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Niños estresados de día, rechinar de dientes por la noche

Niños estresados de día, rechinar de dientes por la noche

Chirriar los dientes es un trastorno que sufre entre el 10% y el 20% de los jóvenes en España. Se debe, principalmente, a la ansiedad y el estrés, y puede provocar dolores de cabeza o musculares

linda Ontiveros

Jueves, 20 de abril 2017, 14:51

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El bruxismo, que consiste en rechinar los dientes mediante movimientos exagerados de la mandíbula, comienza cuando el niño tiene sus primeros colmillos, es decir, a partir de los 2 años, aunque lo normal es que los padres lo noten cuando tiene ya 6 años y rechina los dientes durante la siesta y la noche. Sin embargo, este trastorno, que puede llegar a afectar el sueño o causar dolores musculares y de cabeza, puede aparecer a cualquier edad.

Medidas para evitar el bruxismo

  • Como en todos los problemas de sueño (ronquidos o sonambulismo), hay que intentar que los niños tengan una regularidad en los ritmos, afirma el doctor Marc Guaita, que recomienda

  • -Dormir a la misma hora siempre.

  • -No cenar tarde.

  • -Evitar comidas copiosas y bebidas estimulantes.

  • -No estimular a los niños con televisión o videos juegos cuando se acerca la hora de dormir.

  • -En casos en los que los niños tienen el sueño muy ligero, usar tapones en los oídos.

  • -Si el niño ronca puede sufrir más microdespertares, que se relaciona con el bruxismo. Se recomienda revisar su peso, estado de las amígdalas y ver si tiene adenoides o vegetaciones.

«Es un fenómeno benigno, normal en niños y en adolescentes, ya que forma parte de la maduración del cerebro, y afecta a entre el 10% y el 20% de personas entre los 6 y los 18 años», asegura Marc Guaita, odontólogo y doctor en Trastornos del Sueño por el Hospital Clínic de Barcelona. «Es más habitual que ocurra en niños, entre 6 y 18 años, que en adultos y desaparece con la edad.

Las causas pueden encontrarse en la ansiedad y el estrés, algunas enfermedades neurológicas o reumatológicas o ciertos hábitos que aumentan los síntomas, como mascar chicles o morderse las uñas. Aunque no suele afectar el sueño, sí se han presentado casos en que los pacientes no descansan y pueden sufrir somnolencia diurna.

«El bruxismo sucede cuando el niño se despierta durante 5 segundos, momento que usa para rascar los dientes, y se vuelve a dormir», explica el doctor Guaita. «El niño no es consiente y hay una cierta asociación con el sonambulismo. No a todos los niños les desaparece el trastorno y hay un grupo en los que persiste en la edad adulta».

Consecuencias a nivel bucal

El bruxismo puede ocasionar desgaste dental que, cuando el niño no ha cambiado los dientes, no tiene mayor relevancia. Sin embargo, con los dientes de hueso, el desgaste puede ser importante y hay que evitarlo con el uso de una férula de descarga, un protector bucal de resina, diseñado con las medidas específicas del paciente y su mordida.

«Cuando el trastorno es severo y duradero, puede llegar a tejidos más profundos del diente hasta llegar a lesionar el nervio, en casos muy severos hasta se pueden fracturar dientes. El dolor en los músculos masticatorios que sobre todo aparecen a primera hora de la mañana y van desapareciendo a lo largo del día, y cefaleas matutinas», alerta el doctor Guaita.

Buscar el origen del trastorno

Para averiguar el origen del bruxismo en cada caso, hay que diferenciar, por una parte, a los pacientes en edad infantil, con dientes de leche, en los que puede ser algo funcional y no patológico. Y, por otra, a los adolescentes, etapa en la que el bruxismo suele derivar en dolores de cabeza o musculares y alteraciones en la articulación mandibular. Los expertos, primero, verifican que no exista una patología asociada, como enfermedades neurológicas o reumatológicas. «Cada vez vemos en la consulta a más pacientes con problemas de columna, que les acarrea problemas en la articulación mandibular o a la inversa, pacientes cuyos problemas en el eje troncal están provocando problemas en la musculatura de la boca, lo que les provoca dolores de cabeza y otras alteraciones», advierte Manuel Gómez, profesor de Odontología de la Universidad del País Vasco.

Si no hay patologías asociadas, los factores desencadenantes pueden ser el estrés o ciertos hábitos que aumentan los síntomas, como mascar chicle o morderse las uñas. Pero también puede deberse a alteraciones de la oclusión (la forma de morder), que se remedia con un tratamiento de ortodoncia. «Nunca deben colocarse a niños que no tienen todos sus dientes y muelas permanentes», explica el doctor Gómez.

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