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ÁLVARO SOTO
MADRID
Lunes, 15 de enero 2018, 11:14
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La violencia en las aulas se ha convertido en una triste rutina para la mayoría de los profesores. Nueve de cada diez docentes conviven con ella en sus centros escolares, según un estudio del sindicato CSIF, que ha analizado 2.000 cuestionarios realizados a maestros de todas las comunidades. El sindicato alerta sobre una situación que está convirtiendo en un infierno la labor de educar en los colegios y que ya no se limita a Secundaria, sino que también ocurre entre los más pequeños, en Primaria. El 'bullying' en las redes sociales comienza cuando los alumnos cumplen nueve o diez años, «hacen la Primera Comunión y reciben como regalo un teléfono móvil». «Y lo que todos desconocemos es que, según el Código Penal, los niños no pueden acceder a las redes sociales hasta los 14 años», subraya el presidente del Sector Nacional de Educación de CSIF, Mario Gutiérrez.
El 30% de los profesores considera que acudir a su puesto de trabajo no es agradable, el 17% cree que su relación con los alumnos es mala, el 32% asegura que la disciplina en los centros es insuficiente y el 55% opina que existen niveles «normales» o «altos» de violencia en las clases. Este dato es uno de los que más preocupa a Gutiérrez. «Estamos comprobando que los profesores empiezan a asimilar que algunos niveles de violencia son calificados como 'normales', cuando la violencia nunca es normal», revela.
Los grandes casos sí trascienden (padres o alumnos que agreden físicamente a los profesores y el más extremo, el suicidio de algún escolar cuando sucede), pero la violencia soterrada continúa siendo un tabú del que pocas veces se habla fuera de los círculos educativos. Peleas, insultos y vejaciones entre compañeros, vandalismo, destrozo del material escolar, acoso psicológico, actitudes racistas y sexistas y enfrentamientos a través de las redes sociales, como Whatsapp, son el pan de cada día de los profesores españoles. «Los alumnos y los padres que ocasionan problemas son una minoría, pero pueden convertir el ambiente de una clase en irrespirable», cuenta María Victoria Pizarro, asesora de CSIF.
Por ejemplo, pasar lista, una tarea importante pero sencilla, puede llevar diez minutos si los alumnos no se comportan de manera correcta. Durante las explicaciones, los profesores son interrumpidos constantemente. Y en ese difícil clima, los escolares que quieren participar lo tienen difícil porque temen ser objetos de burla.
A juicio de los representantes de CSIF, la solución pasa por dotar a los profesores de mayor autoridad. «Un maestro no tiene la capacidad de echar a un alumno del aula. Antes hay que abrir un expediente», afirma Gutiérrez, que pone el foco en las direcciones de los centros escolares, que, en su opinión, tratan de escurrir el bulto cuando aparece un conflicto.
En este contexto, la aprobación de un Estatuto del Docente se convierte en la prioridad. «Sin ello, el Pacto por la Educación que se está negociando no tendría sentido», insiste Gutiérrez.
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