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Rubén Fernández con su bicicleta de entrenamiento, en Churra. Juan Carlos Caval / AGM
«Tuve que repartir publicidad para salir adelante»

«Tuve que repartir publicidad para salir adelante»

Rubén Fernández, ciclista

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Lunes, 21 de agosto 2017, 09:19

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Siendo un niño veía a Lance Armstrong por la tele y probaba con una bicicleta a la que habían adaptado dos ruedas grandes, un tanto circenses, para hacer sus primeros kilómetros. Hoy no necesita que le tuneen la bici y el mito de Armstrong se le ha quedado en las raspas, desportillado por las confesiones de dopaje del americano. Y es que han pasado muchos años en los que ha hecho de todo para ser ciclista. Rubén Fernández, 'El Escayolas', se largó un día al País Vasco, donde le daban para gastos y tuvo que repartir publicidad para mantener viva la pasión inmarchitable del ciclismo. Hoy está pletórico. Es profesional, ha superado una caída de hace un año en la que se hizo cisco la mandíbula y está en la Vuelta, donde el Movistar le ha dado charreteras y lo ha puesto como jefe. A la hora de la entrevista está arrebujando, remetiendo, colocando, haciendo las maletas. «Es que me voy en una hora y uff, no sé qué pasa que siempre echo un montón de cosas». La pregunta es obvia:

-¿Y qué lleva un ciclista en la maleta?

-De todo menos lo que tiene que ver con el ciclismo. Aunque la gente pueda pensar otra cosa, llevamos ropa normal, de calle, porque la del equipo ya nos la dan ellos al llegar. Yo la verdad es que echo demasiado, no me gusta que me falte de nada.

-¿Y algo especial?

-Sí, una Cruz de Caravaca, algún libro para antes de dormir y alguna película para ver en el portátil.

-Sabemos lo que hacen sobre la bici, pero, ¿qué hacen después, cuando acaba la etapa y las bicis duermen hasta el otro día?

-Por la tarde, al llegar al hotel, no falta nunca el masaje. Hoy mismo, cuando lleguemos, me tocará masaje, aunque no haya comenzado la Vuelta. Luego, en carrera, cenamos sobre las ocho u ocho y treinta: ensaladas, arroz, sushi... El equipo tiene un cocinero, así que por ahí no hay problema. Y ya a las nueve o así nos vamos a la habitación, donde leo un rato o veo una peli. Lo bueno de la Vuelta es que las etapas suelen comenzar tarde y eso permite que te duermas sobre las doce de la noche.

-¿Se duerme bien en carrera?

-Intento dormir nueve horas, pero hay veces que llegas tan cansado que cuesta un poco, cuesta relajarse. Además, antes de las etapas importantes es más difícil descansar. Hay etapas a las que he llegado apenas sin dormir.

-¿Qué echa de menos allí?

-Todo: la familia, los amigos, la novia... Es mucho tiempo fuera [más de tres semanas], menos mal que esta vez la Vuelta pasa cerca de casa y podré verlos [la carrera tendrá un inicio de etapa en Caravaca el martes 29, con final en la sede de ElPozo; el miércoles 30 saldrá de Lorca].

-¿Qué piensa un ciclista cuando ve las cifras que se están manejando en el fútbol, donde se pagan más de 200 millones por un jugador como Neymar?

-El ciclismo está mal pagado, eso está claro, y luego las cifras que se están oyendo, uff, no sé, es como para echarse las manos a la cabeza.

-En la Vuelta del año pasado se le vio batallar con los mejores y llegó a ser líder. Este año el equipo le ha dado el bastón de mando, ¿nervioso?

-No, qué va, muy tranquilo. Sé que el estrés no te lleva a ninguna parte y tengo la conciencia tranquila en el sentido de que hasta aquí, hasta hoy, lo he hecho todo bien. Me he preparado y me encuentro fuerte. Ahora, mientras no haya caídas, el resto lo pongo yo. He trabajado muy duro para dar guerra y estoy tranquilo, de verdad.

-¿A una gran carrera se va a sufrir o a disfrutar?

-Es duro, pero yo soy de los que encuentran momentos para disfrutar. Este es mi sueño de chaval, por lo que he luchado tantos años, y no me he dejado la piel para pasarlo mal ahora, sería absurdo. No, yo disfruto en mitad de cada etapa.

«Algunos piensan que me dicen El Escayolas porque me caigo mucho, pero no es así»

-¿Recuerda su primera bicicleta?

-Sí, claro. Era una bici muy pequeña que se rompió. Entonces me dieron otra con las ruedas modificadas, más grandes. Estoy hablando de cuando tenía unos nueve años.

-¿La guarda?

-No, si hubiese guardado todas las bicis que he tenido no habría sitio en mi casa. Habrán sido como unas veinte.

-¿Guarda en su casa la que usa en carrera?

-No, las bicis con las que vamos a la Vuelta son del equipo. Ellos nos dan una para entrenar, pero salimos de casa con lo puesto y al llegar nos dan la de carrera, que es igual que la de entrenamiento. No salimos de casa con ninguna bici a cuestas.

-¿Y el maillot rojo del año pasado, lo guarda?

-Sí, ese sí lo tengo en casa bien guardado. Tengo que enmarcarlo y colgarlo por ahí.

-¿Se le subió a la cabeza?

-No, en absoluto. Afortunadamente tengo gente alrededor que me pone los pies en el suelo.

-¿Por encima de todo usted es...?

-Tranquilo, aunque me gusta hacer cosas y estar activo, pero siempre desde la calma que me da también mi humildad. Sé de dónde vengo y no se me suben las cosas a la cabeza.

-¿Y de dónde viene?

-Pues de una familia de lo más humilde. Aún vivo en casa de mis padres.

-Le dicen El Escayolas, ¿le molesta ese apodo?

-No, en absoluto. Es la profesión de mi padre y me lo puso por eso Manolo, el director del Contentpolis, aunque algunos en el pelotón se creen que me lo dicen porque me caigo mucho [ríe].

-¿Y no es así?

-No, he tenido suerte y no me he caído mucho en mi carrera.

-Pero el año pasado sí sufrió una caída grave, ¿cómo fue?

-Sí, la peor de mi vida. Estaba entrenando y hacía mucho viento. No sé qué pasó, pero cuando me vine a dar cuenta estaba volando. Me golpeé el mentón y me partí la mandíbula por tres sitios. Pasado el golpe intenté mover la boca y supe que no iba la cosa bien, porque no podía y tenía una parte como encajada sobre la otra.

-¿Estaba solo?

-Sí, por suerte paró una mujer que me ayudó. Cuando llegó la ambulancia me dijeron que ellos no me podían atender y que no me trasladaban, que iban a llamar a otra.

-Y usted con la mandíbula rota.

-Sí, yo no podía ni hablar y no podía creerme lo que estaba oyendo. Al rato, cansado de esperar y hecho polvo, pasó un amigo que me vio de casualidad, echamos la bici al coche y él mismo me llevó al hospital. Fue increíble lo de la ambulancia. Sí tengo que agradecer, en cambio, a los doctores que me operaron, Del Valle y Mazón, porque hicieron un trabajo magnífico.

«Armstrong era mi ídolo de la niñez; cuando confesó, se me cayó un mito»

-Después de ese episodio, ¿tiene más miedo a lanzarse a tumba abierta en la bici?

-No. Lo he superado y voy en la bici como iba antes.

-¿Qué le parece la polémica del Tour este año con las bajadas? Algunos llegaron a acusar a los ciclistas de ser los culpables de las caídas.

-Serán los que no entienden que la competición es sagrada, no puedes no competir una vez que estás ahí. Vas a tope porque has luchado mucho como para dejarte ir en un momento clave. El problema no somos nosotros, son las carreteras por las que nos hacen bajar.

-Después de cinco o seis horas sobre la bici, ¿se siente el cuerpo?

-Sí, pero por el dolor. Lo peor es el cuello. Al contrario de lo que pueda parecer, para mí las peores etapas no son las de montaña, son las otras, cuando acabas con un dolor tremendo en el cuello por la tensión de los finales, que es tremenda.

-¿Quién era su ídolo de niño?

-Lance Armstrong.

-Y cuando confesó que se dopó durante años, ¿qué pensó?

-Me decepcionó mucho, muchísimo, porque no lo esperaba. Él ha sido uno de mis héroes, alguien a quien veía por la tele y que me metió el gusanillo de esto. Si estoy aquí hoy es en parte gracias a él y a mi tío Miguel, ciclista, y, claro, es duro. Se me cayó un mito, la verdad.

-¿Cómo lleva su novia lo de tener un ciclista al lado?

-Muy bien. Ella me aporta mucha tranquilidad, le consulto algunas cosas de carrera, por ejemplo, y ella me ayuda mucho. Es, además, mi fisio.

-Todo queda en casa.

-Sí, y mi hermano es mi masajista.

-¿Qué se dejó por el camino?

-Bueno, todo ha sido muy difícil. Recuerdo salir con la bici cuando mis amigos se recogían de fiesta, aunque eso lo he llevado bien. Tenía claro lo que quería ser y me decidí a perseguir un sueño.

-¿Y qué hizo para serlo?

-Al llegar a los 18 años tenía que dar un salto si quería prosperar, y decidí con unos amigos ir al País Vasco, donde el ciclismo se vive con mucha pasión. Fuimos a un equipo 'amateur' que nos dio una vivienda. Gracias a eso se fijó en mí el Caja Rural una temporada después, a los 19 años, y ese fue mi trampolín definitivo.

-¿Por qué?

-Pues a los dos años en el Caja Rural, en la cena de despedida del curso del equipo, mi director me dijo que yo no me podía ir. '¿Por qué?', le pregunté y se empezó a reír. Iba a pasar a profesionales.

-¿Recuerda su primer sueldo?

-En mi etapa de 'amateur' no tenía sueldo. El equipo nos daba para gastos, como 200 euros, y piso. Recuerdo que en invierno volvía a Murcia y trabajaba repartiendo publicidad para sacar algo. Mis padres ya habían hecho bastante por mí y no podía pedirles dinero. Como profesional, fueron 25.000 euros al año.

-¿Cómo le ha tratado la vida?

-Muy bien. Estoy feliz por lo que he conseguido. Ha sido duro, pero ha merecido la pena.

-¿Cómo se ve en unos años?

-De momento, me queda mucho en el ciclismo, y me gustaría ganar una gran vuelta, aunque eso son palabras mayores. No me planteo la vida más allá.

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -En el centro de Murcia.

  • 2 -¿Un concierto inolvidable? -Nunca fui a ninguno.

  • 3 -Un libro para el verano -'Todo se puede entrenar', de Toni Nadal.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -A los niños, calma.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? -Ninguna, no bebo.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -No tengo.

  • 8. Un epitafio -Magnífica persona.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Solo alguien que disfrute de lo conseguido.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -No.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -El engaño.

  • 12 -¿Un baño ideal? -Una playa cualquiera.

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