Borrar
Ramón García Alcaraz, con su perro Ghoso; al fondo, el puerto de Cartagena.
«No veo en los demás la maldad; soy tonto absolutamente»
ESTÍO A LA MURCIANA

«No veo en los demás la maldad; soy tonto absolutamente»

Galerista e historiador

Antonio Arco

Miércoles, 19 de agosto 2015, 11:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ni se imaginan cómo puede cambiarte la vida mientras te diriges a comprar un colchón, ni se imaginan lo que Roma puede llegar a enamorarte, ni se imaginan la vida intensa -feliz, con golpes, a veces sentada en un diván...- que ha llevado Ramón García Alcaraz, cartagenero, historiador y propietario y director de My name's Lolita, la galería de arte venida al mundo en Valencia en 1988 y que lleva abierta en Madrid desde 1996.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -La cantina de El Portús ('camping' nudista. Cartagena).

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -María Callas.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'La templanza', de María Dueñas.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -La envidia no es sana.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Ninguna de las dos.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -No.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -El Capitán Trueno.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -[No quiere responder.]

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Charles Chaplin.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Muchos.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -El ruido.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -El calor.

-¿Qué no hace?

- Yo no olvido nunca, el olvido no es bueno. Hay que tener memoria, pero sin rencor, para aprender de ella.

-¿Qué ha hecho?

-Me he ido liberando de muchas alforjas y mi equipaje se parece cada vez más al equipaje del que habla Machado: muy ligero. Me encuentro muy fuerte, mucho más sabio y equilibrado, sé lo que quiero y también en qué no voy a invertir ningún esfuerzo porque no vale la pena. Voy a cumplir 60 años, no estoy para perder el tiempo.

-¿Qué error ha cometido usted más veces?

-El de confiar absolutamente. Soy una persona neuróticamente confiada. De hecho, los dos psicoanálisis que he tenido que hacerme, descubrieron que yo no encuentro maldad en la gente, que no veo la mala intención aunque la tenga delante de mis narices. Así es que, ahora, mi forma de defenderme ante las agresiones externas es artificial, creada en el diván de un psiquiatra para que pueda sobrevivir en este mundo.

-¿No tiene maldad?

-Lo peor no es que yo no tenga maldad, sino que no la veo en los demás. Tonto absolutamente. Cuando estudiaba, mi compañero de colegio universitario pidió el traslado de habitación porque no podía soportar, ni comprender, cómo me hacía unas putadas gordísimas y yo ni las olía.

-¿En eso se parecía a usted su compañero, del que fue pareja veinte años hasta su muerte?

-No, conmigo era suficiente. Él era... una persona excepcional. Como entonces no se reconocía a las parejas de hecho, ni nada, cuando él murió todo lo construido entre los dos, durante veinte años, se vino abajo y su familia pasó de quererme mucho a hacer números. Cuatro o cinco años me pasé litigando. Tuve que empezar de cero.

-¿Qué le pasó?

-Lo atropelló un coche cuando iba a comprar un colchón. Pasó cuarenta días en coma, murió un uno de agosto. Recuerdo la UCI, y que me dejaban pasar porque los médicos notaban unas ligeras reacciones en él cuando yo estaba cerca y podía hablarle. Pero, afortunadamente, hizo bien en irse porque si se hubiera quedado estaría tetrapléjico y hubiera tenido una calidad de vida ínfima. Era muy listo y yo creo que decidió irse, nunca se despertó.

-¿Lo hubiese cuidado usted?

-Como me conozco, le digo que sí. Lo habría cuidado hasta el final. De hecho, su familia también tenía claro que lo haría y estaban muy cariñosos conmigo. Hasta que falleció y el dinero se convirtió en lo más importante para ellos.

-¿Quién le dejó huella?

-Mi padre me marcó mucho. De hecho, le hice caso hasta el último momento de su vida. Murió con 80 años. Me decía: «Ya eres mayorcito para darte consejos, te hago sugerencias». Pero sus sugerencias fueron siempre a misa. Y siempre acertó.

-¿Y su madre?

-Mi padre se fue muy rápido, se murió durmiendo; mi madre ya es dependiente, aunque no ha perdido del todo la memoria...; sigue reconociéndome y para mí es como si se hubiese convertido en una bebé; sabe quién soy, tiene emociones. Me recompensa mucho, cuando estoy a su lado, cogerla de la mano...; ha sido una gran madre. No sufre, está en una clínica maravillosa donde la tratan muy bien.

-¿Hay un Más Allá?

-Sí, yo soy religioso y católico, aunque no me gustan las reglas preestablecidas. Creo que de las tres grandes religiones monoteístas, la mejor es la nuestra porque es la que ha sabido evolucionar más, ¡así es que imagínese cómo estarán las otras!

-¿Qué fue lo mejor de sus tiempos de juventud?

-¡Roma!

-¿Por qué?

-Luché mucho contra el franquismo, tuve problemas con la Policía en Cartagena, incluso pasé alguna noche en la comisaría y no pasé por la prisión de San Antón de milagro. Me fui a Roma una temporada porque estaba un poco marcado. Tenía 18 o 19 años.

-¿Y?

-Fue la bomba. Era el único español que no quería que se muriese Franco. Rezaba para que no se muriera y así no tener que volver, y a todo el mundo que le deseaba la muerte yo le decía que eso no era cristiano. [Risas.] Roma fue para mí el descubrimiento de Enrico Berlinguer, el intelectual comunista; el primer contacto con Umberto Eco, el primer contacto visual con los Museos Vaticanos. Descubrí la vida loca de Roma, a los famosos primeros travestis de Piazza Navona, que les robaban las carteras a los turistas americanos cuando se quedaban mirando sus enormes pechos; también descubrí los rodajes de Pier Paolo Pasolini. Tenía buena pinta, entré en todos los círculos, incluida la casa de [Rafael] Alberti y las de los exiliados españoles. En Roma renové mi vestuario y mi cabeza, y me reafirmé mucho más en mis ideas comunistas. Cuando regresé, continué mis estudios en la Universidad de Murcia (UMU).

-¿Cuándo dejó de ser comunista?

-Tras la primavera de Praga, y desde entonces no he militado en ningún partido político y mi voto ha podido variar desde la izquierda a la derecha sin ningún tipo de problema; según lo que necesite el país. Ahora estoy muy desencantado de la política.

-¿Qué piensa?

-Que un país que tiene como género literario la picaresca, no tiene muchas perspectivas de que se vaya a arreglar nada. Yo soy historiador, y sé que las corrupciones y demás males de este país se repiten cincuenta mil veces.

-¿Qué puede decirme?

-Que los grandes placeres no me han llevado por el camino de la amargura nunca.

-¿Qué placeres?

-La buena mesa, por ejemplo, aunque para mí el gran lujo es el silencio; no soporto el ruido. Prefiero una cabaña en un sitio solitario, antes que un gran hotel de lujo repleto de mármoles y con muchos niños corriendo por el 'hall' pegando gritos. Un buen libro también es un placer, y no necesitas para disfrutarlo de una buena compañía; en realidad, yo no la necesito ya. Ya no busco a mi media naranja; si la encuentro bien y si no, también. No me encuentro solo, aunque llevo mucho tiempo solo. Lo mejor es estar con un buen libro delante del mar y que el melón haya salido bueno.

-¿Qué no es verdad?

-Pese a la leyenda, My Name's Lolita no ha sido para nada una galería frívola y escandalosa. Yo he llevado siempre una vida superordenada, no he tomado jamás drogas, me encanta hacer ejercicio y como sano. Todo lo que se inventen sobre My Name's Lolita, por lo que a depravación y a cuartos oscuros se refiere, es absolutamente falso.

-¿Qué es una verdad verdadera?

-Cada vez que voy a Venecia, para mí es como si fuese la primera vez. Jamás deja de impresionarme, llegas allí y eres feliz.

-¿Qué es una suerte?

-Tener a Gosho [Jorgito en serbio], mi perro. Es terrible, independiente y guapo; y, como todos los guapos, canalla. Es un perro muy querido. Lo puedo llevar a mi trabajo, lo conocen en todos los bares de Madrid y entra en las farmacias y en los supermercados. Cuando voy a tomar copas a mi local preferido, le ponen su vaso de agua y sus patatas fritas. Él sabe que es la estrella. Me enseña mucho: es muy valiente, se enfrenta a perros más grandes que él y no se aminora con nada. A veces, cuando me digo «¡qué pereza, todo en contra!», él me mira como diciéndome: «¿Pero de qué vas? ¡Adelante, hombre!».

-¿Qué no conoce?

-El Caribe.

-¿Ni Cuba?

-Claro que no, yo iré a Cuba cuando sean libres, cuando no tengan que hacer sexo con los extranjeros por dos pastillas de antibióticos.

-¿Qué pintor le fascina?

-Francis Bacon. Cada vez me aburre más Piccaso, pintó demasiado y se prostituyó mucho por la pasta. A Rubens ya no puedo soportarlo, y con Murillo me pasa lo mismo; sin embargo, he recuperado absolutamente a El Greco. Pero con el que vuelo es con Bacon.

-¿Qué detalle agradece?

-El que tiene mi vecino [el diputado murciano Vicente Martínez- Pujalte] cuando me trae los churros calentitos. Los deja en mi puerta, toca el timbre a las ocho de la mañana, y yo desayuno como un rey. Es buena gente.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios