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José Manuel López Nicolás, en Campoamor.
«Lo tengo muy claro: antes volcar que parar»

«Lo tengo muy claro: antes volcar que parar»

profesor de la UMU. Autor del blog 'Scientia'

Antonio Arco

Martes, 16 de agosto 2016, 08:36

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Le gusta Joaquín Sabina a José Manuel López Nicolás (Murcia, 1970), profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la UMU, divulgador científico fiable y de éxito y autor del celebrado blog 'Scientia'. Su nuevo libro se titula 'Vamos a comprar mentiras. Alimentos y cosméticos desmontados por la ciencia'. Con esto está de acuerdo: «Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras, que no te den la razón los espejos».

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -Chiringuito del Puerto. En Campoamor.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Ninguna.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'El mundo y sus demonios', de Carl Sagan.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -No pases por la vida sin mojarte.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Depende de para qué.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -Ni de coña.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Anakin Skywalker.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -«Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren» (letra de Joaquín Sabina).

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Inmortal.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Sí, claro que los tengo.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -La desidia y la envidia.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -Que se acaba.

-¿Qué le dice su mujer?

-[Risas.] ¡Que el día que se cabree conmigo le hace una foto al frigorífico, mostrando las cosas que yo como, y la publica en las redes sociales para hundirme!

-El profesor José Carrión contó en estas mismas páginas que, si de él dependiera, suprimiría por completo el gluten de la dieta de todos. ¿Qué le parece?

-Cuando lo vea se lo tengo que decir: «¡Pepe, hostias, pero qué pijo dices del gluten!». Yo lo defiendo totalmente. Si no eres celíaco y no tienes ninguna intolerancia al gluten, tomarlo no causa ningún problema; exactamente lo mismo pasa con la lactosa.

-Los productos sin lactosa se han puesto también de moda.

-Claro, entras en un supermercado y ves un montón de productos sin lactosa que hace tres años no estaban. ¿Usted cree de verdad que esos productos sin lactosa van destinados solo a los intolerantes a la misma, que son un 1%? ¡No, van destinados a todo el mundo! La estrategia es muy clara: echo mierda sobre un ingrediente y, a continuación, saco un producto al mercado que dice que no tiene ese ingrediente.

-¿Dónde vivimos?

-En un mundo donde todo tiene que ser «sin», ¡se nos ha ido a todos la olla! Un mundo sin gluten, sin lactosa, sin colorante, sin conservantes, sin transgénicos...

-¿Y qué se pregunta?

-Por ejemplo: ¿sin aditivos por qué? ¡Son necesarios, qué tontería! De pronto, todo lo natural, ecológico y biológico mola, mientras que todo lo que huela a química y artificial es malísimo, ¡pues no! Un ejemplo: la vitamina C es la misma sacada de una naranja que si la sintetizo yo en mi laboratorio de la Universidad. Toda esa locura de la publicidad vendiendo eso de «sin colorantes», «ecológico», «biológico», «sin aditivos», «sin conservantes»... ¡es una película que se han montado! Y, encima, la gente paga tres veces más por un producto en el que ponga «ecológico» en la etiqueta. Nos venden motos que, por supuesto, son más caras.

-¿Esta tendencia irá a más?

-Una encuesta reciente concluye diciendo que los españoles estamos dispuestos a pagar el doble por un producto que no lleve aditivos. Pero, tonto del capullo, ¿tú sabes de lo que estamos hablando? En otra encuesta se le preguntó a los murcianos si tomarían un alimento transgénico, a lo que la mayoría respondía: «¡No, no, no!». La siguiente pregunta era: «¿Sería capaz de tomar un tomate que llevase genes?». Y las respuestas: «¡Qué no, qué no, qué yo no tomaría un tomate con genes!». Pero, oiga, vamos a ver, que todos los tomates del mundo llevan genes.

-¿Qué pasa entonces?

-Que la mayoría de opiniones están basadas en el desconocimiento; no tenemos ni idea de lo que estamos hablando, pero sentenciamos. Ni en alimentación, ni prácticamente en nada. De física cuántica o de ingeniería aeronáutica la gente opina con más prudencia, pero de nutrición y de fútbol sabe todo el mundo y todo el mundo opina y sentencia.

-¿Qué ha hecho este verano su amigo Mariano?

-[Risas.] Se ha comprado unos chicles que aseguran mejorar las relaciones sexuales. A eso hemos llegado, a pensar que unos chicles nos van a ayudar a tener sexo más placentero. Y pagamos los euros que nos pidan. También se venden chicles para el bronceado y para adelgazar.

-¿Cuál es la clave para que todos estos productos se acaben comprando?

-Por un lado, la gente respeta la ciencia y tiene al científico como el profesional más respetado después del médico; por otro, la gente tiene un nivel de ciencia más bien bajo. Las empresas lo saben y lo utilizan muy bien: a la gente le mola la ciencia pero no tiene ni idea de ciencia, así es que se rodean los productos de palabras científicas y a ver si cuela. Y hay gente que los compra con una fe tremenda. Productos para el colesterol, para bajar la tensión, para ayudar a las defensas...

-¿Qué se pregunta?

-¿Cómo es posible que haya sociedades médicas que avalen complementos para el corazón o que te avalen refrescos para la hidratación? Si tiras del hilo, te encuentras con que esas sociedades médicas están financiadas económicamente por determinadas empresas.

-¿Qué sucede con los productos de belleza?

-¡Qué surrealismo! A la gente le dices que tiene que consumir alimentos transgénicos, de los que yo soy partidario, y se pone de los nervios; pero, ojo, le dices que si se pone tal crema se le modifica el ADN y se alteran sus genes para alargar la vida, y se la pone. Para vender cosmética se dicen cosas que son un auténtico cachondeo; además, ahora se han puesto de moda las bebidas cosméticas, otro auténtico pitorreo. Son legales, pero nos gastamos los cuartos y hacemos el primo. ¿Son seguras las cremas? Sí. ¿Son seguros los alimentos? Sí. ¿Te van a servir unas y otros para lo que se anuncian? No.

-¿Cómo se cuida usted?

-Dejé de fumar el mismo día que entró en vigor la Ley Antitabaco de [José Luis Rodríguez] Zapatero. Ya no puedo hacer tanto deporte como he hecho siempre, por problemas de espalda, pero procuro caminar e ir al gimnasio. En cuanto a la comida, no me tengo prohibido nada, no soy un obseso de la dieta ni me vuelvo loco pensando en los tantos por ciento de proteínas, carbohidratos y micronutrientes. No creo que para mejorar nuestro estado físico haya que obsesionarse con la alimentación. Lo que convendría hacer es comer sin excesos y respetando unos horarios, comer en buena compañía y reposar después de las mismas. Vivimos en una zona donde presumimos mucho de la dieta mediterránea pero la consumimos poco; y ahí están los altos índices de obesidad.

-¿A qué se ha hecho adicto?

-No hay cosa que más me guste que hablar con la gente. Soy adicto a la gente. Y con el tiempo he llegado a asumir que no puedo esperar que los demás respondan siempre a mis expectativas.

-¿Qué tiene muy claro?

-Que «antes volcar que parar». Lo llevo a rajatabla en mi vida. No paro. Menos mal que tengo la bendita suerte de que me apasiona mi trabajo. Me lo paso muy bien con la docencia, la investigación y la divulgación científica.

-¿Dónde se relaja?

-Aquí, en Campoamor. Me gusta venir hasta en esos fines de semana que llueve a mares.

-Además, de la ciencia, ¿qué le apasiona?

-El fútbol, yo veo un Baracaldo-Eibar y tomo partido por uno de los dos equipos, ¡me pongo nervioso! Me apasionan el Barça, Joaquín Sabina y mi blog.

-¿Y qué me dice de la campaña del Barca de apoyo a Messi?

-Lo digo claramente: Leo Messi, a quien considero el mejor jugador de fútbol de la Historia, es uno de mis mayores ídolos; pero yo no soy Messi. No mezclemos churros con merinas. ¿Hay que justificar lo que ha hecho Messi? No, hay que perseguirlo.

-¿Qué hace por tradición?

-Salgo sin falta en dos procesiones de la Semana Santa de Murcia.

-¿Hay un Más Allá?

-No lo creo, no hay ninguna evidencia científica de que así sea. Ni un Más Allá, ni ningún ser que nos haya creado, nos dirija y nos ampare.

-¿Qué le da miedo?

-Uno de mis mayores miedos es la muerte, así de claro. Y no lo digo en el sentido de que me importe lo que le pueda pasar a mi familia, que me importa muchísimo, cuando yo no esté; no, no, no voy por ahí, lo digo en el sentido de que no quiero perderme nada de lo que pase en el mundo. No hay un solo segundo en el que no disfrute de la vida.

-¿A quiénes escucha?

-A mis tres mujeres: mi hija, mi mujer y mi madre. Me apoyo muchísimo en ellas.

-¿Qué le inculca a su hija?

-La importancia de respetar a la gente. No estás solo en el mundo, y aunque te creas que tú solo puedes con todo, necesitas a los de alrededor. Si tú no respetas, no puedes pedir que te respeten. Le insisto mucho a mi hija en que trate a sus amigos con mucho cariño. Si das cariño, recibirás cariño. Aunque seas un puto máquina, tú solo no vas a ningún sitio.

-¿Qué no se esperaba?

-Llegar a Tokio y que hubiese un terremoto. Estábamos en la planta 25 de un hotel. La sacudida fue impresionante. Mi mujer me dijo: «Tenemos que bajar, lo dicen los manuales». Y yo: «Mira, estamos en un piso 25, antes de que bajemos por la escalera o esto se ha caído o ha parado».

Voto

-¿Dónde volvería?

-Ahora mismo, ¡ya!, a Estambul.

-¿Dónde más?

-A Nueva York, por el bullicio de la gente. ¡Yo viviría encima de El Corte Inglés!

-¿Qué reconoce?

-He ido cambiando mi voto, no me gusta que nos tomemos la política como nos tomamos el ser de un club de fútbol, al que seguimos haga lo que haga y aunque pierda. En política hay que pedir resultados y deben estar los que sean capaces de hacerlo mejor.

-¿Con qué reconoce que se lía?

-[Risas.] El otro día me lié en Tuitter con uno a propósito de [Alejandro] Valverde. Se metía con él porque decía que se había dopado. A ver, Valverde no lo hizo bien, pero cumplió su sanción y hoy sigue dándonos grandes lecciones de ciclismo. No defiendo el dopaje, por supuesto, pero todos tenemos derecho a rectificar. También he tenido algún encontronazo con Perico Delgado, que también ningunea a Valverde. ¡No me cuentes rollos, Perico Delgado!

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