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Carlos Cabezas, en la avenida de Europa, en Murcia, donde ha vivido los últimos dos años.
«Aprecio mucho que me digan las cosas a la cara»

«Aprecio mucho que me digan las cosas a la cara»

exjugador de UCAM Murcia

Daniel Vidal

Jueves, 18 de agosto 2016, 23:40

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Recoge Carlos Cabezas (Málaga, 1980) los últimos bártulos de su casa de Murcia. Es su último día en la capital, la que ha sido su «casa» estos dos últimos años antes de poner rumbo a Fuenlabrada, donde seguirá colando esas canastas imposibles que le han hecho famoso aquí y también le hicieron brillar junto a la generación de oro del baloncesto español, los Gasol, Navarro y compañía. En realidad, una pandilla de amigos que, sin Carlos y algún otro que se ha quedado por el camino, hoy se baten el cobre -y cualquier metal que se precie- en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Siente «envidia sana» y también una «espina clavada por no haber jugado unas olimpiadas» este 'niño de oro', uno de los pilares del UCAM Murcia de baloncesto en las dos últimas temporadas.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -La Plaza de las Flores.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Hip-hop.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Once minutos', de Paulo Coelho.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -Respeta.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Ninguna.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -No.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Superman.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -Ninguno.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Entrenador.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -No.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -La hipocresía.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -El terral de mi tierra. La bofetada de aire caliente de África.

-¿Por qué se va?

-Bueno, el deporte, mi profesión es así. Sabía que podía pasar. He cumplido un ciclo. Al final he salido muy bien, he terminado el año muy bien. Pero aquí han querido apostar por [Facundo] Campazzo, que es una oportunidad que tenían, gastarse ese dinero en esa posición, sobre todo en 'Facu', cedido por el Madrid, y que está jugando treinta y tantos minutos. Yo, un poco por la edad, un poco por el estatus que tengo, a lo mejor no era compatible con él en ese sentido y querían a otro base quizá más barato para que le acompañara a él, para que jugara diez minutos. Yo ya les salía un poco caro. Son cosas del deporte. Tengo una relación magnífica con ellos, aunque obviamente no ha sido todo lo bonito que yo hubiera querido...

-¿Por qué?

-Bueno, al final yo también he sido aquí muy querido, se han conseguido los objetivos teniendo yo un papel importante... Y bueno, no lo esperaba. No me esperaba este desenlace. Estaba aquí encantado, muy a gusto, no solo a nivel personal, sino también en el club. Quería jugar un par de añitos más aquí, y fuera. Pero bueno...

-¿Quería retirarse en Murcia?

-Sí, sí, era una de las ideas. Pero bueno, tío, la vida sigue. Tenía otras opciones. Al final sigo manteniendo un estatus y voy a Fuenlabrada, que es un sitio donde ya estuve, que también juega en Europa, es Madrid, también tengo allí amistades... Y aquí mantengo a todos mis amigos y mantengo todo. Además, está cerca, así que siempre que pueda me pegaré una escapadita.

-Hoy termina la mudanza. ¿Cuántas cajas ocupan sus trofeos?

-Bueno, la verdad es que todos los trofeos los tengo en mi casa de Málaga. El Mundial junior, el Mundial de Japón, campeón de liga, de copa... En total, unas diez u once. De aquí no me llevo ningún trofeo, pero sí me voy con la cabeza bien alta, con los objetivos cumplidos, y con muchos recuerdos y amistades que dejo aquí, en Murcia.

-¿Qué echará de menos de la ciudad, de la Región?

-Sus rincones. Los paseos de los viernes por la catedral. La rutina de acercarme a la barbería El bombín para hacerme mi barba, o pelarme... Y esa cervecita en el Hispano o en el Salzillo. Un clásico con don Antonio, echando esas tertulias sobre la vida con ellos, que son gente maravillosa. Su clima, su gente, la gastronomía, el zarangollo [risas]. Aquí se come muy bien. Siempre hago el símil con Málaga, y por eso aquí me he sentido como en casa desde el primer minuto.

-¿Qué mal recuerdo se lleva?

-Ninguno. No tengo malos recuerdos de nada. No he tenido malas experiencias. Si acaso el calor, en verano.

-¿Sigue siendo un 'niño de oro'?

-Sí. Yo creo que, por muchos años que pasen, a muchos de nosotros se nos recordará como los 'niños de oro' por haber conseguido lo que hemos conseguido, después también con la selección absoluta. Luego sé el respeto que me tiene mi familia, mis amigos y mi entorno. Saben cómo soy. Sí que considero que lo soy.

-¿Qué más es Carlos Cabezas?

-Soy una persona a la que le gusta mucho respetar, al que le gusta ser respetado. Me gusta darlo todo, soy un ganador nato. Soy un chico trabajador, humilde, amigo de sus amigos, y me gustaría que esa imagen de mí permaneciera en la gente que me aprecia.

-¿Qué defectos sabe que tiene?

-Bueno... Puedo confiar mucho en la gente, en principio. Veo bueno a todo el mundo y después me doy cuenta de que la vida está llena de hipócritas y de falsos y algunas veces me llevo algunas hostias. En ese sentido, soy un inocente.

-¿Qué virtudes aprecia más en los demás?

-Me fijo mucho en el corazón, en la mirada de las personas. Aprecio mucho que me digan las cosas a la cara. Aunque sea malo. Todos somos humanos, todos nos podemos equivocar. Pero si un jefe, o un amigo, o una novia va de cara, y se pueden solucionar las cosas... Para mí el diálogo es fundamental, porque los hipócritas... En mi ámbito hay mucha gente así, te dan la palmadita y por detrás te meten el navajazo.

-¿Le han metido muchos a usted?

-Sí, porque hay muchas envidias y muchas historias. Obviamente tengo gente que me quiere mucho, pero también hay mucha gente de esta que la puedes llegar a detectar por muchas cosas. Pero yo soy un chico que no tiene envidias, no tiene enemigos en ese sentido. A mí me pueden hacer algo, pero mi conciencia está tranquila. Sigo a mi ritmo, y fuera.

-¿Cree en Dios?

-Creo que hay algo. No me pongo a pensar mucho más allá, pero sí creo que hay algo después de la muerte y soy muy creyente. Sobre todo, cuando me veo en un momento importante o tengo que pedir algo. Entonces, pues me aferro, siempre tengo esa libertad para poder pedir, para poder creer en algo.

-¿Qué jugador le impactó más?

-Pau Gasol. Lo conozco desde que somos muy pequeños y todo lo que ha conseguido para este país, para su familia y para él me parece impresionante. Y, sobre todo, la humildad que tiene y el respeto que le tiene todo el mundo, y el que tiene él con todos.

-¿Algún mensaje estos días?

-Siempre hay algún mensaje, y siempre de ánimo. Ahora mismo ellos están en una burbuja que yo he vivido cuando estaba en Japón o cuando estaba en Polonia [en el Eurobasket que España ganó en 2009]. Es una familia. Simplemente es un mensaje de ánimo, de apoyo. Les pueden caer palos, pero ellos tienen mucha experiencia y el otro día ganamos a Nigeria, también a Lituania, y este equipo puede conseguir los objetivos.

-¿Le gustaría estar allí?

-Obviamente. Envidia sana. Jugar unas olimpiadas es lo máximo.

-Llegó a entrenar con equipos de la NBA... ¿Tiene la espina clavada?

-Sí, la sigo teniendo. Soy consciente de la edad que tengo. Estuve haciendo unos 'workout' en los [New York] Knicks y en los [Memphis] Grizzlies. Tuve una oportunidad cuando me fui al Khimki ruso de poder ir a Orlando [Magic], vinieron a hablar conmigo a Málaga... Al final son decisiones que toma cada uno, y pude vivir experiencias únicas gracias a mi agente. Aunque la espina de la NBA la seguiré teniendo clavada. ¡Y más ahora, que se va tanta gente para allá! [Risas.]

-¿Alguna espina clavada más?

-No haber jugado unas olimpiadas. Creo que lo he jugado todo. Mundiales, campeonatos de Europa... Pero con las olimpiadas sí que se me ha quedado una espina clavada, porque me han faltado y creo que tiene que ser una de las experiencias más bonitas para un deportista. Desayunar con Mireia Belmonte, o con Usain Bolt... Es un ambiente muy bonito.

-¿Con quién le hubiera gustado compartir pista?

-Con Sasha Djordjevic. Uno de mis referentes, de mis ídolos, aunque por edad no he podido coincidir mucho con él. He jugado con grandísimos jugadores, de los más grandes de este país.

«Un momento duro»

-¿Cuándo quiso parar el tiempo?

-Cuando me quedé fuera de los Juegos Olímpicos de Pekín [en 2008] como último descarte. Siempre había soñado con esos juegos. Fue un momento duro. Ahí tuve una incertidumbre fuerte, pero después me ayudó a ser más fuerte, a seguir creciendo.

-¿Se arrepiente de algo?

-No. Tengo la conciencia tranquila.

-¿Qué recuerda de sus veranos?

-Paseos por la playa de Marbella, las comidas de mi madre, ese gazpacho y esos boqueroncitos fritos, disfrutar de mi hermana... y entrenamientos incansables con mi padre [el exjugador de baloncesto uruguayo Carlos Cabezas].

-¿También en verano?

-En verano es cuando más trabajaba. Terminaba el colegio, y al campus. Y con mi padre, que también fue jugador, pues practicando tiro, técnica individual... Intentar dominar esas situaciones, que en baloncesto, al final, es meterla. Lo que me inculcó mi padre es que, todo lo que tirara, todo lo que practicara, se me iba a recompensar con el tiempo. Y realmente ha sido así. Cuando he metido esas canastas ganadoras, muchas en mi carrera, ahí estaba ese trabajo, esa mentalidad de querer siempre meter la última. Hasta que no metía la última, o diez seguidas, no me iba a casa. Ese era el eslogan: «Hasta que no metas la última, no nos vamos a casa».

-¿Qué más aprendió en casa?

-A trabajar y a respetar. También a estudiar, aunque he de decir que nunca he sido un gran estudiante. Ahora me preocupa estudiar por los negocios que estoy montando [entre otros, un hotel en Málaga]. Quizá me ha venido todo muy rápido y aparqué los estudios por mi profesión. Ahora me planteo sacarme algo bonito. Algo de empresariales, una carrera, un curso... Ahora hay facilidades 'online'.

-Que no cuenten con usted para...

-Para ir de botellón.

-¿Dónde le gusta perderse?

-¡En la Riviera Maya!

-¿Qué le hace perder la cabeza?

-Esos momentos en los que metes la última canasta, momentos de euforia, cuando haces feliz a tanta gente... Es una satisfacción y un orgullo enorme. Un orgasmo que no sabría definirle, cuando metes una canasta para ganar un partido. Y sé que es algo por lo que mucha gente me recuerda. Es un orgasmo impresionante. Y es muy bonito que la gente te dé las gracias por ello.

-¿A quién quería parecerse?

-Siempre me fijaba en deportistas. En mi padre... también me fijaba en Nacho Rodríguez, que era nuestro espejo en Málaga. Mi sueño era poder triunfar. Ahora, mirando hacia atrás... ¡qué le puedo decir! No lo esperaba. Todos los reconocimientos que tengo son muy bonitos, y quizá cuando pase el tiempo aún lo valoraré más.

-Y ahora, ¿a quién quiere parecerse?

-A nadie. Quiero seguir siendo Carlos Cabezas. Quiero seguir aprendiendo de muchísima gente que tengo a mi alrededor para seguir creciendo en mi vida personal.

-¿Qué es una gran mentira?

-Todo lo que está pasando en política ahora mismo. Hay incertidumbre, no nos ponemos de acuerdo y creo que es el momento de estar más unidos que nunca.

-¿Qué es lo mejor de la vida?

-Ser feliz, intentar vivirla de la mejor manera posible sin dañar a nadie... La vida pasa muy rápido, y hay que intentar ser feliz.

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