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La cantaora Miriam Cantero interpreta una saeta, en la salida del Nazareno de la Pescadería. pablo sánchez / agm
Desde la madrugada hasta el alba

Desde la madrugada hasta el alba

La procesión del Encuentro, que los marrajos retrasaron media hora, gana brillo con la luz del amanecer. Miles de personas desbordaron las calles durante toda la noche y hasta la mañana, para gozar del cuádruple cortejo del Viernes Santo

RUBÉN SERRANO

Cartagena

Domingo, 1 de abril 2018, 11:58

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Buscaba el efecto de dar brillo al cortejo, prolongándolo para ganar luz del día, y lo consiguió. Francisco Pagán Martín-Portugués tenía claro, desde su elección como hermano mayor marrajo, que al Encuentro había que darle un giro de tuerca. Dicho y hecho.

El Jesús y la Pequeñica, es decir la Virgen Dolorosa, cruzaron sus caminos en la esquina del Palacio de Aguirre media hora más tarde que en años anteriores. A las 5.30 de la madrugada, la puesta en escena fue digna del mejor cuadro y la procesión se recogió en Santa María de Gracia, al alba y con miles de devotos en pos de los portapasos por el casco histórico.

Las estrellas, la brisa marina y el silencio sepulcral de los fieles solo lo rompió el grito desgarrado y sentido de los cantaores. A los asistentes les resultó difícil contener las lágrimas, con el vello de punta, al escuchar los 'quejíos' de Miriam Cantero. La cantaora cacereña, que ganó el segundo premio en el concurso nacional de saetas organizado por la Cofradía morada, le dedicó una pieza a Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de la hermandad morada, a las puertas de la Lonja de Pescado de Santa Lucía, que solo se abren para este acontecimiento, el Viernes Santo.

Más de dos horas antes de que la imagen tallada por José Capuz enfilara su camino hacia el Pinacho, para posteriormente unirse al Medinaceli en la calle San Diego, cientos de devotos (con prisas y nervios) se agolparon en la Pescadería para fotografiar su salida.

Arropada por los fieles y escoltada por los disciplinados soldados romanos, la imagen del Jesús fue elevada a las tres y media de la madrugada. Con puntualidad británica y gran coordinación, comenzó la marcha para llevarlo sano y salvo al Lago. «Para mí el Jesús es lo más grande. Tras mucho tiempo de reserva, me llevé una de las mayores alegrías de mi vida al entrar hace seis años. Basta ponerse en posición y escuchar los tambores, para dejar caer una lágrima», explicó Cristóbal Sánchez, antes de arrimar el hombro.

Una vara menos

Este año, la esforzada labor de quienes llevaron al Jesús se vio complicada, al rajarse la vara delantera izquierda cuando la comitiva salía de Santa Lucía por el Paseo de las Delicias. El inesperado suceso no arredró a los miembros de la agrupación. Tras examinar los daños y avisar a la comisión de iglesia y a la junta de mesa de la Cofradía, decidieron continuar, un trecho, con solo nueve varas hábiles y reparar de urgencia la décima, antes de llegar a la Cuesta del Batel.

Con todas las precauciones tomadas, los portapasos hicieron el resto del recorrido, con la carga repartida entre todas las varas. Así completaron el Encuentro y regresaron con la imagen a Santa María de Gracia. Los expertos técnicos de la Agrupación y de la Cofradía tienen tiempo para decidir la mejor manera de reparar los desperfectos, que no afectaron ni al trono ni a la imagen.

«Protección» para la UPCT

Autoridades políticas, militares y policiales siguieron la procesión, para transmitirles mensajes de apoyo a sus participantes. «Mucha suerte y al toro», les desearon la alcaldesa, Ana Belén Castejón, y la consejera de Transparencia y Portavoz, Noelia Arroyo. Destacó la presencia, ya habitual, del expresidente de la Generalitat Valenciana, el cartagenero Eduardo Zaplana, que recibió infinidad de saludos. Muchos asistentes le hicieron fotos.

A su salida del antiguo Hospital de Marina, el Cristo de Medinaceli recibió la petición de «protección» para la Universidad Politécnica, de viva voz del rector, Alejandro Díaz Morcillo. Este dejó un birrete y un bastón de mando en la imagen del trono, decorada con claveles blancos y ataviada con una túnica morada de terciopelo y bordados dorados.

Con las cuatro procesiones en marcha, y con más de una hora y media por delante antes del Encuentro, los fieles tuvieron que elegir entre seguir el itinerario de la Mujer Verónica, del Medinaceli, del Jesús o de la Dolorosa, más conocida popularmente como la Pequeñica. Algunos se habían incorporado mucho antes, para ver los pasacalles iniciales de granaderos a partir de la medianoche. El resto hicieron tiempo tomando un chocolate con churros o acudieron a coger un buen sitio en la Plaza de la Merced. La Pequeñica llegó con tiempo de sobra junto al Palacio de Aguirre. Esperó la llegada del Jesús, que se presento puntual a las 5.30. La Salve Cartagenera puso la carne de gallina al respetable y el broche de oro corrió a cargo de Miriam Cantero, con una intervención que fue grabada en vídeo por miles de devotos, para la posteridad. Después, todos los cortejos, unidos en uno, se dirigieron a Santa María de Gracia.

Una noche sin incidentes

El edil de Seguridad, Francisco Aznar, presente también en los actos del Encuentro, aseguró a este diario que la madrugada transcurrió «sin problemas». Los jóvenes reunidos en las calles Aire, San Miguel y Cañón no impidieron el paso del desfile ni interfirieron en la limpieza, vigilada por la Policía Local.

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