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Pilar Wals e Inma Ruiz
Lorca
Viernes, 30 de marzo 2018, 09:49
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Difícil decantarse por uno u otro. Un auténtico espectáculo, un deleite, un disfrute... una locura que solo puede darse en un escenario único, la arena de la carrera principal de la Semana Santa lorquina. Lo que hicieron anoche blancos y azules es muy complicado describirlo. Se dejaron, literalmente, la piel.
La rivalidad llegó hasta extremos insospechados. Lo más difícil todavía, parecía la mar de sencillo con aurigas como los que se dejaron ver. Los azules abrieron plaza, haciendo un guiño al pregonero, el torero Pepín Liria, y aparecieron con siete carros tirados por seis caballos. La sorpresa de la noche fue la presencia del presidente del Paso Azul, José María Miñarro, que antes de guiar los derroteros de la cofradía fue vicepresidente de Caballos y en sus orígenes caballista.
Los blancos arrancaron con un tiro de cinco caballos, al que siguieron tres de ocho y uno más de seis. Ahí no quedó todo, ya que dos carros de guerra iban de uno a otro lado cruzándose como si la dificultad no existiera. Lo de anoche fue un auténtico duelo en la arena que dejó a todos con ganas de contemplar la segunda parte que llegará en unas horas. Las espadas están en todo lo alto, por lo que hoy el espectáculo se prevé único.
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