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Chachachá en las vías

MANUEL MADRID

Domingo, 28 de diciembre 2014, 19:31

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Murcia es una de las capitales españolas con peor trato ferroviario, y eso solo puede explicarse por el acostumbrado desentendimiento de nuestros representantes políticos, que ante los murcianos se compungen y se desgarran las vestiduras dando apariencia de entender y asumir -por justas- sus reivindicaciones, como por ejemplo la del soterramiento de las vías, pero que, a la hora de la verdad, camino de Madrid son víctimas de una rarísima amnesia que les hace olvidar todos esos compromisos hasta plantarse en los ministerios sin nada que decir ni nada que exigir. Sencillamente, el papel que han desempeñado los dirigentes en Murcia y en Madrid es de los más patéticos que hemos podido ver en nuestra región desde que se dio sepultura a Franco. El soterramiento ha sido uno de los proyectos que han querido abanderar todos los partidos políticos, e incluso han realizado simulacros de unidad ante el respetable, aún cuando lo que decían nada tenía que ver con lo que después firmaban. El año 2014 ha sido el del «cachondeo» del soterramiento, como el propio alcalde Cámara definió en un arrebato que sonó a plante ante el Gobierno de España; el regidor decía que el AVE no podía entrar a Murcia a ras de tierra, e incluso se inmoló en la gran manifestación de febrero, exponiéndose a los insultos callejeros, tachando de disparatados los planes de Fomento, y haciendo ver ante los ciudadanos que era ignorado por el Gobierno y la Comunidad Autónoma. De nada ha servido la palabrería de los Plenos municipales ni los discursos tiralevitas en las sesiones solemnes en la Asamblea Regional. Los vecinos de Murcia han constatado este año que el electoralismo no es de fiar y que la lluvia de promesas es artificial. El soterramiento, como movimiento social, es una reivindicación noble; lo innoble es pretender a estas alturas que Murcia se conforme con anuncios de inversiones estatales que no resuelven las heridas de una parte de la ciudad donde las mentiras tienen las patas cortas. Claro que necesitamos Alta Velocidad, pero no a cualquier precio.

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