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Un grupo de operarios trabaja en el desmontaje de la central nuclear de Fukushima. EFE
La maldición de Fukushima

La maldición de Fukushima

Encuentran una bomba de la Segunda Guerra Mundial cerca de dos de los reactores de la central nuclear devastada por un tsunami en 2011

J. LUIS ÁLVAREZ

Viernes, 11 de agosto 2017, 11:08

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Hay lugares malditos y maldiciones que persiguen a ciertos lugares. Supersticiones o realidades, en algunos puntos del planeta parece que se concentran todos los males. Fukushima, en Japón, es uno de ellos. El miércoles, los trabajadores que desmontan la central nuclear devastada en 2011 por un tsunami encontraron enterrada una bomba de la Segunda Guerra Mundial.

Según explicó a la AFP un portavoz de la compañía Tokio Electric Power (Tepco), el artefacto «fue detectado hacia las 7.30 horas por un empleado de una empresa subcontratada para construir un aparcamiento». De inmediato se comunicó el hallazgo a las Fuerzas de Autodefensa -como se denominan a las fuerzas armadas del país-, que se encargaron de recoger la bomba y neutralizarla.

El autor del hallazgo no salía de su asombro tras encontrar una bomba que permaneció enterrada 72 años en un recinto cuyas medidas de seguridad eran extremas. Y es que el artefacto de 85 centímetros de largo por 15 de diámetro estaba a un kilómetro de los edificios que albergan los reactores 2 y 3 de la planta nuclear.

Todo apunta a que la bomba es de origen estadounidense. La central de Fukushima-Daiichi se encuentra entre las localidades costeras de Futaba y Okuma. Durante la Segunda Guerra Mundial en esta zona estaba ubicada una base aérea del ejército nipón que fue bombardeada por Estados Unidos. De esta manera, los bombarderos B-25 Michell, lanzados sobre las islas desde los portaaviones estadounidenses, trataban de destruir la capacidad defensiva de Japón para, posteriormente, atacar su industria y sus ciudades. Washington bombardeó sin tregua el país. Por ello es muy frecuente la aparición de bombas que no estallaron. Incluso de gran tamaño, como la encontrada en 2005 al oeste de Tokio. El artefacto, de una tonelada de peso, obligó al desalojo de los vecinos.

Pasados 70 años de la contienda, la naturaleza mostró toda su fiereza en Fukushima. Desde el tsunami que causó graves daños en cuatro de los reactores de la central nuclear, las ciudades de Futaba y Okuma permanecen desiertas. Pasarán muchos años antes de que el hombre vuelva a pisar aquellas tierras.

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