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Agapito Rico cata uno de sus vinos (El Sequé) subido a uno de los barriles de su bodega de Pinoso (Alicante).
«Tendría que haber estado más tiempo con mis padres»

«Tendría que haber estado más tiempo con mis padres»

bodeguero

DANIEL VIDAL

Martes, 19 de julio 2016, 23:12

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Lo deja claro Agapito Rico (Jumilla, 1947), hombre libre y alegre, conversador infatigable y alma, corazón y vida de la bodega El Sequé, en Pinoso (Alicante): «No tengo ningún pelo en la lengua». Así que llama la atención sobre el refresco de cola que ha pedido un comensal para acompañar el arroz con presa ibérica y verduras. Él, faltaba más, pide una caña bien fría para calmar la sed. Luego vino, como mandan sus cánones. Uno de sus espumosos, rosado y bien frío, nos acompaña en un 'gastrofestín' mientras Agapito recorre sus primeros pasos entre las pocas viñas de su padre; sus peripecias como introductor del vino en 'brick' en España; sus «erróneos» 'experimentos con gaseosa' (mezclas con variedades de uva foránea) en bodegas Carchelo, que le hacen definirse como «un gilipollas pionero»; su pasión por sus espirituosos, por el espíritu. Su forma de vivir una vida que no busca ni perder ni ganar, solo «empatar». Una vida que escapó de milagro de un infarto de miocardio hace casi dos años. Eso sí, el cigarrito no se lo quita nadie. «Siempre que vuelvo a Cuba me cantan la de 'El rey', y también la de 'My way' ('A mi manera', de Frank Sinatra)», dice. Agapito no es Sinatra, pero tiene una mirada tan azul como la de Frank. Y qué manera.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -'El Alias', en Murcia.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -La que viene de serie.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'El Principito'.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -Procura siempre avanzar.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Ninguna de las dos.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -No.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -No tengo.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -'Aquí yace un hombre que se fue empatado con la vida'.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Agapito Rico.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Yo creo que sí.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -El postureo, la falsedad.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -La arena a las dos de la tarde.

-¿Cuándo probó su primer vino?

-No me acuerdo. Ni puta idea. Tengo pocos recuerdos de la infancia.

-¿Y cuál es su primer recuerdo?

-Pues cuando yo tenía siete u ocho años. Y son malos, porque son los los palos que me pegaba mi madre. Se ve que yo era muy borde y mi madre me hinchaba a alpargatazos.

-¿Eran merecidos?

-¡Yo que coño sé! Siempre me han dicho que soy un rebelde. Debía de ser por eso.

-¿Pasaron penurias económicas?

-No, la verdad es que no. Pero sí considero que mi generación, y así lo he hablado con amigos, cada uno en su mundo, ha pasado por todos los traumas de este puto país. Yo tenía que ser falangista a la fuerza. Una vez que Franco vino a Murcia, me mandaron a la plaza del Ayuntamiento y nos tuvieron cinco horas allí sin movernos. Controlaban si íbamos a misa. Los profesores nos hinchaban a hostias. Yo tenía un profesor de Matemáticas que no se me olvidará en la vida: Sebastián Cutillas, en quinto de Bachiller. Nos fuimos de excursión y algunos llegamos tarde al autobús. Al día siguiente, en clase, de rodillas con los brazos en cruz. Y si no podías continuar, te hinchaba a palos con un estacazo. Los domingos me hacía ir para encerrarme con llave a las ocho de la mañana y me soltaba a las ocho de la noche. Te hinchaban a palos, era así. El primer alcalde de la democracia de Jumilla, José Yagüe, fue maestro de escuela, a mí me dio clase, y también hinchaba a palos. El primer alcalde de la democracia. ¡Y el tío era un hijoputa!

-¿Volvió a ver después a su profesor de Matemáticas?

-¡Bueno! Veinte años después. Me había casado, ya tenía hijos y estaba tomando cervezas en Jumilla con mi mujer, la primera, la madre de mis hijos. Al hombre le habían destinado a Albacete, pero ese día le vi en un bar en Jumilla. Le toqué por detrás y le dije: '¿Sabes quién soy?'. El hombre me reconoció por la finca que tenía mi padre. Le dije: 'Me hinchaste a palos y no podía hacer nada porque era un crío, pero ahora te toca a ti'. ¡Bum! Le sacudí en frío, pero lo llevaba todo dentro. El tío salió corriendo, un cobarde. Del bar al Teatro Vico le volví a enganchar, le volví a sacudir y le dije: 'Cada vez que vengas a Jumilla te voy a devolver todos los palos que me diste'. Me encerraba como si fuera un delincuente, ¡me hinchaba a palos! Tú lo miras retrospectivamente y no tiene pase por ningún lado. La cultura del palo ha destrozado a mucha gente, y los que más destrozaban eran los curas. Toda mi vida me he rebelado contra lo que he creído que era una injusticia.

-¿Ni olvida ni perdona?

-Yo olvido. No me come el resentimiento. Pero si pasas por delante de mi casa, y te lo mereces, te disparo, como buen cazador. Más claro que el agua. Si me hacen daño, no perdono.

-¿Sacó alguna lección de todo aquello?

-Sí. Que debería existir una balanza para equilibrar, para que nadie estuviese jodido.

-¿Es usted una buena persona?

-Sí, creo que sí. Tengo amigos donde ni se imagina.

-¿Qué es lo mejor de ser Agapito Rico?

-La libertad. En la totalidad de la palabra, ¿eh? Vamos, que hago lo que me sale de los cojones.

-¿La libertad la da, en cierta medida, el dinero?

-Ayuda.

-Dicen que lo que no da el dinero, en cambio, es la felicidad.

-Eso es mentira. No es igual gastarse 100 euros con amigos que quedarse en casa comiéndose un bocadillo. Eso sí, el dinero también puede joderlo todo.

-¿Qué borraría de su vida?

-El haber hecho daño a alguien, si lo hice.

-¿Como a su profesor de Matemáticas, por ejemplo?

-Eso fue una venganza, y además no llegué a empatar, como dicen los cubanos (risas). Mire, si tuviera que arrepentirme de algo, sería de no haber sabido vivir más tiempo con mi madre y mi padre en su etapa final. Es algo que, cuando lo pienso, llego a la conclusión de que no lo hice bien. Mi madre se murió con tres señoras, ocho horas cada una. Pero no es cuestión de que yo le pague a tres mujeres durante diez años por estar con mi madre. Yo tenía que haber estado más tiempo con mi madre. Y con mi padre. Son los que hicieron grandes esfuerzos para dárnoslo todo...

-¿Cuál es la enseñanza más importante que le dejaron?

-Le voy a decir una cosa muy dura. Me he pasado la vida luchando contra lo que creía malo de mi padre y de mi madre. No quería ser como ellos. Y eso es muy duro, porque tengo sus genes, ¿sabe? ¿Una lección de mi padre? Sí, cuando me separé de mi mujer. Me dijo: 'Haz lo que te salga de los cojones, pero no te olvides de tus tres hijos'. (Se emociona).

-¿Un recuerdo imborrable?

-No sé si puedo quedarme con uno. Está usted delante de un tío que se ha recorrido mil kilómetros de Amazonas cazando y pescando. He matado a un yacaré y me he comido la cola. He visitado los campos de coca de Bolivia, y he masticado la hoja. He montado en globo en Kenia, he estado en las favelas de Rio de Janeiro, he visto cómo enterraban a un familiar a la puerta de su casa en Nigeria...

-¿Qué es lo mejor de la vida?

-El vino y las mujeres. Eso siempre se ha dicho, y yo estoy de acuerdo. ¡Y el champán!

-¿Qué no tiene?

-No tengo timbre en mi casa, pero sí tengo cámaras, así que te veo. Tienes que tener mi teléfono y llamarme para que te abra.

-¿Qué le queda por hacer?

-Pescar un marlin (pez vela).

-¿Qué es importante?

-Saber corregir. Saber reconocer que lo has hecho mal. Eso agranda a las personas.

-¿Qué hace para relajarse?

-Yo, cuando me he visto agobiado, he huido. He tenido problemas sentimentales y económicos de los que me ha costado salir, en los que estaba metido hasta el corvejón. Y entonces me iba a Marruecos, o a Cuba, a donde suelo ir cada año, o a donde fuera. Yo solo. Unos días para analizar qué cojones estaba haciendo. Pero hay que ir a un sitio donde haya necesidad, donde haya miseria. No vale irse a Nueva York o a Roma. Lo que no se puede hacer es ir echando cosas al saco, porque el saco se rompe.

-Vendería su alma al diablo...

-Por vivir 500 años más.

-¿Qué le indigna?

-Que le hayan dado la medalla de oro al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jumilla. En los años 30 del siglo pasado había en la Región más de 100.000 hectáreas de viñedo. En la Rioja alavesa, por ejemplo, 20. Jumilla lo tuvo todo. ¿Sabe lo que pasa en Jumilla? Jumilla pone el nombre, la denominación de origen. Y la producción la pone Albacete. En Jumilla cada vez hay menos viñas. Ahora se ponen almendros. La uva no es rentable, no se paga. ¡Que me expliquen con qué tenedor y con qué cuchillo se come que le den la medalla de oro al Consejo Regulador! ¡¡Que me lo expliquen!! Los buenos vinos de Jumilla, los pasos que se están dando ahora, ¡son obra de los empresarios y los bodegueros de Jumilla! Con su trabajo, con su esfuerzo, con su prestigio, con sus marcas. ¿Pero qué cojones pinta el Consejo y el paleto de Pedro Lencina (presidente del Consejo), un sindicalista cuyo único mérito es volcar un camión de uvas en la puerta de la Consejería? Yo soy jumillano de pura cepa, no quiero depender de los pueblos de Albacete. ¿Le puedo hacer una pregunta a la consejera de Agricultura?

-Sí, claro.

-¿Por qué en Jumilla cada vez se arrancan más vides y se plantan más almendros?

-Preguntado queda. ¿Qué más?

-También me indigna la hipocresía. Me rebelo contra ella. ¡Quieren hacerte creer lo que ellos mismos no practican! Si me siento delante de un hipócrita, de vacío no se va (risas).

-¿Contra qué lucha?

-(Serio) Contra el infarto de miocardio. Hace casi dos años me vi en el otro barrio. (Saca un pastillero y lo menea). Llevo encima el sonajero.

-¿Le cambió la vida?

-Te cambia dependiendo del daño que te cause. Yo tuve suerte. A mí me dio a las doce de la noche en casa, estaba solo. Lo puedes confudir con una indigestión. Cogí el coche y me fui al ambulatorio. Llegué cayéndome y me salvó un médico que estaba allí. A las tres de la mañana estaba en la UCI de La Arrixaca operándome. Por la mañana tenía colocados dos muelles.

-Pero no dejó de fumar.

-No. Sé que el tabaco es absurdo, que te mata poco a poco. Pero tengo 69 años. Yo como, me tomo un vino, me echo mi partida de dominó... ¡Y me quiero fumar mi cigarro! ¡Qué lucha! ¡Que le den por culo a todo el mundo! Si me tengo que morir, me muero. De todas formas, nadie me ha dicho por qué se me cerró la arteria, aunque todos me dicen que deje de fumar, claro. Yo creo que todo me vino por el estrés. Ahora tengo la analítica perfecta y sigo haciendo la vida de antes. Lo único que no me funciona bien es el ángulo de ataque.

-¿El qué?

-El ángulo de ataque. De los 90 grados ya me he olvidado (risas). Pero como dice un amigo mío: 'Para eso está la química' (risas).

-¿Alguna asignatura pendiente?

-El inglés.

-¿A quién no invitaría a vino?

-A un árabe. Además, ellos no pueden beber vino. Al sur de Agadir (Marruecos) entré a mirar en una mezquita pequeña que me encontré. Yo soy muy curioso. ¡Pues me echaron de allí como un saco de patatas! Eso sí, llegan a la consulta del médico en España a parir tres y cuatro hijos mientras yo tengo que esperar dos horas. Sin problema. ¿Esto son derechos humanos o es que somos gilipollas?

-¿Es usted racista?

-No sé; soy realista.

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