Borrar
Jonathan Anderson es norirlandés y es director creativo de Loewe desde hace dos años.
«A veces lo erróneo es mucho mejor»

«A veces lo erróneo es mucho mejor»

Se inspira en Ibiza y acaba de diseñar con éxito un bolso de 1.900 euros: «Las tiendas no pueden ser tumbas, sino espacios que transmiten cultura». En la de Miami han puesto un hórreo

ENRIQUE PORTOCARRERO

Viernes, 28 de agosto 2015, 11:45

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Viste informal y tiene aspecto aniñado, aunque combina con proporción la seguridad y la naturalidad. Con solo 31 años la carrera de Jonathan Anderson (Magherafelt, Irlanda del Norte, 1984) en el mundo de la moda y el lujo ha sido meteórica. Directo, simpático y expresivo, admirador de Balenciaga, aplaudido por haber sabido poner al día una marca tan clásica como Loewe (169 años de historia), Anderson acaba de pasar por Ibiza para asistir a la apertura de una tienda efímera de la firma en el Museo de Arte Contemporáneo. Como director creativo de Loewe vive a caballo entre Londres, París y Madrid, donde se encuentra la central del sello español del lujo, perteneciente al francés LVMH (Louis Vuitton). La empresa especializada en marroquinería, prêt-à-porter, accesorios y perfumes está presente en 32 países.

- A usted le han llamado talento emergente, creador de marcas, diseñador, modista, estilista... ¿con cuál de estos calificativos se siente mas cómodo?

- Yo simplemente me veo como un director creativo. Fundamentalmente diseño, pero también dirijo y lidero unos equipos de personas. En definitiva, intento que todo salga bien, que las cosas que creamos tengan éxito, sean novedosas y estén relacionadas con la vida real.

- Habla de equipos creativos. ¿Acaso ya no existe ese modista o diseñador solitario y artesanal que hacía piezas únicas?

- No, no, sigue vigente aunque de una forma diferente. Incluso, en el mundo actual el concepto es aún más fuerte, porque la gente quiere singularizarse con productos únicos y distintivos. Lo artesanal, lo creado a mano, es siempre un producto que individualiza, que distingue al que lo compra. En nuestro sector lo importante es crear productos artesanales y de nicho, que encima sean funcionales. No creo que el futuro esté en marcas globales que hagan productos masivos y meramente decorativos. Un bolso hecho de forma artesanal y diseñado también con intención funcional será siempre muy apreciado por su excepcionalidad.

- Pero, ¿no cree que la industria del lujo debe cambiar tras la crisis económica y, sobre todo, tras ese aumento de la brecha entre pobres y ricos?

- Estamos en un momento muy interesante. Los próximos diez años van a ser muy importantes para la industria del lujo. La idea es que las grandes marcas tendrán un crecimiento más sostenible y menos acelerado, lo mismo que la economía global en sus ciclos expansivos. Habrá que tener en cuenta el crecimiento demográfico y las condiciones socio-económicas, pero el lujo nunca podrá ser masivo. Se producirá una descompresión en la industria, y el negocio será más sostenible, aunque el lujo seguirá por su carácter singular y único.

- ¿Qué piensa cuando algunos políticos como Tsipras o Varoufakis afirman que compran sus trajes en almacenes baratos?

- Bueno, todo depende de la imagen y del mensaje que cada cual quiera transmitir en esta época de comunicación global y masiva.. En el lujo ya no hay tantas barreras. Cuando yo era más joven daba miedo entrar en una tienda de lujo. Esto ya no existe. Ahora en las redes sociales, en Instagram o en Facebook todos podemos tener o aparentar la imagen que queramos. Los políticos también transmiten de forma masiva el mensaje de su imagen en los medios. En los años 50, el millonario norteamericano Howard Hughes daba una imagen desaliñada y compraba sus trajes en Sears, un almacén barato. No sabemos si era una opción personal o una estrategia publicitaria, lo mismo que en el caso de los políticos en la actualidad.

- En los dos años que lleva al frente de Loewe el éxito de crítica ha sido incontestable. ¿Cuál cree que es la explicación?

- Soy una persona muy dinámica y positiva. Siempre creo que las cosas se pueden hacer, incluso antes de que estén hechas. Cuando me nombraron director creativo de Loewe sentí una enorme motivación. Hubo quien lo consideró contradictorio, porque la marca tenía una tradición y una historia de más de siglo y medio. Ha sido un proceso natural y espontáneo. Yo soy irlandés, pero he asimilado las raíces españolas de la marca.

«Vinculada a la vida real»

- Ha afirmado que la moda consiste simplemente en encontrar algo nuevo, algo relacionado con la vida real. ¿Cómo ha logrado integrar esto en la filosofía de una marca tan tradicional y con raíces tan vinculadas a la artesanía y la piel como Loewe?

- En primer lugar, porque he sido muy afortunado al contar con un increíble taller de artesanos. Si tienes ese activo por anticipado y sabes sacarle partido, los resultados siempre son inmediatos. Loewe tuvo un periodo muy importante en los años 50 y 60, donde creó su prestigio, un estilo característico y una identidad de marca. Trabajando aquí he sentido esa energía y esa fuerza pasional de la cultura española, siempre muy próxima a la vida real. Es algo muy vinculado a la propia idea personal que tiene la gente de una marca como Loewe. Por eso, Loewe nunca debe de ser demasiado corporativa y perfecta, sino una marca más bien vinculada a la vida real y cambiante de las personas. Eso le hará permanecer cientos de años.

- Se dice que una de sus mejores virtudes es la de estar siempre por encima de lo que en cada momento es 'cool' y de lo que no lo es...

- Eso suena muy bien, sin duda. A mí simplemente me gusta hacer cosas que entiendo o que puedo mejorar. Inicio un proceso creativo que nunca es aburrido. Unas veces es correcto y otras equivocado. A veces lo erróneo es mucho mejor, porque lo incorrecto suele ser novedoso.

- ¿Y qué hay de sus inspiraciones artísticas o de sus relaciones con ceramistas o con diseñadores textiles?

- Siempre admiro a personas que hacen cosas que yo no puedo hacer. Son inspiradores que enriquecen mi trabajo. Es el caso del diseñador textil John Allen, del ceramista japonés Tomoo Hamada o de los arquitectos La Pietra o del visionario Javier Carvajal. Todos ellos son fundamentales en mi idea de reinterpretar la marca Loewe. También son cruciales para los nuevos espacios de las tiendas, como en Milán, Tokio o Miami. Para esta última hemos llevado un hórreo histórico. Las tiendas no pueden ser tumbas, sino espacios funcionales que también enseñan y transmiten cultura. En ellas tiene que haber un balance equilibrado entre lo comercial y lo estéticamente cultural.

- En la industria del lujo parece que ahora sus responsables tienen una doble presión: la clásica de la creatividad y de las colecciones anuales; y la de la cuenta de resultados...

- Sí, para que las grandes marcas funcionen hoy en día se necesitan dos componentes: un creativo y un ejecutivo que trabajan codo con codo. La moda es un juego extremadamente rápido y vertiginoso, donde las presiones son enormes. Si no hay un entendimiento pleno entre las dos partes, el talento no sirve para nada. Por supuesto que yo soy el que más presión recibo, porque de mí dependen muchas personas. Pero esa presión también me sirve para mantenerme dinámico y sensible a los cambios de la demanda.

- Pues se le ve hoy bastante relajado.. quizás porque está en Ibiza, una isla que conoce y le inspira...

- Jajajaja... sin duda. Conocí Ibiza siendo un niño, porque mis padres tenían un apartamento aquí y veníamos a pasar las vacaciones. Cuando llegué a Loewe, Ibiza inspiró mi primera colección. Me encanta la alegría de vivir de la isla, la idea de informalidad, de comer tarde, de la gente que se viste para sentirse guapa, de la luz, de los colores, las playas... Yo crecí en Irlanda del Norte, donde la luz es bastante más oscura. Todo esto me ha influido mucho.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios