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Cristóbal, propietario de La Chara, preparando el comedor de su restaurante. Pedro martínez / agm
Pescado y 'cosicas'

Pescado y 'cosicas'

La Chara, con más de cincuenta años de trayectoria, ofrece una amplia carta de entrantes, pescados, arroces y carnes bien salseadas

SERGIO GALLEGO

Viernes, 8 de junio 2018, 22:58

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Que un restaurante lleve más de cincuenta años levantando la persiana no es garantía certificada de que vayas a vivir una grata experiencia, pero uno no puede evitar pensar que algo habrá hecho bien dicho establecimiento cuando ha podido pagar los recibos durante tanto tiempo y seguir dando de comer a un buen número de clientes cada día. Es el caso de La Chara, fundado en 1963, un restaurante con terraza, zona de barra -cuando llego es un espacio inhabitable por la cantidad de humo que sale de la cocina- y un salón comedor amplio y bastante acogedor. Lo que más me llama la atención de mi visita es la pasión, las ganas con las que el camarero y propietario me indica algunos de los platos que hacen y que han tenido más éxito durante los últimos años. «No somos de competir con nadie, pero hacemos 'cosicas' que están a la altura de otros restaurantes que tienen fama en la capital», me asegura orgulloso.

No lo dudo. De hecho, cuando ya he terminado de comerme un arroz y marisco correcto, sin más, me trae un filete limpio de lubina salvaje asada en el horno y salseada sobresalientemente que me hace confirmar la buena mano de la cocina para los asados de pescado. Mi pregunta es, entonces: ¿por qué no me lo ha ofrecido cuando he llegado? Como dijo Jack El Destripador, vayamos por partes.

La Chara. Isla Plana (Cartagena)

  • Dónde: Calle Isla de Roda, 1

  • Precio: De 35 a 40 euros.

  • Horario: Cierra lunes.

  • Teléfono: 968 152 016

La carta del restaurante es muy amplia. Con bastante peso en entrantes, pescados, mariscos y carnes. Además, con la carta viene una hoja de sugerencias bastante inútil, ya que recoge el cincuenta por ciento de la carta, lo que dista bastante de cumplir su función principal de concretar las recomendaciones. Foie con pasas, salmorejo cordobés, tartar de atún, chipirones en salsa de piñones, bastones de berenjena con miel, zarangollo marino o hueva de mújol son algunos de los entrantes que podemos encontrar. 'Tomatico güeno con cosicas', mojete murciano con bacalao y ñoras, lecha, dorada, merluza, rape, bacalao, atún o gallo pedro con algunos toques personales como aliños a base de garum, emulsiones de escabeche de limón o refritos de gamba o la sección de carnes, la mayoría rojas, con crema de cebolla caramelizada, con peras y salsa de frambuesa, salsa parmesano o salsa al estilo de la abuela salvadora 'La Chara'. Como veis, un buen abanico de posibilidades.

Pero el plato fundamental, a lo que hay que ir a La Chara, es a probar el asado de lubina salvaje. Yo he tenido la oportunidad, como he dicho hace un rato, de probarla, y realmente es un plato imprescindible. La salsa que lleva me trae un recuerdo a mantequilla, pero no, no lleva mantequilla. Quizá un aceite emulsionado con cítricos y fumet, o algo por el estilo. El caso es que el camarero me indica que «es una receta de la familia y no se la digo a nadie. Lleva mis 'cosicas'», concluye con una sonrisa.

Antes, un arroz y marisco que podemos evitar perfectamente y el tomate partido con ventresca, cebolla, queso, bonito en daditos, guindillas, huevo y un aliño muy personal de la casa. Buena ensalada.

Los calamares a la romana portan un rebozado más esponjoso que crujiente. Por cierto, que a los calamares a la romana con masa orly le está pasando como al pulpo a la murciana, que está siendo arrinconado por el roquero al tiempo que el enharinado andaluz está haciendo lo propio con la técnica de la romana.

Las almejas al ajillo son una delicia. El aceite perfectamente emulsionado, sin rastro de alcohol y con un género de buen calibre. El sabor a mar de las almejas, moderado, compensado con una buena ración de piñones.

De un nivel superior al arroz y a los calamares encuentro los postres. Si la leche frita está en su punto, me resulta un descubrimiento la tarta de calabaza totanera por su sabor, textura y por su bajo punto de azúcar. El camarero me emplaza a otra visita para que termine de probar algunos platos que hacen de vez en cuando y compruebe que las 'cosicas' que cocinan merecen más que la visita de rigor del verano. Y yo me lo creo.

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