Borrar
Manuela Burló, tomando un granizado en Cieza. Vicente Vicéns / AGM
«Nací un día 13 y me da buen rollo; no soy supersticiosa»

«Nací un día 13 y me da buen rollo; no soy supersticiosa»

Manuela Burló Moreno, directora de cine

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Sábado, 19 de agosto 2017, 00:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hace tiempo que sube al vagón del metro -vive en Madrid desde hace 16 años- y no encuentra una mirada perdida: «¡Todo el mundo va pendiente del móvil, y así nos perdemos la opción del flechazo!», clama Manuela Burló Moreno (Cieza, 1978). Le apasionan los desconocidos; los domingos soleados con un libro en las manos y una tumbona en el balcón de su casa; las charlas con los amigos, las comidas en familia y los cines de verano: «Debería haber más», se queja. Directora de cine y «mujer orquesta», como ella misma se define, guarda bajo el brazo dos películas, seis cortos y una nominación a los Goya (en 2014, por 'Pipas').

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -No bebo cerveza.

  • 2 -¿Un concierto inolvidable? -James Brown, en Madrid, en 2002.

  • 3 -Un libro para el verano -'Pan de limón con semillas de amapola', de Cristina Campos.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -Haz lo que te guste hacer.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? -Agua mineral sin gas.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -Sí.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Superlópez.

  • 8 -Un epitafio -'C'est la vie'.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Pequeña.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Que yo sepa, no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -Que los conductores no pongan los intermitentes.

  • 12 -¿Un baño ideal? -En la piscina de mis padres.

-¿De qué se ha dado cuenta?

-He llevado un ritmo muy frenético en los últimos dos años: dos películas consecutivas y con las dos en el Festival [de Cine Español] de Málaga. Ya hasta los periodistas me preguntaban qué sería lo siguiente y yo me sentía un poco Woody Allen, por eso de estrenar una película al año. Ahora he frenado un poco, entre comillas, y eso me ha permitido analizar más cuáles quería que fueran mis siguientes proyectos. Y ha sido al parar cuando he podido valorar todo lo que he conseguido y darme cuenta de que ha merecido la pena todo el esfuerzo y todas esas noches sin dormir.

-¿Ha pasado muchas noches en vela?

-Sí. Me fui a Madrid completamente sola y sin ningún contacto. Pasé años realizando trabajos que no tenían nada que ver con lo que había estudiado y muchas noches preguntándome si merecía la pena. Seguí porque mi motivación era muy grande y contaba con el apoyo incondicional de mis padres. Ellos al principio no querían que me fuese, los padres nunca llevan bien que un hijo se dedique a algo con tanta incertidumbre como las carreras artísticas, les da mucha más tranquilidad el rollo maestra escuela, pero después han sido los primeros que han estado ahí.

-¿Qué le dicen ahora?

-Están súper contentos y muy orgullosos. Disfrutan mucho con mis películas y eso me gusta. Para mí son mis principales jueces.

-¿Ha ganado confianza?

-He ganado entrenamiento y experiencia. Cuando estás creando te expones tanto que eres muy vulnerable. Me cuesta todavía sentirme totalmente segura; de hecho, lo que me da seguridad es la inconsciencia, lanzarme sin pensar. Luego me digo: '¡Madre mía, ¿yo he hecho eso?!'. Con 'Rumbos' [su segunda película (2016), antes dirigió 'Cómo sobrevivir a una despedida' (2015)] me enfrenté a un reparto de actores a los que admiro, como Carmen Machi, Pilar López de Ayala, Karra Elejalde, Nora Navas, Miki Esparbé... ¡Y todos han dicho por su boca un texto que he escrito yo!

-¿Qué fue lo mejor de trabajar con ese elenco?

-Que me olvidé del nombre que tenían. Ellos se entregaron y se entusiasmaron de tal manera con el guión y la historia que nunca vi sus egos, y casi todos tienen un Goya en su estantería. Aprendí mucho de la humildad con la que se enfrentaban a una directora prácticamente novel.

-¿Qué más ha aprendido observando a los demás?

-Soy una tía bastante solitaria. Aparento ser muy sociable y muy divertida, pero paso muchísimo tiempo sola y me gusta observar lo que me rodea: me apasionan los desconocidos, la cotidianeidad. Y en ese sentido, los 'smartphones' me resultan muy frustrantes. Cuando llegué a Madrid, te montabas en el metro y había contacto visual, ¡ahora todo el mundo va pendiente del móvil, y así te pierdes la opción del flechazo! No hay manera de que se crucen la mirada contigo [ríe]. Yo no tengo Facebook, ni Instagram, solo Twitter, y lo empleo para promocionar mis trabajos. Parece que con todos estos avances estamos muy bien comunicados, pero es al contrario. Con las redes sociales se ha agudizado la cobardía; hay gente que ya corta relaciones por WhatsApp; se esconde detrás de la pantalla.

«Me cruzo con gente que dice que por una película española no paga, y es una pena»

-¿Demasiado cobardes entonces?

-Es la época que nos ha tocado vivir. La tecnología te da cierta comodidad para evitar enfrentarte a determinadas cosas, y entonces se recurre al maravilloso mensaje del WhatsApp, con emoticono incluido, y te toca hacer lecturas extrañas: de si es beso con corazón o beso sin corazón... [ríe]

-¿Por qué le apasionan los desconocidos?

-No lo sé. A veces eres capaz de contarle algo a un desconocido que a un conocido no le dirías. Es una fascinación que me atrae desde pequeña, pero no me pasa con todo el mundo. Hay personas que simplemente te generan unas vibraciones diferentes, y otras no.

-¿Ha conocido a mucha gente con la que ha conectado sin apenas saber nada de ella?

-Sí, y muchos se han convertido luego en amigos. De otros tengo un gran recuerdo porque cumplieron una misión muy importante en un momento determinado de mi vida en el que me pude ver muy angustiada, y estos desconocidos me echaron un cable.

-¿Dónde le gusta desconectar?

-El pueblo [Cieza] me permite desconectar mucho, porque es como volver al nido. Tengo la suerte de contar con una familia numerosa; cinco hermanos que estamos muy unidos, y eso me calma.

-¿Qué consejo intenta aplicar siempre a su día a día?

-A quienes empiezan les digo que hagan solo lo que les gustaría hacer a ellos, sin cuestionarse nada, porque nunca sabes quién lo va a ver, y yo soy un ejemplo. Mi mayor acierto fue hacer mis cortitos sin mayor pretensión que pasármelo bien, y son esos cortitos los que me han llevado hasta donde estoy ahora. Que luego no sale bien, bueno, pero lo has hecho.

-¿Cómo es la industria del cine por dentro?

-Es complicada. Tengo muchos amigos muy talentosos a los que les está costando muchísimo sacar sus películas adelante. A la industria le falta apoyo. Es curioso, pero el cine español está supervalorado en todo el mundo y aquí no. Me cruzo con gente que dice que por una película española no paga, y es una pena que nos tiremos piedras a nuestro propio tejado.

«Sufrir por amor es inconsolable, para lo único que no hay pastilla»

-¿Por qué habría luchado si no hubiese sido directora?

-No sabría contestarte. Ya de pequeña me apasionaba contar historias y era muy mentirosilla, de hecho, creo que eso agudizó mi capacidad para crear.

-¿Qué guarda de la niña que era?

-Lo inquieta y loca que soy, la hiperactividad, lo independiente que he sido siempre... Guardo mucho de la niña que fui y me sigo sintiendo una niña. La edad no está en el DNI, hay viejos jóvenes y jóvenes viejos.

Felicidad

-¿En qué ha dejado de creer?

-En que la felicidad no está en algo que consigues. Hay una frase que dice: 'Si no eres feliz con lo que tienes, con lo que te falta tampoco lo serás'. En las épocas menos buenas de mi vida, porque no me gusta llamarlas malas, me decía: 'Venga, proyéctate, y cuando lo consigas, todo cambiará', pero te das cuenta de que no, de que en realidad la felicidad está en ti.

-¿A usted, qué le hace feliz?

-Pues algo tan básico como ir al supermercado. Parece muy absurdo y muy ridículo, pero me gusta perderme por los pasillos, elegir mis cosas, observar a la gente... Feliz también me hace el momento en el que cojo el tren sabiendo que voy a casa; eso todavía me genera cosquillas en el estómago.

-¿Qué no le gusta?

-El desamor. Sufrir por amor es algo inconsolable, para lo único que no hay pastilla.

-¿Ha sufrido mucho?

-Desgraciadamente, sí, pero como mucha gente. No existe vida sin muerte, ni amor sin desamor.

-¿Madre, le gustaría ser?

-Sí, me encantaría, pero hasta ahora, por motivos laborales y personales, no ha podido ser. Las parejas que he tenido no han funcionado como para tomar esa decisión tan importante y, a la vez, estos últimos años he tenido un nivel de trabajo que tampoco me lo ha permitido, pero confío en que ocurra. Cada vez las mujeres están siendo madres más tarde y nos estamos juntando treintañeras largas hablando de cómo hacerlo, sobre todo porque, insisto, vengo de una familia numerosa y siempre me he imaginado rodeada de niños.

-¿Cree en el destino?

-Sí, muchísimo, y me gusta. Me parece divertido que exista una mano mágica que mueva los hilos y también me divierte pensarlo, pero creo que no hay que quedarse solo con eso; si te ocurre algo malo no puedes quedarte ahí y decir: 'Es que es mi destino', no, ya haré algo yo para cambiarlo.

-¿Qué no se imagina la gente de usted?

-Que soy muy aburrida y no me he drogado nunca. La gente que me ve en fiestas, me ve tan hiperactiva que cree que soy la alegría de la huerta, y en el fondo soy una tía bastante aburrida que es feliz viendo películas en casa.

-¿Valiente?

-Mucho.

-¿Por qué?

-Supervivencia. La vida te hace valiente.

-¿Se pone escudos?

-Sí, en el amor. Me protejo bastante; no creo que sea bueno porque nadie se merece cargar con tu mochila anterior, pero es inconsciente, te sale.

-¿Tiene manías?

-Sí.

-¿Cuáles?

-Por ejemplo, me molesta ver la barra de pan boca abajo, y no puedo dejar un zapato mal puesto, ¡pienso que lo pasa mal! [ríe]. No soy supersticiosa, de hecho, nací un día 13 [abril] y me da buen rollo, pero tengo mis manías; tampoco puedo dormir con los armarios abiertos.

-¿Qué frase es cierta aunque sea un tópico?

-Soy muy fiel a 'No hay mal que por bien no venga'.

-¿Optimista?

-Sí.

-¿Cómo se imagina dentro de diez años?

-Viajando mucho, haciendo películas y con niños.

-¿Qué lugar le impresionó?

-Bucarest. Estuve allí con motivo de un festival de cine en el que presenté mi primer corto, 'Dolores', y me gustó mucho. La gente iba con sus tiendas de campaña y acampaba para ver películas, fue muy bonito.

-¿Qué echa de menos?

-El mundo del corto. Ser dueña de lo que quiero contar, guste más o menos. Cuando das el paso al largo no es tu dinero el que está en juego y hay mucha gente que opina.

-¿De quién ha aprendido mucho?

-Siempre he tenido a gente cercana que me ha ayudado mucho, y otra que me ha servido de inspiración; gente a la que yo admiraba y le seguía la pista, como Isabel Coixet o Sofia Coppola, cineastas mujeres que me valían de ejemplo, de que sí se puede.

-¿Qué ocurre con la mujer en el cine?

-Que estamos intentando hacer ruido. Todavía falta mucho apoyo. Hay muchas mujeres haciendo cine pero cuesta pasar el embudo. No sé dónde está el fallo.

-¿Qué me dice de los cines de verano?

-¡Soy fan! Me encantan los cines de verano. Debería haber más.

-¿Y del granizado de avellana?

-En ningún sitio mejor que en Cieza, en Los Valencianos.

-¿A qué está dedicando este verano?

-A escribir. Tengo que entregar diez capítulos de una serie en diciembre.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios