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SERGIO GALLEGO
Viernes, 13 de octubre 2017, 23:20
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El inglés, el francés y el catalán son algunos idiomas que se pueden oír en la terraza de La Tropical cualquier día que vayas a poco que afines un poco el oído. También hay nativos y algún lobo de mar, pero la ubicación, la cercanía con la playa de Los Alcázares y la oferta gastronómica atraen a clientes de todas partes del mundo, y más en esta época del año en la que se está francamente bien sentado al sol con una caña en una mano y una marinera en la otra.
La carta del restaurante es extensa, además de tener una buena variedad de pescados los fines de semana como propuestas puntuales. Tapas en el mostrador para quien prefiera algo rápido o informal, una terraza y un comedor que ofrece manteles de tela y un tanto más de intimidad. Por su parte, el servicio de camareros es de un buen nivel; de los que no quieren vender, sino facilitar la comida al comensal de forma correcta y marcando los ritmos entre los platos con agilidad. Y de los que, por supuesto, no tocan al comensal para hacerse los colegas.
Aun llevando buen ritmo, durante la comida el camarero trae hasta dos bocados gentileza de la casa para que la espera no se haga pesada. Primero unas estupendas patatas fritas -chips- caseras que llegan a la mesa calientes y con un punto de sal perfecto para acompañar al primer trago y a diez más que llegasen. El segundo bocado, un tartar de salmón bien condimentado sobre una tosta de pan muy interesante.
Los arroces del local están muy afinados en lo que a sabor se refiere. La profundidad a mar es una constante y ninguno de los dos que pruebo tiene rastros de impurezas o aristas desagradables. El arroz a banda lo sacan en paellera grande y lo ofrecen por platos con bastantes tropezones, y el principal, mínimo para dos personas, el que me empujo con un filete de gallineta, muy cercano a un caldero, pero sin rastro de ñora tostada, ni de ajo y con un buen lomo de pescado blanco coronando el plato. Quizás a ambos arroces les sobren medio minuto de cocción para estar al punto, aunque también puede ser que el tipo de arroz utilizado segregue más almidón de lo preciso.
En la sección de entrantes, La Tropical tiene uno de los mayores repertorios de la zona. Yo me decanto por unas ortiguillas que me ofrece el camarero como posibilidad fuera de carta. Las encuentro de un tamaño monumental, perfectamente fritas al más puro estilo gaditano y acompañadas por una mahonesa con kimuchi bien traída.
El pulpo es una de las recomendaciones del local. El plato estrella. Lo sirven troceado en finas láminas, pasado por la plancha después de cocerlo para aportarle un poco de 'crunch' y rociarlo más tarde con un buen aceite de oliva. Es cierto que los murcianos le ponemos limón a todo y que el ácido enmascara el sabor del plato, pero en este caso es fundamental para aligerar el bocado.
El ceviche de mújol es de un sabor adictivo. El cilantro viene en forma de helado, la leche de tigre perfectamente proporcionada y el condimento de filamentos de chile, y el maíz liofilizado, aportando los matices crujientes y de picante que necesita el plato. Además, huevas de trucha. Viene emplatado en una ostra de loza en lo que considero una deconstrucción muy acertada del clásico peruano que, dicho sea de paso, es el nuevo chico de moda de los restaurantes de España. Una bandeja de patatas al horno a quien me diga un restaurante sin ceviche o sin tartar de atún del centro de Murcia.
Termino con una torrija. Bueno, con una versión de torrija bastante lograda con Cremé Bruleé y bien empapada, con helado y pipas de calabaza garrapiñadas. Untuosa y contundente. En definitiva, La Tropical sigue abriéndose hueco a golpe de hacer las cosas bien y de haber encontrado para un público heterogéneo una oferta gastronómica para todo tipo de comensales.
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