Aarón y Abraham?

-Sí. Son nombres poco corrientes, pero es que los nombres corrientes no me gustan. Así que fui al listado de nombres y Aarón era uno de los primeros por la doble 'a' y dije: «Este me gusta», y con Abraham pasó algo parecido.

-¿Le gustaría que sus hijos hicieran boxeo?

-Sí, los dos practican, ¿por qué no? Criar a mis hijos en el mundo del deporte es criarlos en un mundo sano, es darles unos valores como el respeto y la humildad que son fundamentales y no se les da en otros ámbitos.

-Pero habrá madres que no lo entiendan y se echen las manos a la cabeza cuando lo lean.

-Me da igual si me critican por eso. Yo me siento muy orgullosa de que mis hijos hagan deporte y de introducirlos en el mundo del boxeo. No es un deporte agresivo, al contrario de lo que la gente piensa, y es un deporte beneficioso. Por ejemplo, además de los valores fundamentales que proporciona, te ayuda a estar mejor, es una especialidad en la que quemas muy rápido. Lo sueltas todo y duermes como un tronco por las noches. De hecho, muchas modelos lo practican.

-¿Cuánto entrena?

-Cinco horas al día. Entreno aquí con mi marido, Francisco Ponce, que es entrenador de boxeo [son dueños del gimnasio Ryam Boxing], y los viernes voy a Elche.

«La vida son dos días y hay que moverse; perder el tiempo es lo peor de lo peor»

-Una boxeadora, un marido entrenador, hijos que practican boxeo... En su casa no hablarán de otra cosa.

-Sí. Y se practica a todas horas. Muchas veces en las que no estoy contenta de cómo ha ido el entrenamiento, mi marido me dice: 'Venga, vamos, dale un rato'. Y en el mismo salón me pongo los guantes y practico un poco. Tengo un saco en la entrada. Todo vale para ir sacando tiempo y practicando. A veces estoy limpiando y aprovecho de vez en cuando para darle al saco o hacer unas flexiones [ríe]. Hay que hacerlo así.

-Su casa estará llena de guantes.

-Uff, es increíble los que hay. Los guardo en casa o en el gimnasio, y muchos ya es que los regalo. Puedo tener unos cuarenta.

-Habla del boxeo como una pasión, un amigo a todas horas, pero no todo será de rosas.

-No, claro, hay veces en que se pasa mal. Por ejemplo, no hace mucho estuve en Moscú compitiendo y tuve un problema. Los jueces son muy estrictos con el pesaje, no puedes pasarte. Yo tenía que llegar a 54 kilos y me sobraba uno, no había forma de perderlo. Recuerdo que corrí con plásticos, fui a la sauna..., hice de todo para dar el peso. Al final lo conseguí pero no probé nada en el vuelo desde Madrid para no pasarme y al llegar me dijeron que tenía que hacer un viaje de siete horas en tren. «¡No puede ser!», les dije. Pues nada, sí podía ser, otras siete horas en tren sin probar bocado para no pasarme en la báscula.

-¿Ni siquiera agua?

-Ni siquiera agua. Eso sí, después de pesarme me lancé como una posesa a comer de todo: chocolate, entrecot... Me hinché a comer después de tantas horas sin probar bocado. Me hubiera comido cualquier cosa. Pero es que no te puedes pasar, porque te pueden sancionar incluso y costarte una multa. Además, un boxeador que no da el peso está mal visto en este mundo, da la impresión de que no es serio. Eso la gente no lo sabe, pero la primera batalla del boxeador es siempre contra la báscula.

-¿Se puede describir?

-Soy una persona sencilla que valora mucho la amistad y es humilde. En general, creo que soy bastante querida. Doy clases de boxeo y los padres me agradecen los valores que inculco a sus hijos. El otro día vino una madre y me dijo que su hija era otra desde que le daba clases, no solo en boxeo, sino en la vida. Había cambiado a mejor. Eso me satisface. Ah, y también soy algo cabezona, cuando se me mete algo en la cabeza, es difícil sacármelo.

-¿Cómo conoció a su marido?

-Pues en el gimnasio. Él daba clases donde yo iba y claro, el roce hace el cariño.

-¿Qué es lo mejor que él ha hecho por usted?

-Darme su tiempo. Además de ser mi maestro, se quita tiempo cada día para dármelo a mí.

-¿Y lo mejor que ha hecho usted por él?

-Pues le he dado dos hijos maravillosos y la afinidad de gustos. Quiero decir que estoy en un mundo que es también el suyo. Compartir eso es muy bonito.

-¿Tiene algún ritual para prepararse antes de cada combate?

-Al llegar al hotel me suelo dar un baño de agua caliente, para relajar los músculos y bajar algo de peso con el sudor. Luego, la noche anterior, hablo mucho con mi marido, que me acompaña, y me explica cómo es mi rival y por dónde atacarle. Hay que tener en cuenta una cosa: en boxeo, al contrario de lo que se piensa, no gana el más fuerte, sino el más inteligente. Es como el toro y el torero, el toro puede ser muy fuerte, pero casi siempre gana el torero, ¿no? Pues algo parecido. Ya en los instantes previos al combate, se acaba la Mari Carmen buena y sale la mala, intento sacar toda la rabia, todo lo que he peleado por estar ahí, lo que me he sacrificado. Ahí ya toca activarse y salir a tope. Llevo además un rosario que me regaló mi marido y que se queda en los vestuarios. No es porque sea religiosa, es más un objeto sentimental que otra cosa.

-¿Cómo se imagina el final de su carrera?

-Pues quizá en otra disciplina. En los últimos tiempos me están gustando las luchas de MMA.

-Perdone mi ignorancia, ¿qué es MMA?

-Son combates en una jaula, donde se permiten golpes en el suelo y demás. No me gustaría retirarme sin probar antes esto, aunque aún me quedan 6 o 7 años.

-¿Y después, qué?

-Pues después quizá sea policía. Hace años que me preparo las oposiciones. Me presenté en Pulpí y quedé en el puesto 20 de 40 aspirantes. En septiembre me gustaría retomar los estudios.

-¿Recuerda su primera vez?

-La verdad es que no. Son muchos combates ya a cuestas. Empecé a entrenar con 4 años y con 8 ya estaba compitiendo.

-¿Con 4 años?

-Sí, es que era muy nerviosa. No paraba. Mi madre me quería aplacar apuntándome a sevillanas y yo le dije: 'A sevillanas no, mamá, a kung fu'. Y ella me apuntó. A esa edad en que otros veían dibujos, mi héroe era Van Damme. Si es que era un bicho. De hecho, en el colegio me llamaban Maribicho. Todavía me llaman así en el pueblo, siempre de forma cariñosa, claro.

-¿Cuál es su mayor virtud en el ring?

-La pegada, sin duda. Eso es algo que se tiene o no, no se ejercita. La potencia en el golpe es un don y es fundamental. La fuerza de la pegada es muy importante y yo la tengo. De hecho, en España no encuentro rival, no quieren pelear conmigo.

-¿Y fuera del ring?

-Soy diferente, no soy como las demás, y es que tengo claro que la vida son dos días y hay que disfrutarla, moverse, no desperdiciar el tiempo, perderlo es lo peor que se puede hacer. No saber qué quieres hacer con tu vida, para mí eso es lo peor de lo peor. Yo ahora, por ejemplo, voy a un 'reality'. Tengo que ir a Madrid a ver si me cogen para un programa en el que te graban haciendo diferentes pruebas deportivas y de capacidad. Al final llegas al 'Arnold Fighters', donde va Arnold Schwarzenegger. Hay que hacer cosas para sentirse viva. Qué triste quedarte en el sofá viendo el 'Sálvame'.

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