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Carlos Martínez, con su bicicleta, otra de sus grandes aficiones. Nacho García / AGM
Carlos Martínez: «El Mar Menor era mejor que el Caribe»

Carlos Martínez: «El Mar Menor era mejor que el Caribe»

ESTÍO A LA MURCIANA ·

Carlos Martínez. Regatista, campeón del mundo

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Martes, 8 de agosto 2017, 22:42

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La vela le ha llevado a 'marcopolear' por medio mundo. Carlos Martínez conoce todos los mares, el más apalancado de Japón y el de Australia, más brioso, más cabra loca, con olas largas y agua más verde. Pero sobre todos los mares, él se queda con el más afable, el más amistoso, el Mediterráneo, al que vive eslabonado de una forma u otra desde que contaba ocho años. Hoy, a sus 53, tras convertirse en campeón de Europa de 'laser standard' hace días y vivir en La Ribera desde hace diez años, tiene claro que la sal de la vida, esa sal marina que tanto ama, tiene que ver con el tiempo más que con cualquier otra cosa. Tiempo para disfrutar, para hacer deporte y regodearse en el mar es lo que más quiere y necesita.

-Qué gran tesoro disponer de tiempo, ¿verdad?

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -Cualquier lugar que esté en La Ribera.

  • 2 -¿Un concierto inolvidable? -No sabría decir ninguno ahora, tengo muy mala memoria.

  • 3 -Un libro para el verano -'El cazador de barcos', de Justin Scott.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -Busca el equilibrio y disfruta de la vida.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? -Ninguna con alcohol, el zumo de naranja es lo que más me gusta.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -Sí.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? 7 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Ninguno.

  • 8 -Un epitafio -No sabría decir ninguno en este momento.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Lo que soy ahora está bien, nada más.

  • 10 -¿Tiene enemigos? 10 10 -¿Tiene enemigos? -Que yo sepa no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? 11 11 -¿Lo que más detesta? -Los bocazas.

  • 12 -¿Un baño ideal? 12 12 -¿Un baño ideal? -En el Mar Menor.

-A mis 53 años es lo que más claro tengo. No solo para la vela, también para practicar bicicleta, por ejemplo, no sé, hacer lo que me gusta. Lo más importante es tener tiempo. Eso lo valoro mucho más ahora que antes. El tiempo, sin duda, es más importante que el dinero. Claro está, para tenerlo hay que contar con ciertos ingresos, los suficientes para poder disponer de tiempo y hacer lo que te gusta, no para tener una casa mejor o un coche más grande.

«Conforme pasan los años te das cuenta de que lo más importante es tener tiempo»

«Conozco los mares de todo el mundo y digo, sin duda, que me quedo con el Mediterráneo»

-¿Eso es lo más importante que le han enseñado los años?

-Pues diría que sí. Cuando vas cumpliendo años tienes una conciencia del paso del tiempo que no tienes de joven. Sabes que el tiempo se acaba y es muy triste que se te pase sin hacer lo que te gusta.

-¿Usted lo tiene?

-Pues con los años he cambiado mis rutinas. Ahora trabajo por las mañanas e intento organizarme para no dejarme nada para la tarde. En este sitio tenemos mucha suerte, algo que muchos no valoran lo suficiente, y es poder contar con 300 tardes al año por lo menos de buen tiempo para hacer cosas, así que por las tardes ya no trabajo, salgo a navegar, en bici...

-Y vive junto al mar.

-Sí, ahora vivo todo el año en La Ribera, desde hace diez años. Antes vivía en Murcia, pero como soy arquitecto técnico y tengo obras dispersas, la verdad es que me da igual vivir allí que aquí. Hoy con las carreteras que hay, tardas poco en llegar a cualquier sitio. Por eso me vine aquí, donde la calidad de vida es mejor. Estar cerca del mar te abre posibilidades de hacer más cosas.

-¿A qué edad empezó a practicar vela?

-A los ocho años. Mi familia ya practicaba y fue un poco por seguir la tradición familiar. Ya teníamos una casa en La Ribera, pero era en plan de veraneo.

-¿Recuerda la primera vez que vio el mar?

-No, pero sí la primera vez que mi padre me compró un barco, mi primer 'optimist', que es el barco infantil por excelencia. Fue una alegría enorme por la ilusión de tener un barco propio, aunque este fuera pequeño, y de echarlo al mar, de montarlo y prepararlo. Ya había montado alguna vez y mi padre vio que me gustaba y por eso me lo regaló.

-¿Y el nombre de aquel barco?

-Eso también lo recuerdo, 'Pesadilla'. Se lo puso mi familia, porque le recordaba a un caballo famoso en aquel entonces que salía en televisión en carreras.

-¿Fue su niñez una gran época dorada?

-La recuerdo con mucho cariño, sobre todo por los veranos. Éramos un grupo de amigos y salíamos por ahí a corretear y pasarlo bien. Uff, si es que pasábamos días muy buenos. No sé, pero tengo la impresión de que entonces éramos más felices con menos. Teníamos sota, caballo y rey y aun así lo pasábamos de miedo con cualquier cosa.

-Era fácil montarse una aventura de la nada. ¿Tiene la percepción de que los chicos de ahora se lo montan de otra forma o es que nos hemos hecho mayores?

-Sí. Recuerdo que había días que íbamos la familia en el 'snipe' hasta el final de La Manga, que no tiene nada que ver con el final de La Manga de ahora. Entonces estaba en estado salvaje, no había nada urbanizado y eran todo dunas. Claro, para unos chiquillos como nosotros, saltar, subir y bajar por allí era como estar en un parque de atracciones. Lo pasaba genial, esa es la verdad.

-Cómo ha cambiado todo. ¿Y al Mar Menor, qué le ha pasado?

-Me da pena cómo está el Mar Menor ahora. Hace un año te ponías a bucear y no veías más allá de medio metro. Era tremendo. Si nos retrotraemos de nuevo a los setenta, recuerdo el Mar Menor como un auténtico espectáculo. Mejor incluso que el Caribe, que no tiene el agua que tenía entonces nuestro Mar Menor. Recuerdo ponernos en los balnearios antiguos, mirar abajo y ver el fondo con una claridad total, hasta el más mínimo movimiento del más pequeño cangrejo se podía ver. En La Ribera, donde entonces había muy pocas playas de arena, recuerdo que existía un murete donde rompía el agua y donde íbamos para ver el fondo del mar, cristalino como pocos; y había también una división clara, la que llamábamos la línea azul, a partir de la cual el agua se volvía más oscura y que nuestros padres no nos dejaban pasar ni por asomo.

-¿Qué mundo estamos dejando?

-Pues aparentemente peor. Da la impresión de que ahora hay que ir con cien mil precauciones que antes no eran necesarias. El agua es peor ahora, el sol más dañino, hace más calor. Ahora, por ejemplo, hay días de regata en los que llegas totalmente deshidratado, y eso no era así antes, o al menos mi percepción es que no era así.

-¿Se imagina una vida lejos del mar?

-Pues supongo que me adaptaría, aunque claro, ahora mismo, tal y como está enfocada mi vida, lo veo complicado. Yo disfruto mucho del mar y mi familia [su mujer se llama Ona y tienen una niña de 14 años llamada María] también.

-¿Qué le dar el mar?

-Pues no es tanto el aspecto natural, sino el estilo de vida que conlleva vivir al lado para alguien a quien le gusta el mar. Yo he estado en muchos sitios, he recorrido casi todo el mundo por las competiciones, y puedo decir sin miedo a equivocarme que el Mediterráneo es el mejor mar de todos. Nosotros lo tenemos aquí y hay que valorarlo como se merece, porque es una suerte vivir a su lado.

-¿Qué tiene este mar que tanto le encandila?

-Es el más amable de todos, el más cálido, el menos bravo. He navegado en aguas de Japón, Australia, Chile, Sudáfrica... y para mí el Mediterráneo es el mejor de todos, así que solo puedo decir que es un placer vivir al lado.

-¿Es de los que mima mucho sus barcos?

-Depende. Ahora tengo el 'laser', que es un barco monotipo con material restringido, no es necesario ir probando mucho material nuevo, así que tampoco requiere muchos cuidados. Y luego tengo un 7,5 metros en el Club de Regatas de Santiago de la Ribera, que demanda algún cuidado más, pero tampoco en exceso.

-Cuarenta y cinco años desde aquel primer 'optimist', ¿en qué ha cambiado su pensamiento?

-Pues me han aportado la visión de qué es verdaderamente lo esencial en la vida, me han ayudado a saber con qué cosas no quiero perder el tiempo y me han enseñado a saber separar la obligación del disfrute.

-¿Lo mejor que le ha dado la vida?

-La creación de una familia es lo más importante. Es crear sentimientos que perduran siempre.

-¿De qué se arrepiente?

-Quizá la orientación profesional. Cuando tienes la edad en la que debes elegir, realmente no posees la madurez para elegir correctamente. Lo haces por lo que te dicen, por algunas influencias... Quizás me hubiera gustado dedicarme a una profesión más creativa. En mi trabajo como aparejador al final muchas cosas se hacen algo rutinarias.

-¿Enseñará a su hija a elegir de forma correcta?

-Es complicado, no porque tú no le digas nada, yo le puedo aconsejar esto y aquello, el problema es que a esas edades no se escucha como ahora. Por lo menos la afición por el mar le ha llegado de una forma más o menos natural. Aquí tiene un grupo de amigos y a todos les gusta practicar deportes en el mar.

-¿Importa más la satisfacción personal que el dinero?

-En mi caso es obvio. En mi deporte el motor es la satisfacción. Yo llevo invertido mucho dinero en material a lo largo de los años. Aunque el gasto en barcos de vela ligera no es descomunal, al final pones todo en una balanza y te das cuenta de que lo único que te mueve es la pasión de hacer algo que te gusta. No hay más premio que ese.

-¿A qué ha renunciado por salir adelante en la vela?

-Muchas veces ves a tus amigos que hacen cosas que tú no puedes, porque tienes una regata, pero no es algo en lo que piense a menudo. Creo que al final el año es muy largo y da tiempo a ir haciendo de todo, si sabes administrártelo.

-Tengo entendido que ha competido contra el Rey cuando aún no era rey.

-Sí, fue en la preparación para los Juegos del 92, pero quedamos detrás y se clasificaron ellos. Yo fui a los Juegos, pero como patrón suplente.

-¿Con qué momento se queda sobre el barco?

-En Bari, en los Juegos del Mediterráneo del 97. Había mucha competitividad, la lucha fue durísima y quedé campeón.

-¿Entonces entonamos aquello de 'nací en el Mediterráneo'?

-Sí. Otros no sé, yo me quedo con el Mediterráneo.

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