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Antonio Lucas, con su Seat 600 L, de color rojo, matriculado en 1973.
«No se puede desamueblar el fuego»
ESTÍO A LA MURCIANA

«No se puede desamueblar el fuego»

Antonio Lucas. Periodista y poeta

Antonio Arco

Miércoles, 7 de septiembre 2016, 11:27

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He aquí un encuentro con alguien a quien admiras, el periodista y poeta Antonio Lucas (Madrid, 1975), hijo de alguien a quien también admiras: el pintor, escultor y escenógrafo José Lucas (Cieza, 1945). Su poesía completa -1995-2015-se ha publicado en Visor: 'Fuera de sitio'. Esto que sigue es un canto a las palabras, capaces de apagar, si se lo proponen, el incendio de Troya con su soplo.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -El Rincón. Malasaña (Madrid).

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Lo llevo por costumbre silenciado.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Breviario de saberes inútiles', de Simon Leys.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -No dispenso consejos ni frecuento herbolarios.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Twitter, aunque es otro error que debo corregir.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -Prefiero lo comestible.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -María de Magdala, aunque existiera.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -«Si por mí fuera...».

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Mayor de verdad.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Eso espero.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -Que me hablen cuando escribo.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -Que te lo cuenten.

-Me he leído su poesía completa estos días, ¡guuuuaaau!

-¡Qué tipazo es usted! ¡Exijo que le pongan su nombre al mar de Mazarrón!

-[Risas.] Mejor no sigamos por ahí... ¿Usted se acojona?

-Solo ante quien lo merezca. Y no son tantos.

-¿Qué prefiere?

-Seguir andando acompañado. Mola más el camino con compañeros de viaje.

-¿Qué aprendió?

-Que el hombre no ha cambiado desde el hombre.

-¿Qué es más necesario que el pan nuestro de cada día?

-El aire nuestro, que diría Jorge Guillén. Pero hay pocas necesidades tan vitales como ese pan que escasea. El pan es más que un derecho. El pan es el principio de la autonomía del hombre. El hombre sin pan es un difunto humillado. O mejor: los hombres sin pan son el batallón de los jodidos. Y cada día hay más. Y nos lo van a hacer notar, claro.

-¿Qué dolor le ha dejado a usted más herido?

-Los que yo provoqué.

-¿Es un niño bueno y ejemplar?

-Soy un ejemplar con poco de niño.

-¿En qué emplea estos días su vista?

-En mirar los montes que rodean Parbayón (Cantabria), donde paso el mes de agosto. En observar a un puñado de rapaces que anidan cerca. En demorarme ante los caballos pintados hace 14.000 años en la Cueva del Castillo. En leer poemas de otros. En disfrutar desnudos.

-¿Se embelesa?

-A veces me extravío. Pero pronto vuelvo a encontrar el camino a casa. A veces un cierto desgobierno es un gesto de higiene.

-¿A quiénes se encontró?

-Voy sumando gente a la expedición, sí. Pero cada vez menos. Con la edad se intenta escoger mejor.

-¿A qué leyes vive sometido?

-A algunas que no me gustan. A unas pocas que necesito. Y a otras tantas que no atiendo. A mi presión arterial le va mejor vivir con la dosis justa de sumisión. Ni una gota más.

-¿Y a qué hechizos se abandonó?

-Solo creo en los conjuros que me favorecen. Los mejores hechizos están fuera de uno, en lo que tienen algunos seres de droga dura, de vértigo, de atracción, de templanza, de generosidad o de invitación al extravío. Me sucede, por ejemplo, con poetas como Rimbaud, Emily Dickinson, algunas partes de Neruda, de Lorca, de Aleixandre, de Rilke, de Szymborska.

-¿Con quiénes se alía en las contiendas?

-No soy muy de batallas en grupo, tiendo a montarme las guerras preferiblemente solo. Y a perderlas sin dar el coñazo. Y si hay que ganarlas, que no se note.

-¿Qué abunda?

-Demasiados políticos que deberían estar en un baúl, como los muñecos de los ventrílocuos.

-¿Qué es?

-Soy más tenaz que inflamable. Tiendo a cansarme de las pasiones extremas.

-¿Qué placer de dioses puede permitirse?

-No creer en dioses, más allá de disfrutar con las extraordinarias fábulas de la mitología. Respecto a los placeres sin dioses, los que me permito no tienen importancia. Son mejores los que me aceptan: de la conversación sin hora al sexo sin prisa.

-¿Qué deseo último picotea en su carne?

-Tapizar un Seat 600 L de color rojo, matriculado en 1973, que me compré, de octava mano, hace seis meses y que me ha permitido conocer las mejores empresas de grúas de Madrid.

-¿Qué no tiene y le gustaría?

- No tener ciertas cosas me parece normal, lo raro es esa gente que tiene las que no le corresponden, como vemos con frecuencia en las páginas de política de los periódicos. Pero por bajar el listón de sus buenas preguntas, confesaré unas cuantas: la primera edición firmada de 'La tierra baldía' de T.S. Eliot. Y una casa en un valle cántabro. O en Purón (Asturias). O en Oza (Galicia).

-¿Qué le pasa cuando duerme?

-Suelo gastar un dormir de los normales. Quizá de los vulgares. Duermo bien y poco más. A mí no me sucede como a algunos amigos o amigas que entran en la cama como quien entra en un cine. Esta imagen es de Eduardo Galeano.

-¿Con qué se le hace la boca agua?

-Disfruto mucho de los potajes de mi madre [también ciezana].

-¿Qué es la vida?

-Eso mismo me pregunté ayer a esta hora y me perdí la puesta de sol. Esta tarde quiero verla.

-¿Qué es una putada?

-Desalojar de tu vida gente que no debía ocupar el sitio que le dabas.

-Claro, ¿qué tiene?

-Algunas certezas inútiles que alegran el rato. De todo lo que importa suelo ir dudando, para no perder la costumbre de acertar o fracasar cada vez mejor.

-¿Lo más indigno que ha visto?

-La dignidad, creo, tiene que ver con la primera persona del singular, con la estética individual y, paradójicamente, con la elección de abrazar una ética colectiva donde uno se siente bien acompañado, más tú. Comportamientos indignos veo muchos, pero antes de enumerarlos los voy a repasar no sea que yo también incurra en alguno.

Supersticiones

-¿El lugar más extraño donde ha estado?

-Varios. Un minúsculo tugurio flamenco de Tokio. La casa del escritor Álvaro Pombo. Un martes de invierno en Puntas de Calnegre [Lorca], cerca de donde vive la gran actriz Margarita Lozano. El Metro de Madrid también tiene momentos rarísimos. Y la redacción de un periódico es un récord de extravagancia.

-¿Hay un Más Allá?

-No creo en supersticiones. Soy devoto del más acá. Del más ahora. A veces del más mañana, pero sin prisa.

-¿En qué viaje fue muy feliz?

-En un largo recorrido que hice por Grecia en pleno fervor de su cambio político, y de su decepción siguiente.

-¿Qué le deja extasiado?

-El silencio de la isla de Irakliá. Y para mal, algunos titulares donde leo que los de siempre siguen fingiendo que aún son capaces.

-¿Cómo se relaja?

-De la misma manera que me inquieto: leyendo.

-¿Que esto de vivir no era nada fácil cuándo lo descubrió?

-Va por días. Pero sería presuntuoso decir, hasta ahora, que voy a hostias con la vida. Aunque todo llegará.

-¿Se ha portado bien el amor con usted?

-Me he portado yo mejor.

-¿Qué consejo le dieron y no se olvida de él?

-No conviene fiarse de los consejeros profesionales. Eso me dijo alguien cuando era más joven, y tenía razón. Prefiero una sugerencia, prefiero un 'asómate tú'. El profesional del consejo suele esconder su propio antídoto: las ganas de que no triunfe del todo el 'buen' consejo que te da. En España somos muy devotos del 'te lo dije', esa otra forma de humillar.

-¿Arrastra heridas abiertas?

-Sospecho que sí, pero no son por las que respiro.

-¿Acaso somos los reyes de la creación?

- Aunque solo sea por estadística habrá que aceptarlo. Si Dios se piró al sexto día y nosotros aún estamos aquí con nuestros enredos, diría que todo esto es más asunto nuestro.

-¿Qué es prescindible?

-Lo que no es reciclable.

-¿Qué se tiene prohibido?

-Prohibirme demasiado.

-¿Sería usted de los que se irían a colonizar otros planetas?

-Les esperaré por aquí. Si ya me fatiga armar una estantería de una sola balda, imagínese poner en pie calles en otro planeta.

-¿De qué ha desertado?

-De aquellos que nos han traído hasta este presente oscuro, de la bondad de pensar que los ciudadanos solo somos víctimas de este atropello, del periodismo que se calla por complacer, de la mala literatura, de la certeza absoluta, de los biempensantes, de aquellos que creen que todas las opiniones son respetables; y, también, de mí mismo algunos días.

-Dígame ahora lo que no es.

-No soy un tipo dramático, aunque tengo un sentido de la vida que a la vez que es muy entusiasta es muy crítico. Estoy convencido de que o te creas pabellones de silencio o la contaminación que soportamos puede contigo.

-¿Quién coño es usted?

-Soy aquello que arde en todas direcciones. O yo qué sé.

-¿De qué va esto del amor?

-Es raro. Se me ocurren para contestar algunos versos que parten de la misma duda, del mismo enigma. Por ejemplo, aquel de Gimferrer: 'Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos'. ¿De qué va eso del mar? Pues imagínese el amor, que no se ve, no trae agua, no se le conoce orillas y aun así ahoga.

-¿Qué me cuenta del desamor?

-Que te trae la madrugada de golpe, la lejanía.

-¿Experimentó alguna verdad verdadera?

-No se puede desamueblar el fuego.

-¿Qué estaría bien?

-Amar despacio y escribir palabras que no se hayan pronunciado.

-¿Qué empieza diciéndose cada día que se levanta?

-¡A ver qué coño está pasando ahí afuera!

-¿Usted traiciona?

-No creo tener traiciones en mi expediente. Puedo acumular desaires, escaqueos inexplicables, saludos retirados... Pero de lo otro, nada.

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