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'El Drogas'.
Nochevieja desde las barricadas

Nochevieja desde las barricadas

El proyecto liderado por Enrique Villarreal sigue viento en popa festejando una manera única de entender el rock en castellano

A. FRUTOS

Viernes, 29 de diciembre 2017, 22:47

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Enrique Villarreal nació hace casi sesenta años en Pamplona. Desde entonces, le ha dado tiempo a liderar tres fantásticos proyectos musicales: Txarrena, La Venganza de la Abuela y los esenciales Barricada. Y lo que es más importante, a no tomarse en serio a sí mismo en prácticamente ningún momento. Otra cosa es la profesión, que va por dentro y termina de explotar siempre por fuera, tratada con la pizca exacta de respeto y desvergüenza que exige todo amante del rock cantado que no tiene necesidad alguna de tener voz. A falta de cuerdas vocales y talentos precisos y milimétricos para el gorgorito de andar por casa con pies descalzos y sin afonía, Villarreal ha tirado siempre de arrolladora presencia escénica, cuentos con final bañado en ron, de piratas también va bien servido su universo artístico, y de un carisma a prueba de balas objetivas, tan críticas como criticables.

Estrenado en 2012 con el fantástico 'Libros prestados', el último disfraz del camaleón de guitarra tumbada y mirada perdida llegó para reinventar todo sin cambiar absolutamente nada. Aquel año nacía El Drogas, sí, pero se trataba de una enésima resurrección que llega ahora a Murcia para despedir el año con su combinación de rock and roll y blues al que, de vez en cuando, se le añade unas agradecidas referencias al glam más reconocible. Un último combate sobre el escenario que tendrá como protagonista principal el último disco publicado por Villarreal, 'Un día nada más', apabullante directo grabado en La Ciudadela de Pamplona en el que el artista estuvo acompañado por nada más y nada menos que diecinueve invitados, todos ellos ilustres del rock patrio, entre los que se encontraban el murciano Carlos Tarque (M Clan), Fito Cabrales, Leiva, Iván Ferreiro, Yosi Domínguez (Los Suaves), Rosendo, Luz Casal, Rulo y Quique González, entre otros. De infarto. Entre todos ellos construyeron un inolvidable monumento a la canción rabiosa y radiante, valiente y rota, salvaje y silenciosa cuando los tiempos de tormenta lo requieren.

Un trabajo memorable que, sin embargo, implica de todo menos una despedida, ya que Villarreal ha anunciado una nueva aventura para el año próximo en la que se lanzará de lleno a una gira de teatros donde compartirá escenario con, tomamos aire, Txus Maraví (guitarra), Eugenio Aristu 'Flako' (bajo), Brigi Duke (batería), Germán San Martín (acordeón, piano y teclados), Selva Barón y Patricia Greham (coros y percusión), José Luis Gómez (saxo) y Javier Blázquez (trompeta). Una apuesta por la celebración colectiva al recuerdo de las canciones más imprescindibles de las distintas formaciones que ha comandado hasta la fecha, pero también la reivindicación de un presente marcado por la dignidad y la referencia, el respeto ganado y la admiración merecida. Es decir, un aquí y ahora que, en cuestión de horas, encontrará en la sala REM de Murcia un nuevo reflejo de la contundencia bien entendida, columna vertebral de aquellos que parecen conocer todos los secretos que esconde una canción rock.

Hay que ser rápido, estar atento y seguir tomando nota cuando se den cita clásicos de la estatura imponente de 'Que no me silbes', 'Fue 24D... ¿y qué?', 'Debajo de aquel árbol', 'En la silla eléctrica' o 'Algunas cosas por terminar' o la inmensa 'Otros tragos', cuya emoción desbordante ejemplifica a la perfección el modo en el que debería sonar siempre un final de concierto.

En cualquier caso, suenen las canciones que suenen, estamos ante un valor seguro vestido con las mejores ropas del directo, una cita obligada para los amantes de la música sin trampa ni cartón, sin más red que la que genera su eco a lo largo de los años. El legado de Villarreal es indiscutible precisamente porque, mientras muchos de sus compañeros andan ensimismados evaluando la cuantía que generará su recuerdo, él sigue a piñón fijo, sin tiempo que perder. Y con todo por ganar.

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