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Los autores denuncian que hay medicamentos para todo tipo de dolencias.
Cuando el exceso de medicina es el problema

Cuando el exceso de medicina es el problema

Los doctores Juan Gérvas y Mercedes Pérez-Fernández denuncian los abusos de su profesión en 'La expropiación de la salud'

Daniel Roldán

Domingo, 24 de mayo 2015, 17:39

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El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que se ha convertido, desde hace algunos años, en un auténtico rompecabezas para los médicos. Intentan descifrar los entresijos del cerebro, descubrir las causas que provocan que los autistas se encierren en sí mismos y sean incapaces de expresarse de una forma normal. De momento, no hay soluciones determinantes para acabar con el autismo y tampoco se ha encontrado un medicamento concreto que ayude claramente a estos pacientes. Pero a pesar de esta ineficacia de los fármacos, un estudio de la Universidad de Drexel (Estados Unidos) publicado hace 18 meses en The Journal of Pediatrics alertaba de que dos tercios de los niños diagnosticados -se estudiaron 33.565 casos- estaban tomando un psicotrópico, cuando no hay evidencia científica de que su situación mejore.

Esta sobremedicación también preocupa a los doctores nacionales. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) aseguraba que cada vez llegan más padres con niños menores de seis años a las consultas buscando una solución farmacológica porque piensan que sus pequeños padecen un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Sin embargo, los médicos consideran que es muy complicado saber a esas edades si es TDAH o no. «Parece que si vemos un niño un poco movidito, enseguida lo etiquetamos y le medicamos», alertan Juan Gérvas y Mercedes Pérez-Fernández, médicos de cabecera que critican los excesos de su profesión en 'La expropiación de la salud' (Los libros del lince). "Se abusa del diagnóstico de depresión, por ejemplo. Y se usan los antidepresivos de manera excesiva", añaden los médicos.

"En el 85% de los trastornos del sueño se prescriben psicofármacos de entrada, y eso que hay que tener en cuenta que toda demanda de sedantes o somníferos para un niño debe ser considerada como un verdadero factor de riesgo para el conjunto del proceso evolutivo", apunta el doctor José Luis Pedreira, jefe de la Unidad de Trastornos Mentales de Infancia, Adolescencia y Adulto Joven de la clínica La Luz de Madrid. Un estudio de la Sociedad Británica de Psicología alertaba de los casos en que niños de cinco años recibían fármacos por tener TDAH. "La sociedad considera la medicación como la modalidad de tratamiento predominante", indicaba el estudio, realizado junto al Instituto de Educación de la University College de Londres.

"Cada síntoma, cada cosa tiene que tener una pastillita, y eso no es así", comentan Gérvas y Pérez-Fernández, que quieren poner límites a esa expropiación de la salud del individuo. "No es que queramos que el esquizofrénico viva su enfermedad con todos los efectos, pero tampoco que lo conviertan en una bestia", comentan. El ejemplo más claro sería el del matemático John Forbes Nash. Ambos critican la evolución que ha llevado la actual sanidad, abrazando el utilitarismo y dejando de lado la parte más ética y filosófica de la ciencia. Además, esta situación viene acompañada de un exceso que comienza en el diagnóstico. "Es perjudicial. Te quita la salud y es un concepto que la gente no entiende. Evidentemente, hay un diagnóstico necesario. Si tengo un tumor cerebral, que me lo diagnostiquen, pero si tengo una cefalea, ¿es necesario que me hagan un TAC cerebral? Pues hay un protocolo que indica que una mujer mayor de 40 años se lo tiene que hacer", subrayan los doctores, que quieren hacer reflexionar al sector sanitario sobre los excesos en el diagnóstico, en la medicación o en el abandono del paciente. "La ciencia médica está abandonando los cantos filosóficos, dejando que la razón instrumental se convierta en única. Es decir, si algo sirve, se hace", añaden los autores.

Los dos galenos aseguran que esta medicina "de la eficacia" provoca que "la dignidad de la persona pase a un segundo plano". "Los médicos se sienten tan poderosos que quieren controlarlo todo. No escuchan a los pacientes", apuntan Gérvas y Pérez-Fernández, quienes también critican la precariedad en los puestos de trabajo. En Noruega, exponen, se ha demostrado que cuanto más tiempo pasa un paciente con el médico general, más caso le hace y menos acude a los tratamientos de medicinas alternativas. "Si las autoridades están preocupadas por la pseudociencia, que aumente la atención continuada. Porque la gente cree en el médico", explican.

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