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Giorgio Onorati
La diosa de los grandes asuntos de la India

La diosa de los grandes asuntos de la India

Miércoles, 17 de enero 2018, 09:42

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La arquitecta Arundhati Roy escribió 'El dios de las pequeñas cosas' y triunfó en todo el mundo con 35 años. Por esta novela de tintes autobiográficos ganó el premio Booker en 1997 y vendió ocho millones de ejemplares en 47 idiomas diferentes. Incluso se hizo una película. El gobierno de su país pensó enseguida en apropiarse de ella y de su éxito. Sería una propaganda perfecta de cara al exterior. Pero entonces, publicó 'El final de la imaginación', un ensayo reportaje donde condenaba el nacionalismo exaltado de la India, azuzado a golpe de pruebas nucleares con las que demostrar su poderío. En 2003 volvía a la carga con un nuevo ensayo donde se posicionaba en contra de la construcción de más y más presas para alimentar centrales hidroeléctricas desalojando para ello a las poblaciones autóctonas. Lejos de convertirse en el títere que los gobernantes esperaban, se encontraron con una intelectual firme en su cuadruple condición de ecologista, feminista, anticapitalista y atea, que les fustigaba poniendo el dedo sobre las llagas con su pluma y con su palabra donde más les duele: el inmisericorde sistema de castas de su país, el fanatismo religioso, la defensa de la minoría musulmana en la atenazada Cachemira...

Perseguida

Así relataba recientemente la persecución que afronta en su país: «Pocas semanas antes de la publicación de mi segunda novela ('El ministerio de la felicidad', Anagrama, 2017), el ejército cogió a un civil, lo ató a un jeep y circuló cinco horas con él como carga, arrastrándolo. Al soldado que lo hizo, se le premió. Al poco, un actor de Bollywood, que es miembro del Parlamento, dijo que no deberían haberlo hecho con un civil, que deberían haberlo hecho conmigo», cuenta con sus habituales maneras suaves y voz dulce. Pese a todo, el azote del 'establishment' hindú, no se amilana. Seguirá trabajando desde la trinchera. «En un partido político me convertiría en una persona sin voz». «Y cuando callejeo por India noto que la gente me quiere», añade. Y lo que molesta es que el resto del mundo la escucha.

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