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Martes, 28 de noviembre 2017, 21:58
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Al galgo Juan Martínez Antolinos le viene de casta su querencia por la ganadería. Uno de los grandes productores de chato murciano -«el mayor está en Lorca», cuenta-, que también procesa, vende y cocina en su restaurante Airemar de Baños y Mendigo: «El miércoles hicimos guiso de trigo con chato murciano y fue un éxito total», promociona satisfecho su menú 'autóctono'.
«La cría del chato es lenta (unos 12 meses), necesita de buena alimentación (lo más natural posible); come 2 veces al día, tiene calefacción en invierno y ventilación en verano», cuenta Martínez Antolinos. Y recuerda que él, que criaba cerdo blanco, se metió en el chato porque Luciano, de Beniaján, al que conocía de La Azacaya -«no tenían que haberla quitado. Espero que vuelva porque era un encanto»- se lo iba a dejar y, con su hermano, en el 97 quiso sacarlo adelante. «Puede competir con el ibérico», defiende, pero reconoce que no vale para hacer dinero rápido, como el blanco. Ahora, tiene pensado ampliar las instalaciones pero, pide, «la Administración se debería mojar y ayudarnos a quienes mantenemos las razas autóctonas y hacemos las cosas bien». Porque en los inicios: «No sacaba una cría adelante. Necesité ayuda de técnicos, mucha voluntad y paciencia; sin ver un duro».
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