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Interior de la Amsterdam Cheese Company. R. C.
¡No digas 'cheese'!

¡No digas 'cheese'!

La Justicia holandesa acaba de ratificar la orden de cierre de una tienda de quesos por su «uso excesivo del inglés»

J. V.

Domingo, 4 de febrero 2018, 18:04

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Resolución drástica, contundente. La Justicia holandesa acaba de ratificar la orden de cierre de una tienda de quesos por su «uso excesivo del inglés». Un empleo exclusivo, habría que concluir tras revisar los carteles del comercio y examinar su página web, redactada íntegramente en la lengua de Shakespeare. De hecho, el tribunal ha desestimado el recurso del comercio afectado argumentando que «el idioma oficial en la tienda es el inglés» en un claro interés por atraer al cliente extranjero. Algo que las autoridades y los magistrados entienden que daña al habla local, el neerlandés, y supone una discriminación lingüística para la población nativa.

No es este último un razonamiento de gran peso, ya que el 90% de la población de los Países Bajos habla con soltura el inglés. Así lo ha defendido Kirijn Kollf, propietario de la Amsterdam Cheese Company, la tienda cerrada: «Todos sabemos que aquí la mayoría de la gente habla inglés», se ha quejado. Tiene razón, pero no le ha servido de nada. La guerra abierta contra la masificación turística juega en su contra y le puede costar mucho dinero a un comercio que se publicita con el eslogan 'Say cheese to life' ('Di queso a la vida'). ¡No digas 'cheese'!, le han replicado metafóricamente los poderes.

No se conoce en Europa un fallo tan extremo como el citado. En España, Cataluña es la única comunidad autónoma que establece un régimen sancionador en su Código de Consumo, ley que obliga a los comercios a emplear «al menos» el catalán en su rotulación interior y exterior. El incumplimiento de esta norma puede conllevar multas de hasta 10.000 euros, aunque el promedio es de poco más de mil: 845 sanciones por un total de 915.075 euros en siete años. El Parlamento balear aprobó en 2001 un decreto similar que también establecía penas económicas, pero fue modificado una década después. En las islas pueden emplearse ahora indistintamente el catalán y el castellano.

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